El día 3 de cada mes, centenares de fieles van a rezar frente a la estatua de la Virgen de Trevignano, cerca de Roma, y aseguran que llora lágrimas de sangre. La imagen, protegida por un vidrio, se yergue en un amplio terreno que domina el lago Bracciano, junto a una gran cruz de color azul, un altar y bancos de madera. Sus devotos le atribuyen virtudes milagrosas.
Todo empezó en 2016, cuando Gisella Cardia, una siciliana de 53 años, volvió de una peregrinación a Bosnia Herzegovina con una estatuilla en sus valijas. A su regreso a Trevignano Romano, a 50 km al noroeste de la capital, dijo que la había visto llorar y multiplicar pizzas y ñoquis, en una versión local del “milagro de la multiplicación de los panes” narrado en los Evangelios.
Apodada “la vidente” por los peregrinos, esta mujer de cabellos rubios y que podría ser una vecina cualquiera pretende también tener la piel marcada por estigmas y hace profecías sobre la pandemia de covid-19 o la guerra en Ucrania. En Trevignano, pequeña comuna turística y elegante, Cardia y sus supuestos milagros irritan a los habitantes que hablan de una “estafa gigante” y están cansados del ir y venir de los fieles.
“Lo que me da miedo es que si no es cierto -lo que considero como bastante probable-, se habrá abusado de la debilidad de la gente en un momento en que tantas personas son más frágiles. Eso me enoja”, afirma a AFP Maria Alessandra Conti, una jubilada de 72 años.
Es sobre todo la finalidad financiera del caso lo que se critica: gracias al éxito nacido de boca en boca, Gisella Cardia, ex empresaria condenada en 2013 por quiebra fraudulenta, fundó una asociación oficialmente dedicada a ayudar a personas enfermas. La estructura ha puesto en marcha un jugoso negocio alimentado por donaciones individuales, como la de un hombre que ofreció 123.000 euros (138.000 dólares). Pero desde entonces, algunos de esos donantes dicen haber sido perjudicados.
El caso ganó en visibilidad en marzo cuando los medios informaron que la sangre derramada era de un cerdo, citando a un misterioso detective privado. Tras esto, la justicia abrió una investigación contra Gisella Cardia y el lugar corre ahora el riesgo de ser demolido.
Obligada a reaccionar ante la magnitud del tema, la diócesis creó una comisión investigadora. A la espera de sus conclusiones, el obispo pidió a los fieles que evitasen participar en las reuniones y a los sacerdotes que no se manifestasen sobre el asunto. “Trevignano no debe ser incluido entre las apariciones”, afirmó el padre Salvatore Perrella, teólogo y presidente de la asociación mariológica de Roma. “Sabemos desde hace un tiempo que la supuesta vidente no es para nada fiable”, agregó.
Desde las lacrimaciones de la Virgen de las Lágrimas de Siracusa (Sicilia) en 1953, la única oficialmente reconocida por un papa con un mensaje de Pío XII, son incontables los fenómenos del mismo tipo en Italia en torno a estatuas de la Virgen María, Cristo o santos. Uno de los casos más célebres del país -en el que 74,5% de sus 59 millones de habitante son católicos- concierne a la licuefacción de la sangre de San Genaro, el santo patrón de Nápoles, que según la creencia popular se produce tres veces por año.
El fenómeno de la Virgen con lágrimas de sangre fue llevado al cine en 2018 por la exitosa serie mística de Niccolò Ammaniti, “Il Miracolo” (“El milagro”). Más allá de las fronteras italianas, de Naju en Corea del Sur a la isla francesa de La Reunión, se conocen muchos casos similares de estatuas que segregan agua, aceite o perfume. La Iglesia afirma que algunas son “científicamente inexplicables”. De su lado, los científicos brindan explicaciones racionales: condensación del aire, barniz que exuda, diferencia de densidad, reacción química de la pintura a la humedad...
Sin embargo, “la ciencia no basta para cuestionar las creencias”, subraya Romy Sauvayre, socióloga en ciencias y creencias del Centro Nacional francés de Investigación Científica (CNRS). “Desde el momento en que algunos tienen la impresión de haberlo sentido, para ellos es una prueba irrefutable. El científico puede decirles todo lo que quiera, no le creerán”, explica.
El propio papa Francisco ha advertido contra ciertas “apariciones”, en una alusión apenas velada a la Virgen de Trevignano durante una entrevista televisada en junio. Sin embargo, otro sumo pontífice, Juan Pablo II, se mostró sensible a una madona con características similares, la de Civitavecchia, donde en 1995 una familia afirmó que su estatuilla de yeso derramaba lágrimas de sangre.
En este caso, analistas mostraron que las secreciones provenían de la sangre de un hombre. Los propietarios masculinos de la estatuilla se han negado siempre a someterse a exámenes de ADN. Pero el inédito fervor provocado por este asunto, nunca oficialmente reconocido por El Vaticano, permanece intacto.
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En los muros de piedra de la iglesia ubicada en una zona boscosa cerca de esta ciudad portuaria al norte de Roma, los visitantes descubren fotos de la ‘Madonnina’ (virgencita) con las mejillas enrojecidas por la sangre. Se han levantado tiendas de campaña para recibir más fieles. Un comercio ambulante vende rosarios, imágenes, iconos y otros objetos de devoción.
Civitavecchia está a solo una hora de ruta de Trevignano, pero el principal punto en común entre sus dos Madonas se ubica del otro lado del mar Adriático: las dos estatuillas proceden de Medjugorje, en Bosnia Herzegovina, célebre por su santuario marial que recibe anualmente a unos dos millones de peregrinos.
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En esta localidad, donde los fieles creen en la aparición de la Virgen María desde 1981, se fabrican estatuillas con piedra en polvo mezclada con resinas sintéticas conocidas por su resistencia. En el taller de Ivan Perutina, 20 obreros confeccionan por día unas 400, algunas de las cuales son exportadas a Croacia, Polonia, Portugal e Italia.
El gerente de esta empresa familiar cuenta a AFP que ha escuchado “algunas cosas que salen de lo normal”. Como cuando uno de sus clientes en Portugal le dijo que de la estatuilla emanaban aromas a lavanda y rosa. “Nosotros no incluimos ningún aditivo”, asegura. Un obrero explica que las estatuillas de pequeño formato no tienen una cavidad interna que permita hacer trampas. ¿Se podrían fabricar de manera engañosa para hacer creer en milagros? “¡No! ¡Que Dios nos libre de eso!”, exclama Ivan Perutina.
En estos casos, la Iglesia católica se mantiene muy prudente y deja que cada diócesis se pronuncie de manera individual. “De ninguna manera podemos fundar la fe en la credulidad popular”, advierte el padre Salvatore Perrella. “El Vaticano, precisamente porque tiene experiencia en estas situaciones, es muy riguroso”.
En abril se creó un observatorio internacional de fenómenos místicos vinculados con la Virgen María con el objetivo de analizar los diferentes casos a la espera de ser autentificados. Esta estructura busca ayudar a los obispos porque “muchos no saben cómo abordar el tema”, explica su presidente, el padre Stefano Cecchin.
Las épocas de crisis, guerra, desinformación, conspiracionismo o terraplanismo favorecen la fascinación por este fenómeno, destacan los investigadores. En algunas personas existe “la percepción de vivir en tiempos proféticos”, dice Roberto Francesco Scalon, sociólogo en religiones y profesor en la Universidad de Turín.
“Cuando se está en una situación de incertidumbre, vinculada con la pandemia o un problema económico, las personas van a buscar respuestas, a querer una esperanza”, señala de su lado la socióloga en ciencias y creencias Romy Sauvayre. En Trevignano, a pesar del escándalo, la asociación de la Madona convoca a nuevos encuentros, aunque el último, el 3 de julio, registró una afluencia menor. “No escuchen los rumores”, dice por teléfono un responsable. “Hoy en día las falsas informaciones están por todas partes”.
Fuente: AFP.