Una importante cantidad de peregrinos se acercan a refrescarse y a llevar un poco del agua que ofrece el Tupasy Ykuá, en la víspera de la festividad mariana más importante del país, la celebración a la Inmaculada Concepción, más conocida bajo la advocación de la Virgen de Caacupé. Quienes vienen a visitar o peregrinar hasta la Basílica tienen como parada obligatoria este lugar.
El templo ubicado en el sitio es la réplica de la antigua iglesia, conocido como el Tupaõ Tuja, donde el peregrino que llega a Caacupé junto a la Madre, irresistiblemente va al pozo para completar su promesa. Dentro se encuentra un antiguo e icónico altar con algunos retablos que reviven el pasado y frente a la Iglesia está la tumba de monseñor Isaac González.
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En la mañana de este caluroso miércoles, una mujer joven, acompañada de sus dos hijos, uno en brazo y otro de la mano, llegó hasta el Tupasý Ykuá tras la misa principal para refrescarse y sofocar el fuerte calor que ya se sentía desde tempranas horas. En comunicación con C9N, la mujer mencionó que vino de la ciudad de San Lorenzo, y para ello abordó un colectivo, porque de cualquier forma tenía que llegar hasta el altar para dar gracias a la Virgen de Caacupé por algunos favores recibidos. Aprovechó la visita para llevar un poco del agua que la considera bendita.
Según la religiosidad popular y la devoción mariana, esta agua es un objeto de piedad, sin que haya sido bendita durante una misa. Los feligreses llevan ese vital líquido en botellas, bidones y todo recipiente, incluso hay personas en el lugar para vender estos recipientes como recuerdos de Caacupé. El agua del Ykuá es usada en las casas para aliviar el dolor de cabeza o angustias, según cuentan las abuelas.