Por: Jhonny Garay (johnny.garay@nacionmedia.com)
Era un domingo 1 de agosto de 2004, la gente se preparaba para salir de compras en una mañana soleada rumbo al conocido supermercado ubicado en Santísima Trinidad, Asunción, el Ycuá Bolaños. Mucha gente aprovechaba para ir de compras o ir a almorzar en familia en el extenso patio de comidas del mencionado centro comercial.
Para aquella época, el supermercado era uno de los más modernos, tenía dos plantas, cada una de 4.000 metros cuadrados, con un estacionamiento techado para unos 165 autos, el sector del patio de comidas tendría aproximadamente lugar para unas 324 personas sentadas y el supermercado reunía a unas 1.200 personas.
La mañana de aquel día se tornó de manera normal, familias paseando, comprando panificados, verduras, hasta ropas; sin embargo, mientras la gente iba entrando aproximadamente a las 9 de la mañana, algo extraño estaba ocurriendo en la chimenea principal del patio de comidas, la acumulación de grasa y ceniza, producto del nulo mantenimiento, hizo que un pequeño fuego se inicie ahí dentro.
Con el correr de las horas y a causa del intenso calor por el uso de la parrilla más la gran acumulación de grasa, el fuego comenzó a propagarse. El calor del fuego comenzó a debilitar parte de la chimenea hasta soltarla por completo, haciendo que el fuego ya no se limite por el conducto, sino que comenzó a expandirse por toda la cubierta superior del techo incendiando de esa manera el aislamiento que tenía el techo y el cielorraso.
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A las 11:19 se emitió el último ticket antes de la inevitable tragedia, tan solo tres minutos después, a las 11:22, el fuego atravesó la placa del cielorraso que estaba alrededor de la chimenea de la parrilla provocando la caída de los vidrios que separaban el patio de comidas del supermercado en sí, una gran bola de fuego consumió todo el supermercado de manera rápida y violenta incinerando todo a su paso.
Se estima que las personas que estaban en el patio de comidas fueron calcinadas casi al instante, muchas de ellas intentaron huir corriendo hacia las rampas que daban al estacionamiento, pero las puertas estaban cerradas, por orden de algún directivo para así evitar que la gente salga del lugar sin pagar.
Un bombero voluntario que pasaba por el lugar ayudó a algunas personas a escapar, pero un guardia de seguridad propició dos disparos al aire, cerró la reja y encerró en lo que literalmente sería un horno gigante a todas las personas ahí dentro. En ese momento el fuego ya era incontrolable ya que en su recorrido aparecía un sinfín de combustibles: ropas, textiles, latas de aerosol, hasta incluso un compresor de frigoríficos; vecinos y gente que pasaban por el lugar comenzaron a lanzar piedras a una pared de vidrio para intentar abrir una salida para la gente.
Los bomberos en su intento de iniciar el rescate, un trabajo altamente demandante, además de la dificultad del tóxico ambiente, a su paso se tropezaban por una alfombra de cadáveres entre los cuales había algún que otro sobreviviente pidiendo auxilio. La tragedia dejó como saldo más de 400 fallecidos, 365 sobrevivientes y alrededor de 500 familias afectadas.
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Kike Núñez y su testimonio del Ycuá Bolaños
En una entrevista exclusiva para la Nación/ Nación Media, Kike Núñez, un joven que presenció aquella mañana del 1 de agosto cómo sus familiares fueron hasta el supermercado a realizar compras y posteriormente enterarse por la TV de lo que estaba sucediendo.
“Al día siguiente, el lunes 2 de agosto era el cumpleaños de dos de mis hermanos, entonces ese domingo 1 íbamos a almorzar un asado por el cumpleaños de ambos hermanos; mis padres fueron al supermercado para hacer las compras, los hermanos nos quedamos en casa jugando al Nintendo 64, sin darnos cuenta ya había pasado el mediodía y ellos no venían aún, la mesa ya estaba lista y uno de mis hermanos prendió la TV y ahí nos enteramos que el supermercado se estaba incendiando”, relató el joven.
Agregó que al principio él estuvo tranquilo, pensó que era un incendio más donde solo hay pérdidas materiales. “Nos empezamos a desesperar cuando en las noticias ya hablaban de que habían más de 100 muertos, recibimos la llamada de un tío o tía, no recuerdo bien donde nos contaban que mi papá habló en televisión, eso nos tranquilizó un poco porque ya sabíamos que mi papá estaba bien, luego llega un tío nuestro y con él, yo y otro hermano más, nos pasamos todo el día recorriendo hospitales, escuchando listas de heridos y fallecidos para saber dónde estaba mi mamá”, comentó.
Al llegar la noche de ese 1 de agosto, él y otro de sus hermanos que también estuvieron todo el día recorriendo en busca del paradero de su mamá, la encontró, pudo reconocer su cuerpo en el polideportivo del cuartel de la DC1 (la Caballería) y ese domingo de noche terminó la búsqueda con la triste noticia.
“Según testimonio de mi papá, cuando empezó el incendio ambos fueron corriendo hacia la rampa, entre toda la gente corriendo, mi mamá se cayó y se perdió en la avalancha de gente, poco metros después mi papá también se cayó y una avalancha de gente se vino encima de él, esa gente le sirvió de escudo contra el fuego, toda la gente que estaba encima de él murió calcinada pero milagrosamente él sobrevivió hasta que le rescataron los bomberos que rompieron los cristales de la rampa”. explayó Kike Núñez contando su testimonio sobre cómo perdió a su madre en la tragedia del Ycuá Bolaños.
El oficial héroe
Juan Duarte era oficial de policía en aquel entonces y prestaba servicios en el Área Metropolitana. Aquella mañana del 1 de agosto, Juan se encontraba patrullando en la zona hasta que se percató de una bola gigante de fuego saliendo hacia el botánico; era el conocido supermercado de Trinidad consumido completamente por las llamas.
El oficial intervino en el lugar y comenzó a ayudar a la gente y al realizar dicho acto de valentía rescató a una criatura, lo alzó en sus brazos e intentó reanimarla haciéndole respiración boca a boca; justo para ese momento un fotógrafo del lugar captó una instantánea que al día siguiente se convertiría en tapa de todos los diarios.
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