Los últimos atentados a nivel mundial, en escuelas, templos religiosos y lugares con presencia multitudinaria, abren muchos cuestionamientos a la sociedad y uno de ellos es el rol de informar de los medios de comunicación. El diario La Nación consultó a la psicóloga Mirtha Maldonado si los casos de atentados a nivel mundial, como el caso de la publicación de los suicidios, alienta a otras personas a perpetrar estos hechos de violencia extrema.
Si bien en Paraguay son casos atípicos que por suerte hasta el momento no suceden como en otros países, donde cada vez son más frecuentes los atentados que conmocionan a todo el mundo, los adolescentes y estudiantes juegan con amenazas similares a través de escritos o redes sociales. Según la licenciada Maldonado, la bibliografía de esos países señala que los ataques violentos tienden a imitarse.
“Las situaciones no están ajenas del contexto social en que vivimos, de nuestras sociedades, que cada vez hay más leyes y menos autoridad. No se analizan las causas de base que nos permitan encontrar salidas a las situaciones de violencia, hay una gama de todo tipo de abusos. La bibliografía que se maneja, sobre todo en los países donde ocurren con mayor frecuencia los atentados y hechos de violencia extrema, habla de que estos ataques violentos en las escuelas con armas en realidad tienden a imitarse, como el caso de los suicidios”, aseveró.
Señaló que los medios de comunicación y las personas que tienden a comunicarlo todo en las redes sociales deben tener cuidado en cómo presentan este tipo de casos, ya que tienden a generar un estímulo porque tocan una base común de identificación con personas que se encuentran por fuera (excluidos, discriminados o rechazados) y tienen pérdidas bastante fuertes respecto a su identidad.
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“Lo que muestran los muchos casos es que siempre hay una cobertura importante en relación al que comete ese hecho, al perpetrador. Hay una especie de respuesta pero bien planeada, no es cualquier respuesta, es muy planificada y pensada”, manifestó.
Según la profesional, los atentados colocan un problema enorme a la sociedad y en el caso de las escuelas porque se dan en el ámbito educativo que conmueven profundamente y crean una paranoia social, generan una situación de duda e incertidumbre de llevarle o no a los niños al colegio porque nadie sabe qué pueda pasar.
“Cuando hablamos de acoso escolar, de maltrato escolar, no está desvinculado a hechos o situaciones de violencia y muchas veces pasan desapercibidos por las instituciones escolares, que hace caso omiso o no toman con la debida seriedad que tienen estos hechos. Es una situación de convivencia escolar complicada, en donde la institución no sabe gestionar las relaciones personales en la comunidad educativa, y por su puesto eso va generando una subjetividad en ese niño que sufre de maltrato, discriminación o rechazo”, explicó la profesional a La Nación.
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