Un domingo diferente fue el que vivieron el pasado 27 los residentes del Hogar de Ancianos San José de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Luque. Fue una celebración por el Día de la Mujer Paraguaya, organizada por una generosa benefactora que quiso llevar un poco de alegría, afecto y distracción a la abuelas del hogar.
“Estoy muy contenta de que todo haya salido bien y de que las abuelas hayan disfrutado de un hermoso día. Estas mujeres paraguayas merecen todo nuestro reconocimiento porque después de haber pasado por tanto en sus vidas, muchas de ellas se encuentran abandonadas ahora por sus familias en un lugar donde, si bien son atendidas cariñosamente por las hermanitas, también necesitan que sean visitadas para que se sientan queridas”, expresó Adela Zarza, organizadora del festejo.
En efecto, el hogar está situado en la ciudad de Luque y acoge a unos veinte varones y mujeres de la tercera edad, en su mayoría en total estado de abandono por parte de sus familiares, pero que tuvieron la dicha de ser abrazados por las monjas que con todo cariño los atienden en su senectud.
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En el evento del domingo pasado hubo un almuerzo, regalos para todos los residentes y un festival de música y danza muy animado que contó con la adhesión de varios artistas. Estuvieron el elenco de ballet Anga Rory de la profesora Lilia Doldán y las mellizas Maidana que deleitaron con su canto. También se sumaron al festejo la profesora Vilma Ferreira y la escuela de música del profesor Maldonado y Toto Cabañas de la Cooperativa 30 de agosto Limitada.
La comerciante organiza periódicamente este tipo de actividades dentro de sectores vulnerables de la sociedad. Es usual verla llevando víveres y ropas a los niños de las comunidades nativas que se instalan en el centro de Asunción, o agasajando por el Día de Reyes a chicos de zonas ribereñas.
Otros hogares de ancianos también suelen recibir su visita y hasta en muchas ocasiones, junto con otras voluntarias, realizan viajes al interior del país tras recolectar víveres y prendas de vestir para niños y mujeres de los asentamientos.
“Lo hago en nombre de mi fallecida hija quien era muy sensible y siempre ayudó a los más necesitados. Ella me transmitió esa empatía y nada me reconforta tanto como ver la sonrisa de un niño o de un anciano cuando reciben algo, un plato de comida, un juguete o simplemente afecto, hacerles sentir importantes, eso me hace muy feliz”, expresó.
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