“Dios es la bondad ontológica, fuente de toda bondad y santidad”, decía el obispo de la diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, en la misa dominical de la mañana. Durante el sermón se refirió al amor y la obediencia al creador. “Aceptar plenamente su voluntad, buscar y hacer, ser dócil en todo lo que le agrada a Dios”, manifestó.
Recordó que un viejo adagio que dice obras son amores. “Dios dice: ‘Si me aman cumplirán mis mandamientos’. Pero las obras siempre deben ir acompañadas de la obediencia. El hijo de Dios demostró su amor a Dios siendo obediente. Amar a Dios es la contemplación gozosa y contemplarse de su grandeza inexplicable”, aseguró el religioso.
Dijo que muchas personas, peregrinos que llegan al santuario y Basílica menor de Caacupé, van y se quedan en silencio por mucho tiempo, contemplando la grandiosidad de Dios, no solo para agradecer. “El amor de Dios está al alcance de todos, de ricos y pobres, del sano y del enfermo, el sabio y del ignorante. Nos empuja al amor real, al que rota del corazón, la relación entre el padre y el hijo. Amarse entre sí, no solo somos portadores de amor de Dios y cumplidores del mandato del señor, no sirve de nada. ¿Acaso nos impide amar la naturaleza, el arte, la patria? El amor de Dios es garantía de amor”, manifestó.
Agregó que cuanto más le conocemos a Dios, más la persona se aparta del egoísmo. Lamentó que la humanidad en este siglo está acelerada buscando con ansias la felicidad. “Se ven muchos rostros de frustraciones porque está mal encarado el amor. En muchas partes del mundo hay hambre mientras cientos de personas tienen millones, son ricos y millonarios, se habla de la libertad, pero se fomentan formas de esclavitud. ¡Cuánto les falta a los hombres ser felices!”, dijo, al tiempo de indicar que hace 2.000 años se mandó el mandato del amor. “Pocos lo practican, el resto lo ha olvidado”, lamentó.
“¿Cómo debemos amar? Con ternura, perseverancia, con hechos. Ama, pero ama de verdad, auténticamente, acércate a los que sufren, remedia su sufrimiento, busca el bien para los demás, alégrate con los alegres, sé fiel con los amigos, no los traiciones. Ensancha grande a tu corazón para dar cabida incluso a los enemigos. De lo contrario, no es amor, sino amor superficial”, dijo el obispo.
Para concluir, el obispo dijo que el amor es la fuerza más creativa y poderosa, por lo que aseguró que el amor puede transformar el mundo, más si se puede trabajar con Jesús, porque sin él, nada se podrá hacer.