El Poder Ejecutivo trasladó el feriado de este 29 de setiembre, Día de la Batalla de Boquerón, al lunes 3 de octubre. La medida tiene como objetivo fomentar el turismo interno y receptivo al contar con fines de semana extendidos. El traslado de los feriados produce el ingreso de recursos económicos, genera empleos y un alto impacto social y cultura, de acuerdo a la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur).
Este es el último feriado móvil que contempla el año 2022. Los feriados fijos que restan son el jueves 8 de diciembre, Día de la Virgen de Caacupé, y por Navidad, que será el domingo 25 de diciembre. El primer feriado móvil se adelantó el lunes 28 de febrero por el Día de los Héroes, que es el 1 de marzo. El segundo feriado móvil fue el Día del trabajador, que se pasó al lunes 2 de mayo.
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El 29 de setiembre de 1932 culminó la batalla de Boquerón con la victoria paraguaya frente a las fuerzas bolivianas, fue la primera batalla en la Guerra del Chaco, y este jueves se cumplen 90 años de aquel heroico acontecimiento que registró la muerte de unos 2.000 paraguayos.
El 9 de septiembre de 1932, el fortín chaqueño fue ocupado por el ejército boliviano, fue entonces cuando el ejército paraguayo se decidió a atacar y luchar por su soberanía. Fueron 20 días de conflicto bélico en defensa del territorio paraguayo, por lo que la victoria de la Batalla de Boquerón, fue una de las más gloriosas facetas de la contienda.
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Según el libro “Página Guerra del Chaco Memorias”, el ejército de Bolivia estaba conformado por más combatientes y mejor equipamiento de artillería, sin embargo, esto no acobardó a los soldados paraguayos, que en ningún momento retrocedieron y lograron retomar el control del Chaco.
Durante 20 días, tanto Bolivia como Paraguay mantuvieron una batalla por el fortín en el corazón del llamado “infierno verde”, hasta que finalmente, el 29 de setiembre, los bolivianos que habían sobrevivido al extenso asedio exhibieron banderas blancas, se asumió su rendición y sus pares paraguayos ingresaron caminando al sitio donde hoy se alza un monumento de hermandad.
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Proyectarán “En el infierno del Chaco” por el Día del Patrimonio Audiovisual
En conmemoración del Día Mundial del Patrimonio Audiovisual se proyectará “En el infierno del Chaco”, seguido de charla del cineasta paraguayo Hugo Gamarra Etcheverry, el lunes 28 de octubre a las 20:00, en el Instituto Técnico Superior de Arte y Comunicación (IPAC), sito en Hernandarias entre Humaitá y Piribebuy, en Asunción, con entrada gratuita con inscripción previa: https://n9.cl/xgfb6g.
El domingo 27 de octubre se conmemora el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública sobre la necesidad de adoptar medidas urgentes y de reconocer la importancia de los documentos audiovisuales, evaluar el desempeño de la conservación del patrimonio documental, incluso en forma digital, y al acceso al mismo.
La película dirigida por el fotógrafo argentino Roque Funes, “En el infierno del Chaco” (Paraguay-Argentina, 1932) es un documento histórico que enaltece al Paraguay por la defensa heroica del territorio del Chaco; tuvo un exitoso pasaje en la reciente 43.° edición de Le Giornate del Cinema Muto en Pordenone, celebrada del 5 al 12 de octubre en Italia, con el apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC).
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Declarada de Interés Educativo por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), mediante la resolución n.° 1040/2022 y declarada de Interés Cultural por resolución de la SNC n.° 173/2011, esta película es un documento excepcional de incalculable valor, una joya fílmica y una de las pocas que muestran Paraguay en época previa al cine sonoro.
La película fue puesta en valor ciudadano gracias al aporte de Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fondec), Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo (INAP), La Paraguaya Inmobiliaria y Fundación Cinemateca del Paraguay con la publicación del DVD y el Texto-Guía Educativo “En el Infierno del Chaco – Conmemoración de los 90 años de la batalla de Boquerón” en 2022, que puede ser adquirido a través de las redes sociales de la @cinematecapy. Esta proyección se realiza gracias a los apoyos de: Fundación Cinemateca del Paraguay (@cinematecapy), IPAC (@ipacpy) y Laboratorio de Soportes Audiovisuales (@Labdesoportesaudiovisuales).
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Batalla de Boquerón: combatientes aprendieron a distribuir agua y manejar artillería
Por Karina Ríos (karina.rios@nacionmedia.com)
El 29 de setiembre, se conmemoró la victoria de la Batalla de Boquerón que fue una de las más importantes para el Paraguay durante la guerra del Chaco. Donde una de las situaciones que marcó a los combatientes fue la falta de agua y en la actualidad sigue siendo una de las problemáticas para la región Occidental.
La batalla de Boquerón la libraron combatientes paraguayos contras las tropas de Bolivia entre el 9 y el 29 de septiembre de 1932, del cual Paraguay salió victorioso y luego de perder tierras las recuperó e incluso pudo apropiarse de tierras bolivianas, pero la falta de agua, artillería y desconocimiento de la zona hicieron desistir de la situación.
“La batalla de Boquerón fue importante por varios motivos, primero fue una batalla escuela donde el combatiente paraguayo comenzó a aprender a combatir en el Chaco a partir de Boquerón, cómo moverse en un territorio que es bastante hostil en todos los sentidos”, explicó el historiador Fabián Chamorro, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Detalló que las primeras semanas fueron bastante difíciles para las tropas paraguayas y que incluso tuvieron que abandonar sus posiciones ante la falta de agua. Situación que hasta en la actualidad afecta a la zona, donde cientos de familias sufren por la alta sequía y las autoridades deben asistir con camiones de aguas.
“El ejército comenzó a ver cómo manejar el tema de la distribución del agua, cómo manejar la artillería también en ese tipo de territorios, entre otras cosas. El primer día inclusive los combatientes paraguayos abandonaron sus posiciones, o sea, avanzaron hasta cierto punto y después abandonaron esas posiciones por la falta de agua”, detalló.
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Boquerón marcó el camino
Chamorro afirmó que la única opción era replegarse o retroceder para buscar agua. “La sed fue el enemigo que tuvo tanto el ejército boliviano como el ejército paraguayo en el Chaco. Aunque la guerra fue larga, porque duró 3 años exactamente, Boquerón es como que marca el camino”, confirmó.
Desde la batalla de Boquerón, el país fue recuperando territorio que ya era ocupado por Bolivia. “Paraguay recuperó 150.000 km2 de territorio de Chaco Boreal y eso comenzó con Boquerón. A partir de ahí la moral se levantó y eso hizo que con el paso del tiempo los paraguayos vayan recuperando más y más territorio del Chaco”, refirió.
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Se recuperó la moral
Esta contienda fue fundamental porque querían demostrar una teoría de José Félix de Estigarribia que decía, que a los bolivianos se les podía ganar en el Chaco y también fue fundamental por el tema de la moral, porque Paraguay antes de esta batalla venía de una derrota catastrófica en la guerra de la Triple Alianza.
“Estos soldados eran hijos y nietos de aquellos héroes de esa guerra, había que tener una victoria grande como para elevar la moral del ejército paraguayo. El paraguayo de por sí se fue convencido de que iba a defender algo que era suyo, pero de ahí a ganar en el campo de batalla es una gran diferencia”, agregó.
Manifestó que la mayoría de los generales paraguayos ya venían de una escuela más vieja. “Ellos pensaban que era mejor defenderse desde el río Paraguay, es decir, prácticamente regalarles todo el Chaco a los bolivianos y combatir a partir del río Paraguay. Estigarribia decía que se les podía ganar en el corazón del Chaco y con esta batalla comenzó a cimentarse esa idea”, concluyó.
DATOS CLAVES
- La Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia, se libró desde el 9 de septiembre del año 1932 hasta el 12 de junio de 1935.
- La falta de agua y el manejo estratégico para conseguirlo fue lo que hizo que los combatientes paraguayos salieran victoriosos.
- La Victoria de Boquerón, un combate efectuado entre Bolivia y Paraguay se desarrolló entre el 9 y el 29 de septiembre de 1932.
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Héroes paraguayos: 11 figuras clave en tiempos de guerra
Paraguay, un país de héroes que enfrentó dos grandes guerras en un lapso de 60 años, una de ellas considerada la más cruenta de la historia sudamericana. En esta nueva entrega de Ellos Saben, recopilamos 11 héroes paraguayos de las guerras de la Triple Alianza (1864-1870) y del Chaco (1932-1935) desde la visión del historiador Fabián Chamorro.
La nómina de Fabián está compuesta por Francisco Solano López; Elizardo Aquino; José María Bruguez; Bernardino Caballero; José Eduvigis Díaz; José Félix Estigarribia; Eugenio Alejandrino Garay; José Bozzano Baglietto; Rafael Franco; María Victoria Candia y Andrés Barbero.
Chamorro cita a tres estrategas de la guerra de la Triple Alianza, Elizardo Aquino, quien nació en Luque en 1825. El 30 de abril de 1854, siendo teniente, fue nombrado comandante de la unidad militar de la Fundición de Ybycui. Era capitán cuando se inició la contienda. Comandando el Batallón Nº 36 fue destinado al frente y apoyó a la Escuadra Paraguaya en la batalla naval de Riachuelo el 11 de junio de 1865.
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Siendo coronel y jefe del Estado Mayor de la fortaleza de Humaitá, recibió la orden de cavar unas trincheras cerca a las avanzadas aliadas próximas a los bosques del Sauce; ahí se combatió cuerpo a cuerpo desde el 16 de julio hasta el 18 de julio de 1866 para mantener las posiciones paraguayas. Aquino, en una de las tantas cargas paraguayas para reconquistar las trincheras, y sin medir el riesgo, fue en busca del enemigo recibiendo un balazo en el estomago. Tres días después, en Paso Pucu, segundos después de morir, fue despedido por el Mariscal con un vigoroso: ¡Viva el general Aquino!
El segundo es el general José María Bruguez, artillero, “un hombre muy bien formado a pesar de salir muy poco de Paraguay. Fue un excelente estratega y murió ajusticiado durante los procesos de San Fernando, en junio del año 1868″, refiere Fabián. Y el tercero es Bernardino Caballero, “el estratega que le quedó a López para tratar de parar el aluvión aliado desde mediados de 1868. Caballero aprendió el arte de la guerra en el campo de batalla”, agrega.
A ellos suma los nombres de José Eduvigis Díaz, “por lo que representa para la memoria del Paraguay” y de Francisco Solano López, que para él “es el personaje histórico más importante del Paraguay hasta hoy en día”, asegura.
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En la guerra del Chaco, el primer héroe es el mariscal José Félix Estigarribia, quien tuvo “una visión estratégica diferente, con la guerra en movimiento, con el traslado masivo de hombres y logística en varias direcciones para sus famosos ‘corralitos’”. De acuerdo a Fabián, Estigarribia “no dejó de pensar un solo día en cómo destruir en una sola batalla a todo el Ejército boliviano y si bien no lo pudo hacer, en diferentes batallas fue tomando divisiones enteras del Ejército boliviano”.
El segundo es Eugenio Alejandrino Garay, “un hombre que ya estaba jubilado y prácticamente anciano se convirtió en patrono de la infantería paraguaya”, cuenta y agrega que “después de caminar más de 60 kilómetros con un ejército que no tenía prácticamente agua, salió detrás del Ejército boliviano y logró una victoria fundamental en Yrendagué”.
El tercero es José Bozzano Baglietto, que fue el gran organizador de la retaguardia, también el padre de los cañoneros “Paraguay” y “Humaitá”. El cuarto es “Rafael Franco, que fue un oficial valiente y decidido.
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Por último, rescató la figura de una mujer, María Victoria Candia, que fue la jefa de enfermeras de Paraguay durante la guerra del Chaco”, comenta.
“María Victoria se fue a Inglaterra sin hablar inglés, entró a una escuela de enfermería durísima, militar, donde la maltrataron y sufrió de todo, pero igual prevaleció. Gracias a sus méritos académicos pudo irse a Francia y a Estados Unidos. Cuando Paraguay la necesitó vino y se encargó del entrenamiento de las mujeres. Cuando la guerra llegó se fue servir en el frente. Es una mujer olvidada que merece el reconocimiento por lo que hizo”, reseña.
El héroe civil, para Fabián, es el médico Andrés Barbero, que sirvió a Paraguay en la pandemia de 1918, en la guerra del Chaco y que incluso después de muerto sigue aportando al país al dejarle toda su fortuna. Además, fue el padre de la Cruz Roja Paraguaya. “La Sociedad Científica del Paraguay y la Academia Paraguaya de la Historia funcionan gracias a los recursos que él dejó ya hace más de 70 años”, remarca.
“Él sigue aportando a Paraguay a través de la ciencia, a través de la historia y para mí es fundamental recordar a este gran hombre”, concluye.
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Mito o realidad: ¿Paraguay ganó la guerra del Chaco, pero perdió territorio?
Llegamos al noveno mes del año y se recuerdan varios hechos históricos, entre los que destacan el aniversario de las victorias paraguayas en Curupayty, el 22 de setiembre de 1866 en el marco de la guerra contra la Triple Alianza, y la recuperación del fortín Boquerón luego de una lucha de 20 días que finaliza el 29 de setiembre de 1932, siendo esta la primera gran victoria en la disputa con Bolivia por la posesión territorial del Chaco Boreal en la conocida como guerra del Chaco.
En cada aniversario, especialmente en las redes sociales, surge una polémica que siempre enfrenta a las personas en las posturas que defienden: ¿Paraguay ganó la guerra del Chaco? Y si Paraguay ganó la guerra, ¿por qué perdió territorio?
En esta nueva edición de Mito o Realidad, el historiador Eduardo Ortiz Mereles, docente diplomado en Historia Militar y especialista en historia del Paraguay, responde ambas preguntas, pero cada lector sacará sus propias conclusiones.
¿Paraguay ganó la guerra del Chaco?
No hubo una victoria como tal para ninguno de los beligerantes en los documentos firmados, porque el acuerdo entre Paraguay y Bolivia hablaba de un armisticio. Ortiz cita al investigador y conocedor de la historia de la contienda chaqueña, José Luis Martínez Peláez, para precisar que “las hostilidades cesaron por la firma del protocolo del 12 de junio de 1935, pero lo hicieron por imperio de un armisticio, no por efecto de la aniquilación del Ejército boliviano. Dice el Capítulo V del Protocolo de Paz del mes de junio de 1935: “En homenaje a los sentimientos de humanidad de los beligerantes y mediadores, quedan suspendidos los fuegos a partir del día 14 de junio a las doce horas (meridiano de Córdoba)”.
Agrega que “no hubo pues más victoria militar que la expulsión del Chaco de los bolivianos, ya que al final de la guerra su ejército estaba aún en condiciones de seguir combatiendo”. Por tanto, a decir de Martínez Peláez, “la guerra se suspendió y no hubo vencedores ni vencidos. De allí que fue necesario acudir a una negociación posterior, no solo para darle final jurídico a la guerra por un tratado de paz, sino que había que poner fronteras territoriales para ambos países”.
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El Protocolo de Paz firmado en Buenos Aires el 12 de junio de 1935 establecía el cese definitivo de las hostilidades sobre la base de las posiciones de los beligerantes; se adoptaron medidas de seguridad para evitar la reanudación de la guerra y se ratificaba a su vez la Declaración del 3 de agosto de 1932, que decía que “las conquistas territoriales logradas por la violencia no serán reconocidas por los firmantes de la declaración”.
Además, una conferencia de paz debía ser convocada para resolver el diferendo entre Paraguay y Bolivia en caso de no llegar a un acuerdo por medio de un procedimiento de arbitraje. Entonces, el 14 de junio de 1935, a las 12:00 am, cesó el fuego en todo el frente de guerra, narra el historiador.
Pretensiones bolivianas
Al final de la guerra, técnica y legalmente no hubo vencedores ni vencidos por el armisticio. Pero ¿cuáles eran las pretensiones bolivianas antes del conflicto?
Bolivia sostenía que todo el Chaco era parte de su territorio, interés ya demostrado en la época de don Carlos Antonio López. Luego de la firma del Tratado del 15 de julio de 1852 entre Paraguay y Argentina, se dio la primera manifestación de protesta boliviana contra la ocupación y el dominio paraguayo sobre cierta zona ribereña del río Paraguay.
Se dan luego una serie de hechos apenas finalizada la guerra contra la Triple Alianza, empezando en el año 1878 con el laudo Hayes, en el que el presidente de los EE. UU., Rutheford B. Hayes, declaraba que Paraguay “tiene legal y justo título al territorio situado entre los ríos Pilcomayo y Verde, así como a la Villa Occidental (o Chaco)”.
Luego de concluida la guerra del Pacífico contra Chile en el año 1884, Bolivia perdía definitivamente su costa sobre el mar y a partir de ahí buscaría una salida hacia el este por el océano Atlántico.
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Acuerdos de límites
Entre Paraguay y Bolivia se firmaron cuatro acuerdos de límites: a) El Tratado Decoud – Quijarro en 1879, b) el Tratado Aceval – Tamayo en 1887, c) el Tratado Benítez – Ichazo en 1894 y, por último, el Tratado Soler – Pinilla en el año 1907.
Para mejor referencia, Ortiz adjunta croquis de las divisiones territoriales firmadas en cada acuerdo, que no fueron ratificados por el Congreso paraguayo, ya sea por diversos motivos políticos o porque el destino reivindicaría al Paraguay en cuanto a sus territorios en el Chaco Boreal, por medio de las armas y al final de la guerra.
El 9 de setiembre de 1932 comienza la batalla por la recuperación del fortín Boquerón, que estaba en poder de los bolivianos. Veinte días después, el 29 de setiembre, se da la primera gran victoria de los dirigidos por el joven teniente coronel José Félix Estigarribia.
La falta de agua fue una dura realidad, refiere Ortiz y agrega el valor de los soldados paraguayos, el valioso aporte de las enfermeras y el personal de blanco; los choferes del Chaco que siempre son olvidados, el uso de armas modernas nunca vistas en Paraguay en aquellos días (tanques, lanzallamas, ametralladoras, etc.), las batallas aéreas, el clima (calor de día, frío de noche), la conducción de los oficiales paraguayos empezando por el comandante José Félix Estigarribia, la conducción política del presidente Eusebio Ayala.
“En fin, tanto se puede contar de todo lo que pasó en tres años de dura y cruenta lucha por el control de los territorios chaqueños”, remarca.
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Conclusión
Sin ninguna duda, a criterio de Ortiz, magíster en Ciencias de la Educación y actual presidente de la Asociación Cultural Mandu’arã, se puede considerar que el Ejército paraguayo “ganó” o fue el “mayor vencedor” de la guerra, porque al finalizar la misma el Paraguay obtuvo 136.225 km2, o sea un 125 % más de todo el Chaco Boreal.
En cuanto a los 153.747 km2 obtenidos a través de las armas, el Paraguay cede en las negociaciones de paz aproximadamente un 10 % de ese territorio, que en realidad no tenía antes de la guerra.
De los 324.000 km2 que son la totalidad del Chaco Boreal, Bolivia se quedó con 76.672 km2 (23 %), mientras que el Paraguay con 247.328 km2 (77 %). Al mismo tiempo, esa superficie supone lo que hoy en día es el 60 % del territorio patrio. Lo correspondiente a Bolivia supone el 7 % de su superficie. Además, se mantuvo la soberanía sobre el río Paraguay.
“Debemos recordar siempre a los héroes y heroínas de la guerra del Chaco, ya que es un justo y más que merecido homenaje para quienes pelearon en defensa del Paraguay. Muchos de ellos nunca más regresaron a sus hogares, regando con su sangre el Chaco Boreal, que sin lugar a dudas es paraguayo y lo es gracias a ellos y ellas”, concluye.