Hoy es el 17º aniversario de la peor tragedia en tiempos de paz que vivió el Paraguay. Este año coincide en que también es domingo, como con aquel doloroso 1 de agosto de 2004, cuando la vida de al menos 400 personas acabaron de la peor manera.
En todos estos años han aparecido historias de sobrevivientes o de familiares de las víctimas, quienes de alguna u otra manera se podría decir que “nacieron de nuevo”. Y siempre que en reuniones de cualquier tipo se recuerda el dantesco incendio del supermercado Ycuá Bolaños, la gente comenta la manera en que se enteró, cómo vivieron esos primeros momentos, qué hicieron luego y de todo lo que se fueron enterando a medida que transcurrían las horas.
¿Qué hacían aquel domingo de agosto?
En redes sociales una pregunta acerca de lo que estaban haciendo ese domingo 1 de agosto de 2004, a la misma hora en que comenzaba el incendio en el supermercado Ycuá Bolaños, sobre la avenida Artigas en el barrio Santísima Trinidad, trajo recuerdos a mucho usuarios que plasmaron sus historias respondiendo la pregunta.
Algunos estaban en sus lugares de trabajo, según cuenta el comunicador Víctor Cáceres, quien laboraba en ese entonces en el desaparecido diario Noticias. Su colega Christian Mareco se enteró de la tragedia en Ybycuí. “Estaba en Ybycuí cubriendo una fecha del Campeonato Nacional de Rally. Hacía un frío terrible”, recuerda.
No se magnificó la tragedia
Otras personas no se encontraban en Asunción, ni siquiera en el país, pero de igual manera se sintieron tocados por el dolor de las imágenes que se transmitieron al mundo; sin embargo, muchos vivían en la zona y el destino quiso que no fueran parte de la tragedia de manera directa.
“Nos preparábamos para ir a almorzar y a hacer compras al Ycuá Bolaños al salir de la iglesia. Pasamos por casa para dejar unas cosas y mientras terminaban de vestirse mis hermanas puse la tele y mis padres se espantaron con las noticias”, recuerda en Twitter una usuaria identificada como @Prisca_Cubilla.
Al igual que otros en aquel momento, las familias se estaban preparando para el tradicional almuerzo del domingo, varios también celebraban alguna fecha especial. “Estaba celebrando el cumpleaños de mi hijo en un restaurant peruano y oímos las sirenas de los bomberos, eran varias y el propietario del restaurant escuchó en la radio la noticia. Ninguno de nosotros dimensionó la tragedia hasta llegar a casa”, relata María Fátima Escobar.
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Su nombre estaba entre los fallecidos
“Ya 17 años, parece que fue ayer. Estábamos en un almuerzo por el día de la amistad. ¡Qué recuerdos!, y esa tarde salió una lista de personas fallecidas ¡y estaba mi nombre! Gustavo Leiva. Mi mamá intentando llamar desde afuera desesperada”, recuerda Gustavo, quien tiene una historia similar a varios en aquel momento.
“Me sentí muy raro. Al día siguiente fui a mi trabajo y mis compañeros llorando porque en serio también leyeron las noticias y vieron mi nombre. En aquel momento parecía simpático, pero hoy me sacan unas lágrimas, ya sin mamá ni esos compañeros...¡17 años!”, complementa su triste relato.
“Estábamos en el Club Primavera de Luque, en el almuerzo De Colores por el Día de la Amistad. No se me olvidará nunca ese día. Había enfermeras y doctoras corriendo para ir a ayudar y no habían almorzado aún, era un caos”, narra Noemí.
Almuerzos truncados
Sergio cuenta que estaba comenzando a almorzar junto con su familia. “Nos acabábamos de sentar en familia para almorzar deliciosos ñoquis. Solo escuchamos por la radio porque nuestra tele no funcionaba y al terminar de oír el relato desesperado de un padre por sus hijas que quedaron en el estacionamiento, mi mamá y hermana ya no pudieron comer”.
Rosa Alicia, profesional de blanco, recuerda aquel trágico momento que marcó a la sociedad paraguaya. “Estaba haciendo un asado, que al fin nadie comió. Vino mi prima a avisar y había 34 muertos a esa hora. Luego sonó el beeper para presentarme en el servicio donde trabajaba, que abría sus servicios de terapia para las víctimas. Desde aquel momento y ahora a causa del COVID-19 nunca escuché tantas sirenas”, explica.
A medida que transcurrían los minutos, el número de víctimas fatales aumentaba de manera dramática. Marce Alonso recuerda: “Fui a visitar a mi abuela que aún estaba con vida, prendimos la tele y se veía en las noticias el humo, pero creímos que era algo menor así que la apagamos y nos concentramos en lo nuestro. Luego de unos minutos volvimos a encender la tele y anunciaban ya cerca de 100 muertos”.
El destino lo decidió
María explica que ella vivía en Trinidad y aquella hermosa mañana de domingo, estaba con una familia argentina que vino a pasear. “Estábamos a una cuadra de Sacramento y de pronto vi la humareda. Puse la radio y me enteré. Mi hermano vive cerca y justo ese día decidió no ir de compras esa mañana. Fue terrible”, comenta.
“Fui como bombero combatiente de la novena compañía Villa Elisa, uno de los primeros móviles en llegar ante semejante tragedia”, cuenta Carlos Valdez, quien como otros bomberos vieron a la tragedia desde adentro mismo del supermercado incendiado.
La picadura de una araña
El destino quiso que algunos estén en el supermercado aquel fatídico 1 de agosto de 2004, pero también salvó a muchos más como a Stiben Quiñónez, a quien la picadura de una araña quizás le haya salvado la vida a él y a su hermano.
“Recuerdo que mamá nos insistió a que vayamos a comprar carne para el asado de Salemma o del Ycuá Bolaños y no fui porque amanecí con la rodilla toda hinchada por una picadura de araña. Entonces fue solo mi hermano, como no tenía celular no sabíamos si fue a Salemma o al Ycuá. Las horas pasaban y mi hermano no llegaba, nos desesperamos todos por saber de él, pero después fue llegando a eso de las 11 de la mañana. Había ido a Salemma, gracias a Dios”.
Héroes que perdimos
Pero no todos tuvieron la fortuna de Stiben y su hermano. Víctor Chamorro recuerda que buscó a su mejor amigo por todos los hospitales y lugares posibles tras la tragedia. “Sigue en mi corazón, no pudimos reunirnos ese último Día de la Amistad. Recuerdo que nos escribimos correos electrónicos y es un tesoro ese último mail”, recordó.
Jorge Bozzano recuerda a un amigo de infancia, quien falleció en el incendio. Él se encontraba en los EEUU en aquel entonces. “Estaba trabajando en Huntington, New York. Me enteré al día siguiente así como de que un amigo de infancia -Hugo Thompson- había muerto, no sin antes entrar y salir tres veces durante el incendio y rescatar a tres personas”, comentando uno de los tantos casos de actos heroicos que se registraron ese domingo.
Luli Colmán coincide con Jorge, porque también conoció al mismo héroe. “Si, él dio su vida por sus semejantes. Salvó a tres personas. Tuve el honor de conocerlo. Un recuerdo cariñoso para Hugo, que brille para él la luz eterna”, manifiesta.
Memorial 1A
El memorial y centro cultural 1A, ubicado en el lugar de la tragedia en el barrio Santísima Trinidad de Asunción, será sede de actividades conmemorativas, en el 17º aniversario de la dolorosa tragedia.
El lugar de recordación a las víctimas será inaugurado oficialmente en los próximos meses y actualmente las obras se encuentran en fase de culminación.
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