Hoy en el calendario católico se conmemora el Día de la Educación Católica. En este sentido, la Pastoral Educativa de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) dio un mensaje a las instituciones educativas católicas que se encuentran enfrentando varios desafíos en la educación y en la sociedad actual.

“Las escuelas católicas tienen clara su misión evangelizadora, porque estas instituciones educativas constituyen espacios de formación integral de las personas. La formación de niños y jóvenes debe estar plasmada en un proyecto educativo visionario, centrado en Cristo Jesús, y fundamentado en los valores evangélicos como el amor, la paz, la verdad y la justicia. Nos comprometemos como educadores católicos a instalar la pedagogía del amor y la cultura de la paz”, dijo monseñor Gabriel Escobar, obispo responsable de la Pastoral Educativa de la CEP.

Aseguró que las instituciones educativas están obligadas a trabajar por una educación para la justicia para prevenir las delincuencia e instalar la cultura de la legalidad en la sociedad. Afirmó también que la educación paraguaya enfrenta hoy varios retos como: las desigualdades sociales, la falta de educación gratuita total, la equidad y calidad educativa, el acceso a la tecnología, un currículum desfasado, capacitaciones a docentes para estar acordes a las exigencias actuales.

“La pandemia causó estragos no solo en lo económico sino en todos los estamentos de la sociedad paraguaya, en el ámbito educativo dejó daños irreparables que no se mencionaron y hasta hoy no fueron asumidos. La pandemia acrecentó la pobreza y, por ende, las desigualdades entre los niños y jóvenes de comunidades urbanas y rurales, de escuelas oficiales, privadas y subvencionadas fueron muy notorias y graves en relación al uso de la tecnología”, aseguró Escobar.

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Señaló que la pandemia evidenció una brecha importante que generó impotencia y tristeza entre alumnos, docentes y padres de familia y que hoy estamos frente al desafío de la transformación educativa que obliga a tener coherencia entre el decir y el hacer y que los educadores están obligados a anunciar y a denunciar lo correcto e incorrecto.

“Hay que denunciar lo que está mal y aplaudir y apoyar lo que está bien, que es lo correcto. Es urgente y necesario marcar las diferencias como educador católico en nuestro quehacer cotidiano en busca de un Paraguay mejor. Nuestro querido Paraguay necesita una urgente transformación que revalorice la familia como núcleo fundamental de la sociedad y que la transformación educativa concretice el sueño de nuestros niños y jóvenes, el de asegurar el acceso a la educación gratuita y de calidad”, concluyó.

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