La mañana de este jueves fue impactada por un trágico descubrimiento en la Plaza Olímpica, en el barrio Villa Morra de Asunción. Hacia las 6:45, vecinos alertaron al Sistema 911 sobre la presencia de dos personas desvanecidas, y agentes de la comisaría sexta constataron que los cuerpos estaban sin vida. Eran un hombre, encontrado en un banco, y una mujer en el suelo, con espuma en la boca.

Inicialmente, la policía pudo confirmar la identidad de la mujer, que tenía 41 años, al hallar su pasaporte, de próximo vencimiento, en una cartera que estaba en el lugar, a tres cuadras del cementerio Recoleta. Por la documentación se supo que era una pareja de coreanos, y se estimó que el hombre tendría unos 50 años de edad. También encontraron una botella con un líquido, que se remitió para una prueba laboratorial, ante indicios de una posible intoxicación.

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La fiscalía no vio rastros de violencia; tampoco hay cámaras de circuito cerrado en la plaza que puedan ofrecer pistas de cuándo ingresaron al espacio público, ni lo que ocurrió para que se desencadenara la muerte de ambos. Los cuerpos fueron derivados a la morgue, y este viernes se realizará la autopsia. El cónsul de Corea del Sur, cuya sede diplomática se ubica a unos 200 metros de la plaza, acudió al sitio para colaborar en la investigación.

Para arrojar un poco de luz a estas enigmáticas muertes, se supo que, a cinco cuadras de la Plaza Olímpica, en Mayor Infante Rivarola casi Mariscal López, la pareja oriental había estado residiendo en un departamento, durante un año y medio, en principio por alquiler. La propietaria de la vivienda, Lourdes Sanabria, reconoció los cuerpos, y develó parte de la triste historia que antecede a ese trágico desenlace.

El hombre, al que conocían como Jim, llegó con su pareja en enero de 2020. Ambos ingresaron al país a través de la frontera con Brasil, y aparentemente eran viajeros, que estaban recorriendo Sudamérica y tenían dólares canadienses. Empezaron pagando el alquiler, con la intención de quedarse dos meses. “Hasta que llegó la pandemia”, comentó Sanabria ante la cámara del SNT. “La situación económica era cada vez peor”. A ello se sumó que al hombre le habían robado la billetera, con lo que perdió sus documentos personales y tarjetas de créditos.

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“Me dijo que iban a quedarse un poquito más”, contó la propietaria. “Comenzó la pandemia y tuvieron que quedarse, y se quedaron, se quedaron, se quedaron... No tenían dinero, no tenían comida, no tenían nada. Se quedaron hasta ahora”. Posteriormente, la estadía de la pareja se mantuvo gracias a la solidaridad de la dueña de la vivienda, que asumió sus gastos, llegó a comprarles víveres, hasta el gas para cocinar sus comidas.

El hombre había comentado que tenía al padre enfermo en Corea, pero que cifraba sus esperanzas en recibir algún dinero que su hermano prometía enviarle. Mientras tanto, la pareja sobrevivía mediante aportes de una iglesia y de algunos de sus compatriotas residentes en Paraguay. Como el trato era únicamente con “Jim”, desconocían sobre la mujer. Por ello se presume que la señora no conocía la verdadera situación económica que estaban atravesando.

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En esa hipótesis se unió Gastón Irún, un vecino y estudiante de arquitectura, que se hizo amigo de “Jim” al invitarle la comida y porque decía ser arquitecto. “Bastante triste que termine así porque hubo un deterioro muy fuerte en este tiempo. Se nota que estaba muy mal, ya empezaba a temblar. Pensamos que todo estaba mejor, y se fue de otra manera”, contó.

En ocasiones, “Jim” se mostraba tan agobiado por la situación que decía “odio este infierno que estoy viviendo” y pedía perdón por subsistir mediante la solidaridad de terceros. Poco antes, la espera de alguna buena noticia desde el lejano oriente parecía animar al hombre. Y quienes lo conocieron creyeron que se avecinaba una esperanza, cuando anunciaron que este jueves iban a irse, que tendría novedades a las 12:00 pm, y que entregarían la llave. Pero, el desenlace no fue como se esperaba.

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