Preparan estas bolsas con fundas de algodón lisas o estampadas de géneros suaves. El interior es rellenado con semillas de girasol, alpiste, lentejas, arroz, melón, sandía y hierbas aromáticas. Foto: Gentileza.
Reclusas fabrican almohadas terapéuticas que alivianan dolores
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Mediante una propuesta innovadora de producción y venta, siete mujeres privadas de libertad (MPL) del Centro Penitenciario para Mujeres Hogar Nueva Oportunidad buscan aliviar dolores mediante la fabricación de almohadas terapéuticas de semillas y hierbas naturales con propiedades desintoxicantes, relajantes y calmantes.
Como una manera de ocupar sus vidas, preparan estas bolsas con fundas de algodón lisas o estampadas de géneros suaves, que llevan costuras interiores y se hacen en variados tamaños y pesos. El interior es rellenado con semillas de girasol, alpiste, lentejas, arroz, melón, sandía y hierbas aromáticas hasta quedar mullidas, con la posibilidad de adaptarse a distintas temperaturas dependiendo si se llevan al microondas o a la heladera.
“Una almohada terapéutica puede ser una gran aliada para un alivio rápido del dolor. Se usa a menudo por hombres, mujeres y niños incluso, es fácil de hacer, no requiere mucho tiempo y además no es costosa; así surgió la idea y estamos sacándolas al mercado a precios más que ventajosos a juzgar por lo que cuestan en las farmacias y comercios”, expresó Nelsi Centurión, titular de la mencionada institución.
En cuanto a los beneficios de las bolsas en caliente y frío, destacó que están las que ayudan a disminuir los síntomas de dolores de espalda, huesos, muscular o de juanetes, así como también afecciones bronquiales, lumbalgia, cólicos premenstruales y del bebé o hasta para relajar el rostro. Estas se pueden adquirir a partir de 20.000 guaraníes y si se desea saber más sobre los productos o solicitar un presupuesto a medida, se puede contactar con personal del Hogar Nueva Oportunidad al celular (0972) 600-646.
Las telas son donaciones de Grecia Arce de La Paraguaya Uniformes. En tanto que Nourhan Merhi, química y farmacéutica, así como Diego Ramírez, fisioterapeuta del Hospital Ingavi, hacen su parte como facilitadores de voluntarios que se encargan de la parte profesional de los productos. Los demás insumos y máquinas costureras son absorbidos por gestión de la dirección del penal.
Stand up en el penal de mujeres: “El humor es un ejercicio liberador”
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Adriana Torres dice no tener prisa: “No salgo hoy; no tengo planes de fuga”, bromea. Está en la mayor penitenciaría de mujeres de Paraguay y acaba de recitar un monólogo de comedia de stand up que la podría ayudar a reinsertarse en el mundo laboral. Señalan que para las internas “el humor es un ejercicio liberador”.
El show tiene lugar en el patio de la cárcel El buen pastor, de Asunción, donde un grupo de reclusas se ubica en sillas dispuestas en fila para presenciar el espectáculo que pone fin al curso de dos meses ofrecido por la ONG Corazón Libre y en el que participó una decena de internas.
Una de ellas es Torres, de 33 años, quien dejó a sus cinco hijos de entre 15 y un año bajo tutela de su padre, mientras purga una pena de seis meses por “hurto simple” para conseguir crack, al que se dice adicta. “Mi papá, cuando supo que estuve presa, me vino a ver y me dijo: prefiero verte acá que en la calle”, cuenta a la AFP al bajar del escenario, adornado con banderines de colores.
“Estuve dos años por la calle. Hace cinco años que me empecé a drogar. Y dos años bastó para fundirme realmente”, prosigue, lista para salir este mes. Ese tipo de experiencias pueden arruinar vidas, pero también tienen el potencial de convertirse en el combustible del humor.
Es lo que les enseña Carolina Romero, la humorista y profesora de comedia que lidera este experimento de llevar el stand up estadounidense a la cárcel de mujeres paraguaya. “Lo que alimenta el éxito del stand-up es la tragedia, pero se requiere una habilidad y un proceso para asumir ciertas realidades y reírnos de ellas”, dice Romero a la AFP, llevando una libreta donde apunta los tipos de remates y los recursos creativos del humor.
El curso ofrecido por la ONG Corazón Libre finalizó con una presentación de las internas en el patio de la penitenciaría. Foto: AFP
Tragedia se busca
De la decena de reclusas que hicieron las ocho clases de stand up, solo la mitad se anima a subir al escenario el día del show final en el penal. El público ríe a carcajadas, vigilado de cerca por los guardias. En su monólogo, la argentina Brisa Leguizamón, de 25 años, describe a su numerosa familia y su papel de tía cuidadora de niños terribles. “La casa queda como si la hubiese allanado la policía”, ironiza.
“Pero a la hora de la verdad, estamos todos. Así es la familia. Nos peleamos, pero en un cumpleaños, vamos todos. Si alguien se enferma, estamos todos. Y ni hablar si hay un velorio: vamos todos, menos uno. ¡Gracias!”, se despide.
Leguizamón fue detenida en Asunción en 2023, tras ser acusada en Argentina de tráfico de droga al menudeo junto a su marido, en un caso que tuvo cobertura mediática. Ambos están sometidos a un trámite de extradición por narcotráfico en la convulsionada ciudad de Rosario, en la provincia argentina de Santa Fe.
Sin embargo, prefiere hablar de sus cinco minutos de show. “Estuve nerviosa, pero me ayudaron un montón”, cuenta a la AFP. “Sí creo que esto puede llegar a ser una buena herramienta para afuera, ahora hay que ver si llegamos”.
Para la profesora Romero, “no cabe la menor duda de que, a estas chicas, un escenario afuera no les va a faltar”. “Si bien con un antecedente así en otras profesiones probablemente no te contraten, en el stand-up es muy probable que te quieran contratar”, explica, porque con el “punchline” correcto y una catarsis honesta, estas vivencias pueden rendir en un escenario.
Humor liberador
Romero también aboga por la idea de “ver el arte como una salida laboral: eso es algo que en general no se considera y son muchas las internas que quieren tener una oportunidad para reinsertarse”. La cárcel El buen pastor, la mayor prisión de mujeres de Paraguay, alberga 550 presas, cuando tiene una capacidad para solo 200 personas.
Para el ministro de Justicia, Rodrigo Nicora, el Estado tiene capacidad para 11.000 reclusos en todo el país, pero la población penal excede los 18.000 en 18 centros penitenciarios, cuatro de ellos para mujeres y seis mixtos. “Hay hacinamiento y estamos procurando que esto sea más llevadero” por medio de actividades como el taller de stand up, comenta la directora de El buen pastor, Yenny Delgado.
Por ahora, explica, “se hace una separación cuidadosa con las más violentas y las muy adictivas”, aunque el taller se hizo con el grupo que la dirección consideró más apto por su buena conducta. Para ellas, “el humor es un ejercicio liberador”, dice Romero.
Diez son las reclusas que hicieron las ocho clases de stand up en el penal. Foto: AFP
En el marco de la reinserción social y laboral de las personas privadas de libertad, el Centro de Rehabilitación de Mujeres Juana María de Lara de Ciudad del Este apunta a un buen resultado, según los datos proveídos a La Nación/Nación Media, por su directora Lourdes Nelsi. Unas 65 mujeres de la cárcel de mujeres, de las 75 que están hoy, tienen algún trabajo que les genera ingresos y aportan a sus hogares.
De las 65 mujeres privadas de libertad que tienen algún trabajo, 38 son trabajadoras de una empresa textil que tiene convenio con el Ministerio de Justicia para la instalación de su taller dentro del penal, donde sus operarias son las mujeres procesadas o condenadas que cumplen con su prisión en el Centro Juana María de Lara. Trabajan en costura haciendo indumentarias para médicos y médicas, en un horario de ocho horas diarias.
Otras mujeres trabajan en el cultivo de suculentas, fabricación de velas, manualidades varias y productos reciclados. En el caso de las suculentas, las mujeres son capacitadas previamente sobre todo el proceso, desde colocar el sustrato, germinar, hacer la muda y tener preparada para la venta.
“La mayoría de las mujeres que se encuentran en el Centro de Rehabilitación, Reinserción Social y Laboral son proveedoras de su hogar y todas ellas aportan para la manutención de sus familias”, explicó la directora Lourdes Nelsi.
Internas de penal fabrican diez mil batas hospitalarias
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El Ministerio de Justicia incorporó a 32 operarias mujeres privadas de libertad (MPL) del Centro Penitenciario de Mujeres Juana María de Lara, de Ciudad del Este, para la línea de producción de insumos hospitalarios en intramuros. El primer lote producido es de 10.000 batas quirúrgicas, informó el Ministerio de Justicia.
Existe una meta de producir 20.000 unidades de batas semanales, que en términos de óptimos resultados se traducirían en fabricar una bata en 40 segundos. Las ropas quirúrgicas para uso y protección del personal de blanco están realizadas en tela Tnt gramatura 10, cumplimiento con las especificaciones técnicas y normas internacionales de calidad.
Estos productos serán comercializados por la empresa Mega Plásticos SA, que cuenta con un acuerdo de cooperación con la institución.
El proyecto público-privado denominado “Cosiendo para el personal de blanco” concretó la instalación de un centro de entrenamiento de fabricación de insumos hospitalarios en octubre del año pasado, con el fin de generar capacitación textil con oportunidades laborales, que favorezcan el desarrollo personal integral y la reinserción social y laboral de las mujeres privadas de libertad, acompañadas de un equipo multidisciplinario de capacitadores, psicólogos y trabajadores sociales.
Las instalaciones e infraestructura puestas a disposición por el Ministerio de Justicia cuentan con 32 máquinas rectas y overlooks proveídas por Mega Plásticos SA, que no cesan de coser los fardos de piezas cortadas de tela, de lunes a viernes de 7:00 a 15:00, con dos instructores empresariales que supervisan las tareas.
El Ministerio de Justicia impulsa permanentemente el fortalecimiento de proyectos de reinserción desde la Dirección de Bienestar y Reinserción Social, con convenios de colaboración y asistencia financiera de instituciones del sector público o privado, a objeto de fortalecer el desarrollo y ejecución de políticas del Gobierno de Paraguay.
Reclusas del Cereso hicieron curso de peluquería pensando en la reinserción y recibieron diplomas
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Recientemente se llevó a cabo el acto de clausura del proyecto Ta’arõ (Esperanza), ejecutado conjuntamente entre el programa Educar sin Barreras de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional de Itapúa (UNI) y el Instituto Arapoty.
En la ocasión, unas 16 mujeres privadas de libertad del Centro de Rehabilitación Social Itapúa (Cereso) recibieron sus certificados del Curso Básico de Peluquería. El mismo contó con la asistencia general del coordinador de Reinserción Social Hugo Riveros.
El programa, que cuenta con la anuencia de la dirección penitenciaria, establece una carga horaria de 50 horas reloj y pretende ofrecer habilidades que puedan ser útiles a las mujeres privadas de libertad para su reinserción social.
Hay que mencionar que las internas asimilaron conceptos básicos de peluquería y barbería, aplicación de técnicas asociadas al corte de cabello rectos y en degrade, modernos (Fade) y perfilados. Así también, estilos y desarrollo de peinados lacios, con rulos y tipos de trenzas, con fundamentos del uso de las distintas herramientas de peluquería.
Del acto participaron el director del Cereso, Carlos Silva; la directora del Instituto Arapoty, Mirtha Bianchetti; la coordinadora del proyecto Educar sin Barreras, Delssy Santa Cruz; las docentes Gladys Bianchetto, Agripina García, Nilda Caballero y Viviana Méndez, además de la jueza de ejecución penal Laura Benítez, estudiantes y funcionarios del Centro de Rehabilitación Social.