Una joven de 25 años diagnosticada con una enfermedad renal terminal a los 22 ingresó a un régimen de diálisis de tres veces por semana, totalizando 12 horas semanales, por lo que había ingresado a la lista de espera como candidata para un trasplante renal y, luego de tres largos años de espera, finalmente apareció un “ángel donante”.
La joven, que pese a su duro régimen de diálisis se encontraba desarrollando la carrera de Administración de Empresas, dejó de depender de una máquina e ilusionada y llena de sueños se prepara para defender su tesina para poder convertirse en licenciada en Administración de Empresas.
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“Mis dos riñones se achicaron totalmente, empecé a dializarme a los 22 años porque a esa edad me detectaron la enfermedad, que no me pudieron diagnosticar antes. Lo que sí yo había llegado al hospital, veía todo borroso, me hicieron muchos estudios y me dijeron que era un problema renal. Sufrí mucho, me costó superar esa realidad, estar tanto tiempo atada a una máquina era bastante desgastante, pero pude superar”, destacó la paciente en comunicación con La Nación-Nación Media.
La paciente renal fue beneficiada con una donación cadavérica y fue dada de alta hoy miércoles 27 de julio del Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción (FCM-UNA) y gracias al donante dejó atrás las largas horas de hemodiálisis.
La paciente con iniciales D.G. volvió a su casa tras cumplirse 10 días de su trasplante. La misma resaltó que al fin, tras tres años, deja de depender de una máquina de diálisis, a la que debía conectarse tres días a la semana en sesiones de cuatro horas cada vez.
“Mi objetivo es recuperarme bien y a la par realizar mi tesis para graduarme como licenciada en Administración de Empresas a fin de poder buscar un empleo. Vivía conectada a una máquina, por lo que no podía trabajar, porque son 12 horas semanales, tres sesiones de cuatro horas”, dijo D.G. en comunicación con La Nación-Nación Media.
Destacó al donante cadavérico como un “ángel donante”, quien le permitió tener una nueva oportunidad de vida. Agradeció a la familia de la persona fallecida que le donó su riñón, porque entendieron que donar es regalar vida, a pesar del dolor por la pérdida de su ser querido. Agradeció también a los médicos, licenciadas y todo el personal administrativo que puso su grano de arena para poder ser beneficiada.
“Me siento muy bien ahora, estoy muy contenta. Tengo muchos sueños por delante que tengo que cumplir, sé que los voy a lograr. Estoy muy agradecida con la familia del donante porque pudieron salvar muchas vidas. Nunca hay que perder la fe y la esperanza”, resaltó la joven, que ahora ya se encuentra reposando en el calor de su hogar con una nueva vida por delante tras el trasplante.
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