Rocío Gómez. Itapúa.
En el distrito de Capitán Miranda, Itapúa, se encuentra uno de los cultivos de girasoles más hermosos de Itapúa. Detrás de estas 35 hectáreas de girasoles, hay una historia para compartir. Estas tierras pertenecen a una familia japonesa que llegó hace más de 70 años a Capitán Miranda.
Este distrito es conocido por la gran cantidad de familias descendientes de extranjeros que llegaron hace varias décadas, entre ellos belgas, ucranianos, alemanes y japoneses. Estas familias japonesas se agruparon en Asociaciones y están en los distritos de Capitán Miranda, La Paz, Encarnación y Pirapó.
“Muchas veces llega la gente con drones y todo para capturar la belleza de los campos florecidos de girasoles y no tenemos problema. Incluso podemos indicarles donde queda para que se saquen fotos. Es un espectáculo único”, indica sonriendo Alex, tercera generación ya nacido en Paraguay. Pertenece a una de las familias nipón más antiguas en la zona y conocida por su generosidad y amabilidad.
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“Plantamos el girasol casi cada dos años, a finales de agosto, y se cosecha en diciembre o enero. Después de eso se planta la soja para sacar la semilla que vamos a usar en la zafra”, indica. Esto es conocido como la soja zafriña, práctica ideal para tener semillas de soja de buena calidad para la siembra de la siguiente zafra, que es en septiembre.
La siembra de girasoles también se realiza a modo de nutrir la tierra en lo que se conoce como cultivo de rotación. “Es útil para rotar el suelo y cuidarlo, hay que variar el tipo de cultivo. Si se planta lo mismo siempre, la tierra se empobrece”, señala Alex
Acotó que muchas veces se descuida la tierra por desconocimiento y que se puede variar el cultivo con canola, sorgo y otras semillas. Por último, aclaró que cuanto más madura el girasol, más rígido queda y va bajando la cabeza, ya sin seguir al sol como lo hacen las plantas recién florecidas.
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