En honor a Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé, se llevó a cabo este martes el tercer día del novenario con la presencia de peregrinos de varias partes del país. La misa fue presidida por monseñor Guillermo Steckling, obispo de Ciudad del Este, quien en la ocasión se refirió a la santidad a la que todos estamos llamados. “Todos nosotros debemos seguir a Jesús, yo puedo ser santo sin importar el pasado, tengo el deber de ser santo”, expresó y sostuvo que la misma palabra de Dios propone modelos de santidad.

“El tema del tercer día del novenario dice ‘La Eucaristía y la llamada a la santidad de los laicos’. Hacemos una conexión en esta santa misa entre el año de la Eucaristía que justo ha terminado también con el Congreso eucarístico en Caacupé y ahora el año del laicado que se inicia, donde la conexión es la santidad”, expresó.

Monseñor Steckling habló de la santidad de los laicos. “Hay santos que vivían toda su vida en constante contemplación de Dios, pero no todos son así y la misma palabra de Dios nos propone como modelos de santidad a gente como San Pedro que negó al señor, como Judas que lo traicionó, como Tomás que dudó de él, ahí también está un camino de santidad. Otra razón es por la santidad de los laicos. Puede ser que la mayoría de los santos que están en el calendario son religiosas, sacerdotes, obispos, papas y todos los conocemos como San Antonio de Padua, Santa Rosa de Lima o el mismo San Roque González de Santa Cruz, pero también en el calendario antiguo aparecen unos cuantos santos laicos comenzando con San José, María Magdalena, San Luis de Francia, Santa Margarita, San Isidro, Santa Rita, Santa María Goretti y muchos más”, agregó.

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El tercer día del novenario de la Virgen de Caacupé contó con la presencia de peregrinos de varias partes del país. Foto: Milciades Toledo.

Dijo que seguramente en la Iglesia no se pone suficiente empeño en el proceso de canonización que se requiere para que alguien sea declarado santo y que se tendría que hacer más porque necesitamos estos modelos.

“Un caso especial es nuestra beata paraguaya María Felicia, llamada Chiquitunga, es cierto que murió como monja, había estado 4 años en el Monasterio, recién estaba comenzando, pero nos ha dejado un ejemplo de casi 15 años de laica, de la acción católica, visitando casas, dando charlas, enseñando catecismo, atendiendo a pobres, eso es un ejemplo de santidad laica también”, señaló.

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Enfatizó en que es muy fácil decir “yo no soy ningún santo” como si fuera esto una excusa. “No sé qué pensaría la santísima virgen que está en la cumbre de la santidad, ella no quiere quedar ahí sola, la única, la santísima, la purísima, sino que quiere que todos nosotros sigamos a Jesús. Podemos ser santos, no importa el pasado, tengo el deber de ser santo, por eso Dios me ha creado”, argumentó.

Conexión de santidad con la eucaristía

Explicó que estamos celebrando la eucaristía de San Andrés apóstol. Cuando a él y a su hermano menor Pedro los llaman, ellos tienen una pequeña empresa de pescadores, echaban sus redes al mar y Jesús los cambia en pescadores de hombres.

“Esto comienza cuando Andrés camina con Jesús y el momento crucial de la trasformación de estos hombres se da en el misterio pascual comenzando con la última cena cuando Jesús los sorprende y les dice tomen este pan, este es mi cuerpo entregado. Beban de este vino, esta es mi sangre derramada, ellos no entendían mucho. El día siguiente, el gran desastre del viernes santo, menos podían entender cómo es posible que este hombre tan sabio, tan poderoso en milagros de repente muere ejecutado como un criminal. Pero sigue la resurrección, pentecostés, cuando este mismo espíritu, de este misterio pascual les entra en el corazón”, indicó el obispo de la capital de Alto Paraná.

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Sostuvo que el mundo debe ser transformado y que a veces nos duele el ambiente que nos rodea. “Esto no puede seguir así. Ayer me llega la noticia de una nueva expulsión de indígenas de Alto Paraná, la comunidad de Cerrito, de sus tierras, donde siempre han estado. Les conozco a algunos personalmente. ¿No se les puede dar un lugar, no se pueden aplicar las leyes que los protegen? El mundo debe transformarse y eso es también trabajo de los laicos, pero yo no puedo trasformar nada si yo mismo no he sido cambiado por la eucaristía”, resaltó Steckling.

“Ahí está un juez justo, que aplica una ley a favor de la gente pobre aunque otros lo van a desaprobar, incluso le van a presionar. Sí, la santidad de los laicos existe, parte de una transformación profunda como sucede en la eucaristía. Seamos santos porque Dios es santo”, finalizó diciendo.

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