Continúa el debate sobre el tema del bullying tras la muerte del pequeño Drayke Hardman, un niño de 12 años de edad que sufrió acoso y bullying escolar y eso lo llevó a decidir quitarse la vida en Utah, Estados Unidos, debido a la presión psicológica que ejercía sobre él un compañero, el victimario.
En este sentido, la psicóloga Laura Bogado, en el programa “Las Residentas” del canal GEN, refirió que existen varios tipos de acoso, niveles de daños y ante el problema se debe dialogar con la víctima en el que los padres deben construir una confidencialidad con sus hijos para que estos tengan la confianza de decir qué es lo que está pasando.
“Estoy muy dolida porque le puede pasar a todos, estamos muy expuestos al bullying todos y ahora que vamos a volver a la presencialidad, esta es una problemática con la que nos vamos a volver a encontrar. El Bullying ya se puso de moda allá por los 70, desde entonces ya veníamos hablando de esto; sin embargo, cuando estamos en grupo, teniendo relaciones interpersonales con nuestros pares nos volvemos a encontrar con esto”, expresó la profesional.
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El bullying hace referencia a un maltrato que generalmente se da en una escuela, en un colegio o en una universidad donde siempre hay un blanco que es la víctima que recibe todo tipo de maltrato a quien incluso humillan. Este grupo siempre hace que se humille a una sola persona ya sea por su color de piel, por su forma de hablar, o por su aspecto físico o una forma de ser llamativa.
Según Bogado hay varios tipos de acosos como físicos, psicológicos, verbales, sexuales y también cibernético, ya que en los últimos tiempos se utilizaron las redes sociales para acosar. También existen niveles de daños que se pueden notar por el cambio de conducta o rutina de la víctima, en el caso de Drayke, el pequeño no quería volver a las prácticas de básquet afirmando que estaba cansado.
“Lo primero que yo quisiera decirles a los padres es que no dejen de tener una comunicación fluida con los hijos. Nosotros tenemos que conocerlos bien a ellos como para poder saber y darnos cuenta cuando hay un cambio significativo en ese chico o en esa chica. Tenemos que darnos cuenta cuando hay cambios en su rutina, por ejemplo el caso del chico, no quiso ir al básquet cosa que lo solía hacer, los padres pensaron que estaba cansado”, indicó.
Cuando se presentan situaciones como esa, en la que los padres creen que dejan de hacer algo porque simplemente están cansados, la profesional planteó que ese es el momento para sondear a los hijos: ¿por qué estás cansado?, ¿a qué se debe?, ¿qué hiciste?.
Contó también otras señales de alarma que no deben ser minimizadas, sino al contrario, deben llamar mucho la atención cuando los hijos piden cambiarse de grupo, de sección o definitivamente desean abandonar el colegio y estudiar en otro. Refirió que los padres suelen minimizar este pedido de sus hijos porque la institución o el horario en que estudian les da comodidad o no quieren que los niños simplemente huyan cuando tienen problemas con su entorno.
“Esas son cosas que nosotros como padres tenemos que tener en cuenta, principalmente la escucha: el saber por qué mi hijo o mi hija quiere cambiar de sección, de escuela o no quiere asistir a un evento, a un cumpleaños, esa es la primera llamada de atención para empezar a sondear”, insistió.
Por otro lado, aseguró que minimizar o ignorar lo que los niños están diciendo que les molesta no es la vía para la solución, ante el problema refirió que los padres deben acudir a las fuentes directas en orden de jerarquía, primero informar a la profesora, a la directora y estas a los padres del victimario o a toda la comunidad educativa para pensar en mecanismos para evitar más daños.
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“Hay que llegar a la raíz del tema y si se da la situación extrema, sacarle del lugar donde no se siente cómodo porque al ser víctima de bullying no solamente se siente mal sino que ya tiende a bajar su autoestima y a sentirse de verdad como le están haciendo sentir y empieza a trasladar esto con todos los demás grupos sociales”, sostuvo.
Igualmente, recomendó a los padres autoanalizar qué es lo que con su ejemplo están enseñando a los hijos, ya que los niños no solo aprenden en la comunicación verbal, sino con lo que ven y asegura que los niños son el espejo de los papás, por lo que lanzó el interrogante: ¿estoy criando a un niño que será víctima de bullying o victimario?. Instó a la autocrítica, a ver el fondo de la raíz y mejorar las relaciones entre padres e hijos.
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