Con una masiva concurrencia de fieles se celebró hoy el octavo día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé. En este año del laicado con el lema “Al instante se pusieron en camino para anunciar a Cristo” y con el tema del día “Llamados a dar testimonio de Jesucristo con coherencia de vida”, la misa estuvo presidida por el reverendo Osvaldo Duarte, provincial de los redentoristas del Paraguay, quien señaló que las lecturas que proclaman corresponden al segundo domingo de Adviento del año litúrgico.

“En este año del laicado, la toma de conciencia de la relevancia del protagonismo de los laicos en la Iglesia constituye una opción irreversible en la pastoral de la Iglesia en el Paraguay y en el mundo. De acuerdo con este signo de nuestro tiempo actual, podemos decir que es la hora del laicado en la Iglesia: un momento que no se puede desperdiciar”, empezó diciendo.

El reverendo Duarte dijo que el compromiso por promover un laicado cada vez más consciente de la dignidad y de las responsabilidades bautismales es esencial para una Iglesia que quiere responder a los desafíos del tercer milenio. Resaltó que hoy los laicos, sobre todo los jóvenes, piden con más fuerza una mayor participación en la vida y en la misión de la Iglesia.

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Gran concurrencia de fieles se tuvo este domingo en la basílica de Caacupé durante la misa. Foto: Pánfilo Leguizamón.

“Esta demanda ya ha encontrado una primera respuesta: en la decisión de nuestros obispos, en declarar el año 2022 como el año del laicado. Año en que toda la Iglesia paraguaya estará reflexionando y haciendo un discernimiento sobre ‘La vocación y la misión del laico’. Es hora de los laicos: de asumir el mandato de evangelizar, muchos ya lo están haciendo”, sostuvo.

Cuidar el testimonio de vida

Explicó que el deber y derecho de los laicos en el apostolado deriva de su consagración a Cristo por el bautismo y robustecido en la confirmación por la gracia del Espíritu Santo. Cada bautizado debe ser en la sociedad testigo de la resurrección y de la vida del Señor y de la construcción del reino de Dios: reino de justicia, de verdad, de fraternidad, de amor y paz; signo del Dios vivo.

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“Es necesario saber quién es y qué debe hacer un testigo; es el que atestigua y afirma un hecho; el mundo tiene necesidad de testigos más que maestros, los hechos hablan más fuerte que las palabras, el testigo es alguien que habla, enseña con la vida”, enfatizó y refirió que es importante cuidar el testimonio de vida porque quizás sea el único evangelio que el hermano pueda leer.

“Cuántas personas sencillas que no tienen la formación para leer e interpretar Las Sagradas Escrituras, pero llevan una vida cristiana ejemplar, porque observan y se inspiran en el testimonio de sus mayores, ellos son sus maestros”, remarcó.

El reverendo mencionó que como el antitestimonio tiene incidencia sobre los demás, el buen testimonio produce frutos efectivos. “Los padres de familia con su testimonio pueden formar las conciencias de los hijos, con su modo de corregir y de perdonar al niño y de perdonarse entre sí; de hablar con respeto de los demás; de comportarse ante un pobre que les pide limosna; con los comentarios que hacen al escuchar las noticias del día en presencia de los hijos. Así los padres tienen la posibilidad cada día de dar testimonio de su fe. El alma de los niños es como una cartelera fotográfica, todo lo que vieron y escucharon en los años de infancia reincidirá en ellos, y un día se desarrollará y traerá sus frutos”, destacó.

En la Villa Serrana se tiene en cuenta las medidas sanitarias para evitar la propagación del COVID-19. Foto: Pánfilo Leguizamón.

Así también, afirmó que el mejor testimonio cristiano se vive en la gratuidad. “Es la capacidad de hacer algunas cosas porque son buenas en sí mismas, sin esperar inmediatamente algo a cambio, esto permite reconocer y acoger al otro. Quien no vive la gratuidad convierte su existencia en un comercio ansioso, está siempre midiendo lo que da y lo que recibe a cambio; Dios hace salir el sol sobre buenos y malos”, apuntó.

Instó a que lo que se recibe gratis entregarlo también gratis. “El que se cierra a la gratuidad llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores de la sociedad. Solo una cultura social y política que se abra a la acogida gratuita podrá tener futuro”, recalcó.

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Testimonio a través del diálogo

En otro momento, indicó que a más de la fuerza o la violencia, debemos testimoniar a través del diálogo que es posible la cultura del encuentro. “Si hay que respetar la dignidad de los más débiles, es porque hay efectivamente un valor que supera las cosas materiales y las circunstancias, exigen que se les trate de otra manera, porque ante Dios somos iguales”, expresó.

Grupos de peregrinantes llegan desde distintos puntos del país para cumplir con sus promesas y agradecimientos a la virgen de los milagros de Caacupé. Foto: Pánfilo Leguizamón.

Manifestó que hay también una violencia solapada, la de quienes desprecian al diferente, sobre todo cuando sus reclamos perjudican de algún modo los propios intereses. “Los cristianos discípulos de Cristo bajo ninguna circunstancia debemos reivindicar la violencia, menos aún alentar la lucha de clases; el cristiano siempre debe ser pacífico y pacificador”, subrayó.

El reverendo finalizó pidiendo poner ante nuestra madre de Caacupé nuestro propósito de asumir y vivir con alegría esa vocación y misión como bautizados para experimentar y testimoniar la dulce y confortadora alegría de evangelizar como laicos.

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