La Sociedad Paraguaya de Infectología (SPI) compartió datos acerca de un metaanálisis preimpreso publicado en medRxiv que analizó más de 18.000 publicaciones y 47.000 pacientes, el cual refleja que el 80% de los afectados pos-COVID-19 presenta uno o más efectos a largo plazo de los 55 registrados.
Esto se llevó a cabo en Madrid, España, y aborda los síntomas que persisten en el COVID prolongado. Sostienen que el COVID-19 puede conllevar secuelas y otras complicaciones médicas que duran de semanas a meses después de la recuperación inicial. Hasta el momento no existe un término establecido para acuñar esta forma de la enfermedad persistente en individuos con secuelas de la misma.
Si bien se han empleado diversos términos por los muchos grupos de pacientes en redes sociales, encuestas, comentarios y artículos científicos que han abordado la cronicidad del COVID-19, pero ninguna sin una definición consensuada.
En esta revisión se empleó el término de efectos a largo plazo del COVID-19 que abarca síntomas, signos y parámetros clínicos alterados que no remiten dos o más semanas después del inicio de la infección viral.
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“Hay que tener en cuenta que estos síntomas van de fatiga crónica (la más destacada: 58%) a cefalea, u otros efectos, como artralgias o pérdida de cabello”, expuso la doctora Sonia Villapol, investigadora.
“Existen otras secuelas preocupantes, como la miocarditis que se ha observado en personas jóvenes que pasaron la enfermedad con síntomas leves, o incluso fueron asintomáticas. Esto, sumado a palpitaciones y arritmias, también es preocupante”, añadió la profesional. En cuanto a las 5 manifestaciones más comunes fueron fatiga (58%), cefalea (44%), trastorno de la atención (27%), pérdida de cabello (25%) y disnea (24%).
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