Por: Viviana Orrego, periodista (viviana.orrego@gruponacion.com.py)
Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, Marruecos, y cardenal de la Santa Sede, título honorífico más alto al que puede acceder un religioso y que concede la Santa Sede, asegura que se siente uno más de la tierra guaraní, nación que lo acogió durante 18 años, sus mejores años, según comentó en entrevista exclusiva con La Nación. Aunque nació en España es paraguayo de corazón por lo que decidió adquirir la nacionalidad.
Hoy a sus 69 años volvió al país en el marco de las celebraciones por los 125 años de presencia salesiana en el Paraguay. Como hijo de Don Bosco y paraguayo, dijo que no podía estar ausente en esta conmemoración tan importante. Durante su visita al país recordó el tiempo que vivió aquí y recordó cuando en ese entonces celebraba como superior de los salesianos el centenario de la presencia salesiana en Paraguay.
En esta edición de Mano a mano LN conversamos con el cardenal paraguayo, quien no solo habla de su vida en nuestro país, de lo que hizo y su legado, sino además del trabajo que realiza actualmente en Marruecos, un país donde la religión musulmana es predominante.
–¿Cuándo llegó a Paraguay?
–Llegué a Paraguay con 32 años y me fui con 50. O sea, estuve aquí por 18 años viviendo y trabajando en Paraguay. Fueron 18 años muy intensos, podemos decir que son los años centrales de una vida. Yo tenía una plenitud de fuerzas en ese momento y pude volcar todas mis iniciativas de actividad y energía sobre todo en el campo de la juventud paraguaya, de la educación, la evangelización y también de la comunicación.
–¿Fundó una organización de comunicadores en el país?
–Sí, fundé la Asociación de Comunicadores Católicos (ACC) del Paraguay que aglutina no solo a periodistas sino a todo aquel que trabaja en el mundo de la comunicación sea escrita, sea en imagen. En ese momento no existía internet ni las redes sociales que ahora vienen muy bien, porque hoy día quién no es comunicador, porque todo el que quiere a través de las redes sociales puede convertirse en comunicador.
Entonces, a esa asociación tienen acceso no solo quienes han hecho una carrera universitaria sino todos aquellos que verdaderamente trabajan en el amplio mundo de la comunicación.
–¿Qué objetivos tuvo la asociación cuando la fundó?
–El objetivo fundamental era nuclear, unir y crear comunión entre todos los cristianos que trabajaban en el mundo de la comunicación. En segundo lugar, era favorecer la formación de comunicadores en la vida cristiana y en tercer lugar, incidir en los diferentes medios de comunicación a través de personas que trabajaban en ellos.
Nosotros no éramos solo los de Radio Cáritas o los de Fe y Alegría porque son emisoras católicas. No, eran personas de cualquier medio de comunicación, porque lo que se nucleaba no eran los medios sino a las personas, personas que cada vez más formadas, más sólidas en sus opciones de vida, de manera que al hacer su trabajo normal y corriente en cada uno de los medios transmitieran los valores del evangelio que son la paz, la justicia, la libertad, la vida, la verdad y el amor. Ese era el motivo o la razón por la que se fundó una asociación de comunicadores católicos.
–¿Fue superior de los salesianos en Paraguay?
–Sí, claro, yo soy salesiano, hijo de Don Bosco, y una de las tareas que me cupo realizar en esos 18 años, de 1994 al 2000 durante seis años, fue ser superior de los salesianos del Paraguay. Es lo mismo que ser presidente de la sociedad salesiana del país, ese es el nombre civil que tiene la congregación. Estuve en ese periodo de seis años y es el tiempo normal por el cual se nombra a un superior.
–¿Qué acciones llevó adelante en ese tiempo?
–La acción fundamental de un provincial o un superior es animar a sus hermanos. Yo tenía en aquel tiempo un centenar de salesianos bajo mi responsabilidad y mi tarea era hablar con cada uno de ellos, ver qué dificultades tenían en el desempeño de sus tareas y asignárselas también. Lo más difícil era eso cuando llegaba fin de año y se tenía que hacer los cambios.
También pudimos poner en marcha unas iniciativas como traer a Paraguay el noviciado, es decir, la etapa de formación donde un joven entra y conoce qué es la vida de pobreza, castidad y obediencia que son los votos religiosos de la congregación salesiana. El noviciado es el año donde conoce a la novia, que es la congregación y que es conocida para llegar a un momento en que él pide ser admitido y se le dice sí o no. Entonces, hacer ese discernimiento, esa tarea, esa etapa formativa en Paraguay en lugar de hacerla en la Argentina o en Chile fue una de mis decisiones que duró durante bastantes años.
–¿Por qué se nacionalizó paraguayo?
–Por solidaridad con el pueblo paraguayo porque me sentí acogido, porque me sentí uno más dentro de este pueblo y afectivamente quería dar un paso que demuestre que yo también acogí a Paraguay como mi nación, como mi pueblo, ya que Paraguay me había acogido a mí. Es decir no fue por un motivo práctico, a mí el pasaporte paraguayo no me ha dado ventajas, ni lo hice por poder votar, ni tenía ningún interés económico, ni nada, era por afectividad, por amistad, por solidaridad con el pueblo paraguayo del cual yo me siento parte porque me hicieron sentir en casa.
–¿Se benefició con la doble nacionalidad?
–España y Paraguay permiten tener la doble nacionalidad de manera a que sin perder la original se puede adquirir la segunda, y de hecho yo tengo dos pasaportes: uno español y otro paraguayo. Legalmente cuando estoy en España soy español, y cuando estoy en Paraguay soy paraguayo y me atengo a las leyes paraguayas.
Miembro del Colegio Cardenalicio
–¿Desde cuándo es cardenal?
–Sí, desde el 5 de octubre del 2019 soy cardenal. El papa Francisco me creó cardenal seguramente porque me conoció ese mismo año durante la visita que hizo a Marruecos donde me cupo ser su anfitrión para recibirlo, acompañarlo y tuvimos tiempo de hablar y ahí nos conocimos mutuamente.
–¿Cambió su vida el convertirse en cardenal?
–No. El ser cardenal no te cambia la vida porque es un título más honorífico que otra cosa. Yo ya era arzobispo de Rabat y lo sigo siendo. Solamente hay unos pocos cardenales cuyo trabajo consiste en estar en Roma al servicio del Papa recibiendo un consejo del Pontífice o presidiendo una comisión como nombrar a los obispos, etc., pero a mí en concreto prácticamente no me cambió nada porque mi tarea es ser arzobispo de Rabat y animar a esa diócesis, y sigue siendo la misma tarea porque desde que me nombraron cardenal solo he vuelto a Roma una sola vez.
–¿Cuál es el motivo de su visita a su segunda tierra?
–Los salesianos el pasado 23 de julio celebraron 125 años de presencia ininterrumpida en el país y a mí me tocó celebrar los 100 años. Hace 25 años yo estaba aquí en Paraguay cuando era el provincial y me tocó organizar y vivir intensamente el centenario salesiano por eso consideré un momento oportuno para venir a visitar al país en coincidencia con los 125 aniversario de historia de la congregación y también de la Iglesia, porque esta presencia ha sido muy beneficiosa para todo el país y particularmente para la juventud.
Mensaje católico en Marruecos
–¿Cómo es la religión católica en Rabat, Marruecos, en donde predominan los musulmanes?
–La religión es la misma. Lo que pasa en nuestra organización es muy chica porque somos solo 30.000 cristianos católicos en medio de 37 millones de musulmanes. Entonces, nosotros somos en esencia prácticamente insignificante, pequeña, diminuta pero somos una presencia significativa porque tenemos un significado, tenemos un mensaje que transmitir. Tenemos algo que es un signo y que puede ser ofrecido a toda la iglesia universal y al mundo entero.
–¿Cuál es el mensaje que transmiten los católicos en medio de la religión musulmana?
–El mensaje es que musulmanes y cristianos podemos vivir juntos en un clima de amistad y de fraternidad. Este mensaje es demasiado importante en un mundo donde hay mucha gente que quiere enfrentarse unos a otros, le ven a los musulmanes como enemigos, como contrarios, como adversarios y nosotros sin embargo estamos viviendo en un clima de amistad y fraternidad. Eso lo demostramos, no es una teoría, es una práctica. Demostramos en la práctica que eso es perfectamente posible y que si no se hace más es porque no se quiere. Es perfectamente posible vivir entre católicos y musulmanes y con eso damos un mensaje a la humanidad.