Culminada la misa central en honor a la Inmaculada Concepción de María en la basílica de Caacupé, el obispo de la diócesis, monseñor Ricardo Valenzuela, dio lectura a una extensa carta dirigida a las familias y al pueblo paraguayo, en la que no solo habló del núcleo de la sociedad, sino además, expuso en ella diversos aspectos como la cercanía de la época electoral, el peligro que corren los fondos jubilatorios y sobre todo dejó en claro que el pueblo paraguayo ya no quiere autoridades corruptas, entre otras cosas.
“No queremos más autoridades corruptas que, sin pudor, expolian a gente indefensa sumando y haciendo crecer su riqueza mal habida”, fue categórico al referirse a la proximidad de las elecciones. Dijo que es tiempo de demandas de la ciudadanía a quienes aspiran a ocupar cargos y a quienes desean continuar en ellos. Aseguró que para muchos, ocupar un cargo en la función pública se ha vuelto una obsesión.
“Los cristianos estamos llamados a elegir a autoridades que tengan una mínima credibilidad; que sean patriotas, que su historial de vida refleje el espíritu de servicio y que cimente su programa en un proyecto sólido, sostenible, basado en el bien común, en la transparencia”, indicó el religioso.
En ese sentido, dijo que tenemos que preguntarnos qué “harán nuestros candidatos con el problema de la tierra, con el tema de la educación, de la familia, de Itaipú, de IPS, de los indígenas; qué estrategias emplearán para eliminar los grupos terroristas, con los secuestradores que matan no pocas veces con total impunidad, con los que trafican con armas y con órganos humanos”, refirió.
Se refirió también a qué soluciones podrán dar los candidatos sobre “el azote del narcotráfico, con el nuevo flagelo del sicariato; ¿Cómo van a encarar el tema de la seguridad, el rol de militares y policías? ¿Qué se hará con un poder legislativo superpoblado? ¿Qué mecanismos emplearán para que la Justicia sea independiente y objetiva y dejen de prevaricar y vender sentencias? ¿Cómo se podrá mitigar los efectos del tráfico de influencias?”, fueron algunas interrogantes planteadas.
“No pocas autoridades usan y abusan del poder circunstancial que se les otorga y se creen poderosos e inamovibles, no tienen temor de Dios o actúan como si Dios no existiese. No queremos más autoridades corruptas que, sin pudor, expolian a gente indefensa sumando y haciendo crecer su riqueza mal habida. Queremos autoridades que sirvan al pueblo y no que se sirvan del pueblo. Autoridades que no pisoteen a los pobres de la tierra”, enfatizó el religioso.
Recordó que si bien el pasado del país está marcado por luces y sombras y que en el presente hay signos positivos, pero también se observan nubarrones y preocupaciones, por lo que el “futuro depende de lo que hoy se construya o destruya”. “Es necesario plantear una evaluación de la realidad actual, no simplemente para criticarla, sino para enmendar errores, corregir desaciertos, reorientar la vida de la nación”, aseveró el religioso que no dejó de resaltar a la mujer paraguaya.
Tras indicar que es errónea e interesada idea de que “la Iglesia no debe meterse en política”, monseñor Valenzuela dijo que “el Estado no puede sobrepasar sus límites ni hacer lo que quiera con la imagen de Dios, que es el hombre y la mujer, el anciano, el joven y el niño nacido y por nacer porque no son propiedad de Estado sino del Altísimo Señor”. En ese sentido, dijo que “la Iglesia está llamada a impulsar el desarrollo espiritual de los creyentes y de todas las personas, sobre todo en un tiempo, como el nuestro, en el que el pueblo se siente asediado y acosado por ideologías extrañas y por propuestas políticas y modelos administrativos carentes de seriedad y de sustento moral”.
En un momento, también habló de las arcas del Estado y la preocupación por el manejo de la economía. “Los administradores necesitan con urgencia lecciones rápidas de idoneidad y de honestidad”, dijo, al pedir a las autoridades que hagan bien lo que deben hacer y que administren honestamente los recursos que la gente les confía. “A las autoridades, el pueblo como soberano, no les ha dado poder para enriquecerse más y más como lo observamos a diario en las denuncias cotidianas de corrupción”, indicó.
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Asimismo, se refirió al Instituto de Previsión Social (IPS), institución que atiende la salud de trabajadores y obreros, cumpliendo así un rol relevante en la sociedad. “Nuestra preocupación radica en la propuesta de meter mano a los fondos”, dijo el obispo, indicando que esto es sumamente “riesgoso para el futuro de miles de asegurados y sus respectivas familias”.
“Cada tanto se hacen intentos de utilizar fondos del IPS, buscando atajos para solucionar, de modo imprudente y deshonesto, faltantes causados por el mal manejo de la administración de la República (...) Los obreros tienen derecho a disfrutar plenamente de la asistencia sanitaria y que reciban su justa jubilación. Quitar al IPS de sus recursos resultará muy peligroso”, advirtió.
La justicia también estuvo en el análisis del obispo, sacando a relucir los últimos escándalos ocurridos en instancias de la Corte Suprema de Justicia, así como también de los crímenes cometidos, entre ellos los del fiscal Marcelo Pecci, Vita Aranda y otros. “Se requiere la independencia de este organismo de los poderes fácticos para que realice su función con seriedad y ecuanimidad”.