Nanci González llevó a su hermano enfermo de COVID-19 a un hospital del seguro social en Asunción, pero estaba tan saturado que lo trasladó a una clínica privada donde quedó internado en terapia intensiva. Se salvó, aunque ahora la deuda de la familia es enorme.
“Lo llevamos al IPS (Instituto de Previsión Social), pero como había mucha gente y él ya no estaba bien como para esperar, lo pasamos a otro hospital. Ingresamos y le pusieron oxígeno en seguida porque no saturaba bien. Al día siguiente ya lo entubaron”, refiere González a la AFP.
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En total, su hermano Rosalino, de 37 años y sin enfermedades previas, estuvo 16 días en terapia intensiva. Para poder sacarlo de la clínica, la familia gestionó un amparo, pues debe el equivalente a unos 50.000 dólares.
Nanci, que trabaja en su casa como costurera, pero no ha tenido casi encargos desde que comenzó la pandemia, decidió rifar su automóvil para conseguir algo de dinero que le ayude a pagar la hospitalización, con la suerte de que la persona que se lo ganó optó por devolvérselo.
“En Paraguay es casi una tradición que si hay alguien internado el sistema de financiamiento sea la solidaridad social. Se hacen rifas, comidas, festivales, cualquier actividad social de colaboración para que la gente pueda afrontar los gastos”, refiere a la AFP Esperanza Martínez, senadora y exministra de Salud.
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El sistema de salud en Paraguay incluye los servicios del seguro social, al que accede cerca de 20% de la población gracias a un empleo formal, más los centros de atención pública, donde se atiende un 60%, y un pequeño sector de privados. Pero “el sistema público de salud nunca fue gratuito, siempre tuvo aranceles de bajo costo”, explica Martínez.
“Solo que, en tiempos de COVID, los costos son los de terapia intensiva, que siempre son catastróficos. Y a eso se suma la pobreza y la situación de desamparo de muchas familias por las condiciones económicas que también impone la pandemia con el aislamiento, el cierre de empresas y los despidos masivos”, añade.
Hospitales desbordados
Paraguay se encuentra en un pico de contagios que ha desbordado los hospitales al punto de que muchos pacientes son atendidos con oxígeno y suero en sillones o en camillas que se colocan en los pasillos. A Vanessa Morinigo, de 32 años, le tocó internar en esas condiciones precarias a su padre. Poco después también hubo que atender a su madre.
“El caos que hay es impresionante. No hay lugar. Es a la suerte, es un milagro conseguir una silla con oxígeno. Mi papá estuvo ocho días sentado en silla con su pie todo hinchado. Neumonía bilateral él y neumonía bilateral mi mamá”, relata esta mujer. Y añade que ahora se encuentran mejor, pues ambos fueron trasladados a una instalación militar acondicionada para brindar cuidados intermedios a los pacientes que salen de la terapia intensiva.
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Pero tener a un familiar internado requiere mucha dedicación, incluso para conseguir los tratamientos. En las afueras de los hospitales es común ver carpas improvisadas donde comen y descansan los que acompañan a los enfermos.
Para Morinigo, una de las cosas más difíciles fue comprar los medicamentos que necesitaban sus padres. “Por día se gastaba casi 300.000 (50 USD), y yo tenía dos pacientes”, dice. “Tuve que cerrar mi negocio. Mi marido es el único que trabaja. Nos ayudó todo este tiempo a comprar los medicamentos”, añade.
“Escenarios peores”
Martínez considera que Paraguay se encuentra “en el pico de ascenso de casos, internaciones y muertes”. “Creo que todavía no llegamos a la meseta y podemos tener escenarios peores. El sistema de salud está saturado, está cansado, y hay mucha indignación social, mucha rabia. Lo que nos espera es peor: más muertes y más personas que tengan que afrontar con sus economías familiares esta situación”, asevera.
Hasta ahora, el país de poco más de 7 millones de habitantes suma 299.684 contagios y 7.209 muertes. La vacunación avanza muy lentamente, según el gobierno debido a incumplimientos del sistema Covax y además a contratos “leoninos y abusivos” que imponen los proveedores privados.
América Latina atraviesa por una nueva ola de COVID-19 y la Organización Mundial de la Salud ha alertado que “los hospitales de la región están peligrosamente llenos”. Según ese organismo, en la última semana de abril 40% de las muertes por COVID-19 en el mundo se produjeron en América Latina.
Fuente: AFP.