Por Viviana Orrego, periodista (viviana.orrego@nacionmedia.com)
Hoy, 15 de mayo, se conmemora el Día Nacional de la Madre, en coincidencia con el Día de la Independencia Patria, y La Nación, para rendir homenaje a todas las madres en su día, te cuenta el testimonio de dos madres que sin capa ni superpoderes se convirtieron en las heroínas de otras mujeres que también son madres.
A una, una enfermedad la puso a prueba como mamá, su amor incondicional logró movilizar a todo un país para comprar un costoso medicamento que salvaría y mejoraría la calidad de vida de su pequeña hija que padece una enfermedad neuromuscular, lo consiguió y su lucha la llevó a habilitar la Fundación “Curame Paraguay”, para apoyar a otras familias que pasan lo mismo que ellos.
Mientras que a la otra, un accidente aéreo en el que casi todos los tripulantes de una avioneta siniestrada murieron, mostró su inquebrantable fe desde el primer momento en que supo del hecho y su hijo sobrevivió y es testimonio de que la bendición de una madre es sagrada e infalible.
Hablamos en primer lugar de Tania Maíz, mamá de la pequeña Bianca Patiño Maíz, la beba diagnosticada con Atrofia Muscular Espinal (AME), quien con la titánica campaña de su madre y su padre juntaron una importante suma de dinero y consiguieron que el Estado complete el monto para comprar el Zolgensma, considerado el medicamento más caro del mundo.
“Con Bianca me llegaron aprendizajes que jamás imaginé, miedos superados, logros desbloqueados. Con ella mi vida cambió de rumbo, me puso en un camino lleno de retos y desafíos, conocí el amor incondicional y supe convertir mis inseguridades en fuerzas para continuar y todo por ella. Dios dijo que el reino de los cielos es de los niños y sé que el nos envió una misión con ella, no es fácil, pero no nos está dejando solos, él nos acompaña y sé que ella tiene un propósito en la tierra y en nosotros”, dijo Tania, una mamá heroína en comunicación con La Nación.
También hablamos de Blanca Vaccari de Zaván, la enfermera madre del joven José Zaván, único sobreviviente del accidente aéreo ocurrido en febrero del 2021, en Luque, quien sorteó los peores pronósticos con la vida de su hijo y se mantuvo en la fe en Dios y en su querida beata Chiquitunga.
“La fuerza que me movía era el amor y la bendición de Dios, la intercesión de nuestra beata María Felicia de Jesús Sacramentado y el amor maternal que lo cura todo, eso puede más que cualquier otra cosa. La recuperación de mi hijo, la fortaleza que él tiene me motivó a nunca decaer. Realmente, el amor de mamá lo cura todo”, indicó Blanca, una madre de fe ferviente ante cualquier adversidad, en comunicación con La Nación.
Empatía y sensibilidad
Mamá Tania se describe como una persona con mucha empatía y sensibilidad, una mujer que lucha por sus sueños y no se da por vencida ante las dificultades. Se considera una mujer de mucha fe y perseverancia, virtudes que la ayudan a lograr grandes cosas, pero siente mucha impotencia y debilidad ante las injusticias, sobre todo en el ámbito de la salud, que es su desafío diario ya que es obstetra de profesión y continúa con la rehabilitación de Bianca en el hospital.
“No puedo negar que tengo miedo, sabiendo que Bianquita no podría defenderse o le dificultaría comunicarnos lo que le pase, creo que para una mamá en mi situación, su mayor miedo es pensar en qué pasaría si le faltáramos. Los padres con hijos de cuidados especiales tienen miedo, por eso insto a seguir luchando por cuidarnos entre todos, dar más amor y seguir educando bien a nuestros hijos, que sean empáticos e inclusivos en todo”, señaló Tania al ser consultada cuál es su principal miedo como mamá.
Mientras que lo que le hace feliz a mamá Tania es sentirse plena como madre y como mujer, porque cree que como mujeres, las madres deben sentirse empoderadas, cuidarse entre sí, trabajar en lo que le gusta, porque asegura que eso se transmite a los hijos, la seguridad que tienen como mujeres y como personas.
Tania maneja la cuenta “Todos somos Bianca”, donde muestra su cotidiano vivir con su pequeña Bianca y con el AME, sus rutinas de fisioterapia, sus cuidados, porque sabe que hay muchas mamás que se encuentran pasando lo mismo que ella, ya sea con AME u otra patología, y lo que busca es visibilizar la existencia de estos niños, de estas personas, que son muy amadas en sus familias, pero que la sociedad no los conoce.
“Nos levantamos y nuestro día normal es llevar a nuestros hijos a sus terapias, buscar medicamentos, bañarles, vestirles y todo con mucho amor a diario. El amor es la fuerza que nos mantiene de pie, por encima de un diagnóstico médico, por encima de todo pronóstico. Es dar lo mejor de nosotras diariamente todo el tiempo que Dios nos preste sus vidas, porque son ángeles que Dios nos presta para enseñarnos el valor de la vida. No están solas, somos muchas las que luchamos por nuestros hijos a pesar de las dificultades, yo valoro sus esfuerzos, todo amor y sacrificio siempre tiene recompensa”, remató Tania.
“Yo le bendije siempre a mi hijo”
Para Blanca, la bendición a un hijo es fundamental, tanto al salir de casa como al volver, e incluso cuando duerme tranquilamente y en todo momento, para que Dios lo proteja, incluso en las peores situaciones como las que le tocó vivir a su hijo, donde sobrevivió gracias a la inmediata labor médica, como también por la fe que tuvo su madre desde el primer momento en que supo del accidente.
“Hetaite ahovasa akue la che membype anteke ojupi pe aviónpe ha osê rire pe avión (Bendije mucho a mi hijo antes que suba al avión, así como cuando despegó). Nunca dudé del poder de Dios y de que mi hijo estaba vivo, en ningún momento decaí en la fe, siempre supe que él estaba vivo. Él (José) se me mostró en mi mete, volando como un superhéroe, seguro ese fue el momento del accidente, yo no dude en que Dios nos iba a amparar”, dijo Doña Blanca a La Nación.
Se describe como una persona de fe, de mucha confianza en Dios, que siempre se mantuvo en la actitud tranquila y agradecida para superar todo lo que desde ese momento y hasta hoy está viviendo junto a su hijo. En abril se cumplió un año de la primera alta médica de José en el Hospital del Trauma, donde fue ingresado de urgencia tras el accidente.
“A cada Santo le debo una vela, porque no nos podemos quejar, el país estuvo con nosotros y sigue, queriendo saber de alguna manera cómo está de salud mi hijo. Lo único que puedo decir como mamá es que ‘la sy tuichaiterei mba’e’ (la madre es algo muy grande) porque en este tiempo que estuvimos internados en el hospital, cuando José salía del quirófano, yo perdí a mi madre”, relató Vaccari.
En medio de las oraciones para que su hijo salga bien de la operación, lloraba la pérdida de su madre y tuvo que sacar fuerzas para sobrellevar el dolor y tener la fortaleza de encarar la cirugía y recuperación de su único hijo. Afirma que, por la muerte de su madre, ella se encontraba tranquila porque en vida supo honrar a su querida mamá.
“Estoy feliz por un lado, porque ella ya está en el reino celestial cuidándonos desde ahí, en vida hay que hacer todo por la mamá. Una madre por su hijo lo da todo, es lo que nos enseñaron nuestras madres, un hijo es un hijo, así como la mamá es muy grande, un hijo también es algo muy grande, es la descendencia de la vida, entonces hay que cuidar esa vida y la madre debe hacer de tripas corazón y golpear puertas para que al hijo no le falte nada”, remató.