El Cántaro Bioescuela Popular se inició hace 15 años en las calles de Areguá, donde por medio de talleres de arte para niños y adolescentes en espacios públicos se gestó un bello proceso de vínculo de cohesión y transformación social comunitaria. Para el festejo, este domingo 21 de agosto en su local con un concierto de varios músicos invitados, entre ellos Purahéi Soul, La Naranja Fusión Club, Chileguay, Asociación Folclórica Kiriri Pype, Ensamble de Estudiantes del Cántaro. También habrá un Círculo Abierto Taller de Percusión junto a Mariposa Radha.

El concierto es a voluntad y habrá feria de comidas organizada por la Comisión de Madres y Padres del Cántaro. Todo lo recaudado será destinado para armar el primer Seminario Comunitario Musical para los 120 estudiantes de Música del Cántaro a desarrollarse en el mes de setiembre. También se puede hacer una donación para el festejo donando a la cuenta bancaria o giros telefónicos que aparecen en los afiches.

“En este momento tremendamente significativo donde cumplimos 15 años estamos tratando de incidir en fortalecer el Movimiento de Cultura Viva Comunitaria para que más escuelas populares sigan brotando como semillas por todo el país y que haya políticas públicas que acompañen estos procesos porque hemos sido testigos que espacios como El Cántaro transforman significativamente las vidas de comunidades enteras”, aseguran.

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Es refugio de niños, niñas y adultos; padres, madres, abuelas y abuelos, nido de aprendizajes colectivos, de talleres de oficios, de arte y trabajo comunitario. Cada quien que ha sido parte ha dejado marcas, recuerdos e historias y cada quien que ha pasado por allí ha sido un aporte para la propia identidad y construcción de la escuela, única en su especie en Areguá como en todo el país.

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Las donaciones se pueden realizar a las cuentas y números que figuran en el afiche. Foto: Gentileza.

Cómo nació el espacio

Nació como tesis de Joe Giménez, su directora, que ganó una beca para estudiar la carrera de mediación cultural en Francia. Su iniciativa surge a partir de la falta y necesidad de oportunidades para los jóvenes en Paraguay que ella misma sintió durante su adolescencia.

Su historia es similar a la de muchos niños, niñas y jóvenes que buscan y precisan de espacios comunitarios que estimulen y faciliten un aprendizaje nuevo y diferente, utilizando el arte como una herramienta de transformación social.

Cabe destacar que el impacto social que la escuela ha generado desde sus inicios repercute directamente en toda la ciudad y sus habitantes, quienes fueron testigos de los primeros 3 años en la calle como un espacio de arte y recreación, la calle como un escenario, un taller de pintura o un cine al aire libre al que todos podían asistir.

Es refugio de niños, niñas y adultos; padres, madres, abuelas y abuelos, nido de aprendizajes colectivos, de talleres de oficios, de arte y trabajo comunitario. Foto: Gentileza.

La experiencia de levantar la escuela

Espacios cuidados, construidos, habitados y protegidos por su propia comunidad, que abren las puertas de la creatividad y la creación colectiva, de la imaginación y el cuidado por el otro. El mismo cuidado que precisa el medio ambiente, los hogares y todo el entorno que habitamos. La estimulación constante a la expresión, la comunicación, la reflexión individual y grupal. El Cántaro sostiene y desarrolla la idea de la existencia de este tipo de espacios como una necesidad de la comunidad para su bienestar, cohesión y construcción de identidad.

El Cántaro en el 2010 deja las calles y logra alquilar una casa para sus actividades: era la casa más vieja y deteriorada de Areguá. La alquilan muy barata y accesible. Todos los estudiantes, profesores y la comunidad trabajaron juntos para arreglarla, embellecerla y convertirla en escuela. Los alumnos, exalumnos y profesores recuerdan la experiencia de levantar una casa abandonada como una de las más bonitas en torno a la historia de la escuela.

Pintaron murales, plantaron árboles, construyeron sillas y mesas. Pero por circunstancias el dueño decide subir el alquiler dos años después a un precio imposible de pagar por ellos. Luego de eso, en el 2012 consiguen fondos para la compra de un terreno baldío. De ahí comienza la bioconstrucción comunitaria de la escuela por toda la comunidad que la conforma. La construcción de la Bioescuela por sus propios participantes la convierte directamente en una escuela de todos y para todos.

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Los alumnos, exalumnos y profesores recuerdan la experiencia de levantar una casa abandonada como una de las más bonitas en torno a la historia de la escuela. Foto: Gentileza.

Transformación social

Aseguran que en El Cántaro se aviva en las personas el espíritu comunitario que tiene el ser humano dentro de su naturaleza, el mismo que ha sido olvidado por la premura, la ambición, el consumo y la hiperproducción.

Muchos niños o niñas han tomado un instrumento musical por primera vez en El Cántaro y muchos de ellos, hoy jóvenes o adultos, han dedicado su vida a la música. El Cántaro ha sabido sostener durante estos 15 años un puente con la comunidad, trabajando un arte que es una herramienta de transformación social que cambia vidas, aviva sueños y usa las manos de todos y todas para volverlo realidad.

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