Este lunes, a dos días de la fecha más importante del calendario religioso en nuestro país, se llevó a cabo la novena jornada del novenario en honor a la Virgen de Caacupé. En la oportunidad, la santa misa estuvo presidida por monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo metropolitano, quien, con el tema “El laico en búsqueda y promoción del bien común en la defensa de la dignidad humana”, tuvo a su cargo la homilía de la fecha.

Valenzuela dijo que nuestra sociedad está enferma, saturada de corrupción, mentira e ideologías y que, en estas situaciones, la dignidad humana está amenazada, disminuida y hace falta recuperarla. “Solo el señor Jesús, mediante su Iglesia, tiene el poder de sanarla, de arrancarla de los lazos de muerte, violencia y corrupción y restituirlo en su ser personal y social, ofreciéndole el bien, el Reinado de Dios que trae salud física y el perdón de los pecados”, agregó.

Sostuvo que el pecado no es cualquier falta y es más bien el rechazo de una exigencia divina: “El gesto de Jesús sigue repitiéndose a través de la historia, es una acción salvadora”. En otro momento, también refirió que muchos laicos se sienten seguros trabajando en las instituciones eclesiales y, con este tema social, están invitados a gestionar los asuntos temporales y ordenándolos a Dios. Indicó que la tarea del laico nace y se alimenta en los sacramentos: del bautismo, la confirmación y la eucaristía.

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“Es tarea propia del fiel laico anunciar el Evangelio con el testimonio de una vida ejemplar, enraizada y vivida en las realidades temporales: la familia, el compromiso profesional en el ámbito del trabajo, la cultura, la ciencia, en el ejercicio de las responsabilidades sociales, económicas y políticas. Ese testimonio del fiel laico nace de un don de la gracia, reconocido, cultivado y llevado a madurez. De esta forma, vive su vocación humana, abierta a la trascendencia, al fin último, a la vocación eterna”, afirmó.

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Esta mañana se celebró la novena jornada del novenario, a dos días de la máxima fiesta espiritual del país. Foto: Jorge Romero.

Dignidad humana

Habló también de la dignidad humana, que es cuando un individuo siente respeto por sí mismo y se valora, al mismo tiempo que es respetado y valorado. Implica la necesidad de que todos los seres humanos sean tratados en un pie de igualdad y que puedan gozar de los derechos fundamentales que de ellos derivan.

“Sabemos que todos los hombres nacen con la dignidad humana. Al relacionarse con las personas y su comportamiento en la sociedad, se afirma la dignidad moral. Lo bueno es que la dignidad deba de ser efectiva y real, es decir, que se reciba de parte de los otros. El otro es tan digno como yo. Por eso, el respeto y el reconocimiento de sí mismo y del otro como persona, afirman la igualdad y universalidad de la dignidad humana: todos los hombres y mujeres merecen ser respetados y valorados tal como son”, enfatizó.

Resaltó que cada hombre es la imagen viva de Dios mismo, imagen que debe descubrir cada vez más profundamente, su razón de ser en el misterio de Cristo, Imagen perfecta de Dios, revelador de Dios al hombre y del hombre a sí mismo.

Defender la dignidad humana

Aseguró que todas las estructuras sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas están para defender la dignidad de toda persona humana. A nivel civil, la misma Constitución Nacional, las leyes y todas las disposiciones jurídicas de nuestro país están para defender, proteger, promover la persona humana y su dignidad.

En tanto que a nivel eclesial, la misma Iglesia, por mandato de Jesucristo, está para servir a la persona humana, buscando su realización como hijo de Dios, ofreciéndole los medios de santificación para lograr su salvación eterna. Resaltó que la palabra corrupción sintetiza varios pecados de violencia, injusticia, desigualdad, opresión, manipulación.

Se encuentran presentes los recordatorios para cumplir con los protocolos sanitarios. Foto: Jorge Romero.

“Los atropellos a la mujer, a los niños abusados, a la misma naturaleza del hombre, creado por Dios como varón y como mujer. Las ideologías de género son también atropello a la dignidad de la persona humana. Y podemos seguir citando varios otros atropellos, de los que la comunicación social diaria nos presenta”, sentenció.

Instó a organizarnos mejor, purificar nuestras instituciones políticas, sociales, económicas, religiosas para que toda persona humana sea defendida en su dignidad. “No al aborto, no a la eutanasia. No al trabajo sin salario justo. No a la trata de personas. No a la violencia contra la mujer, los niños y adolescentes, muchos de ellos abandonados y en la calle. No a la violencia contra los pobres, los campesinos, los indígenas. No violentemos la verdad haciéndola aparecer mentira, ni el mal disfrazándolo de bien. Aceptar la dignidad de los malhechores y violadores es tarea más difícil para todos, sea para el Estado como para la Iglesia. Jesucristo vino no para los justos, sino para los pecadores”, recordó Valenzuela.

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Búsqueda del bien común

El bien común se define como aquello de lo que se benefician todos los ciudadanos o como los sistemas sociales, instituciones y medios socioeconómicos, de los cuales todos dependemos que funcionen de manera que beneficien a toda la gente. Manifestó que las exigencias del bien común están estrechamente vinculadas a la promoción de la persona y al reconocimiento, promoción y garantía de sus derechos fundamentales.

“Estas exigencias se refieren, ante todo, al compromiso por la paz, la organización de los poderes del Estado, a la existencia de un sólido ordenamiento jurídico, la salvaguardia del ambiente, a la prestación de los servicios esenciales de las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, vivienda, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de informaciones y tutela de la libertad religiosa”, expresó.

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Lo que se opone al bien común

Mencionó algunos pecados que se califican como pecados sociales y dijo que es social todo pecado cometido contra la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona. “Es social todo pecado contra los derechos de la persona, destruir la dignidad humana: violadores, explotadores, narcotraficantes, contrabandistas, muchos políticos y tal vez empresarios, están lamentablemente detrás de estos hechos sometiéndola a sus intereses”, rescató.

Aseveró que este campo es parte de la tarea de los laicos, la defensa de la dignidad humana, de la familia, del trabajo y la vivienda, la promoción de la educación y la cultura, la defensa de la casa común. Porque todo está relacionado, nuestro mundo es un gran engranaje del que tomamos conciencia en este tiempo de la globalización.

En fin, todas las estructuras sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas del país junto con la evangelización que realice la Iglesia, en especial los laicos, están para promover el bien común. Cada acto realizado por el bien de las personas, de la familia, de los pobres, de los indígenas, de los campesinos, de los que sufren y viven en la marginación, es un acto beneficioso y es bendecido por Dios y por las personas necesitadas.

Los peregrinos acudieron hoy a la misa presidida por monseñor Valenzuela. Foto: Jorge Romero.

Mensaje final

Finalmente, Valenzuela señaló que el año dedicado al laicado nos orienta a trabajar por la dignidad humana, sobre todo en situaciones amenazadas por la violencia, la pobreza y la explotación. “El deber de la defensa de la dignidad humana y la búsqueda y promoción del bien común es tarea de todos, ciudadanos cristianos, abiertos a los fines últimos de la persona y del bien común universal de la entera creación. El tiempo de la globalización nos abre nuevos desafíos para promover la formación integral de la persona humana, de la familia, del matrimonio de varón y mujer, en lo que se refiere a la salud, educación, vivienda, trabajo, tiempo libre, comunicación social, deporte, vida cristiana de fe, esperanza y caridad mediante la evangelización de la cultura. Además de los medios tecnológicos y culturales”, argumentó.

Por eso, sostuvo que el desafío es grande para todos los fieles laicos que viven en la sociedad y el mundo. “Encomendamos a San José, varón valiente que acompañó a su esposa la Virgen María en el cuidado y la protección del Niño Jesús, en quien encontramos la auténtica imagen y semejanza de Dios. Que la inmaculada concepción de María Santísima acompañe toda tarea de los fieles laicos en defensa de la dignidad humana y en la promoción del bien común”, puntualizó.

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