La semana pasada publicábamos en La Nación el caso de superación de Alfredo Bonga, un joven oriundo de Angola, África, quien se encuentra emprendiendo en Capiatá para continuar con su sueño de convertirse en profesional médico. Bonga se puso de vuelta en contacto con esta redacción, pero en esta ocasión para denunciar que fue víctima de discriminación racial por parte de encargados de un supermercado.
El negocio en cuestión informó que no dejaron ingresar a su local al joven, por tener un bolso y no querer depositarlo en el casillero. No obstante, la versión de Alfredo es diferente ya que asegura que sí ingresó al súper y realizó su compra con normalidad. Incluso, tiene el comprobante de compra de artículos. Solo al salir le detuvieron porque pensaron que robó algo, por su color de piel y por tener un bolso consigo, según indicó.
Todo comenzó cuando Alfredo Bonga, de 24 años de edad, se encontraba caminando en dirección a la casa de un compañero de facultad en la ciudad de Capiatá, cuando pasó en frente del supermercado “Baratodo”, por lo que decidió ingresar a realizar una compra.
El joven ingresó a las instalaciones, donde no fue controlado por nadie, según explicó. Recorrió las góndolas hasta preguntar a una trabajadora del lugar dónde podría encontrar lápices y bolígrafos. “Tomé los productos, fui hasta la caja, saqué el dinero del bolso donde siempre tengo mis pertenencias personales y pagué por los productos. Todo eso fue en un lapso de 5 minutos”, relató.
Fue en ese momento que aparece la encargada del comercio, quien llama a seguridad para que procedan a revisar a Bonga y el bolso que siempre acostumbra llevar a todas partes consigo, donde tiene sus pertenencias personales. “Yo con ese bolso entro a todos los demás supermercados. Siempre los guardias me siguen y me vigilan, pero nunca me dicen algo”, expresó.
Bonga consideró como normal el hecho de que le vean diferente por su color de piel y que hasta incluso puedan ser prejuiciosos al respecto. Lo calificó como un “hecho inconsciente”. “En psicología está el término del subconsciente. A veces miramos a una persona con tatuaje y ya pensamos de cierta manera. En Paraguay no hay mucha población de color que esté justamente robando, pero por las películas que se ven por la industria cinematográfica, muestran al hombre negro como el ladrón o el malo. Es lo primero entonces que van a pensar, no está mal el hecho, hasta es algo inconsciente que tenemos”, aseveró.
Sin embargo, el joven expresó que cuando la responsable del supermercado llamó incluso a la Policía Nacional y ordenó que no abandone el recinto hasta ser completamente revisado, la situación excedió los límites, convirtiéndose en un hecho de discriminación racial.
Denuncia
Tras esta situación, Alfredo acudió hasta la comisaría séptima de Capiatá para formular una denuncia por el hecho del que fue víctima, más bien al final fue como reportar lo ocurrido, ya que nuestra ley vigente no se tipifica a la discriminación racial como un hecho punible. En la sede policial en cuestión los uniformados le tomaron la denuncia como “Calumnia y Difamación”.
El caso incluso ya fue elevado a la Fiscalía desde donde se comprometieron a avanzar en algunas diligencias para investigar el caso. Asimismo, también fue denunciado ante la Secretaría de Defensa del Consumidor (Sedeco), a fin de que pueda abrir una investigación sobre el maltrato a un cliente del supermercado.
Postura del supermercado
Por su parte, el supermercado Baratodo manifestó a través de un comunicado que “rechaza todo tipo de racismo y discriminación en sus locales, ya sea hacia sus trabajadores o su clientela. “Por lo tanto, desmentimos las versiones acusatorias de las mismas”, indican.
En una segunda parte del texto, mencionan que siempre solicitan a a sus clientes, al ingresar, depositar sus bolsones o carteras en las casillas que se encuentran en la entrada.
“Ante la insistencia del joven, que deseaba entrar con su bolsón, el personal de seguridad le informó las normas del local, ya que el mismo manifestó que no conocía las normas por su procedencia extranjera”, refiere el manifiesto. Se agrega que, siempre según la versión de la empresa, Alfredo no quiso acceder a las normas, por lo que tuvieron que pedirle que abandone el supermercado, ya que se reservan el derecho de admisión.
Alfredo lamentó lo expresado por el supermercado y calificó como una mentira, siendo que él ingresó hasta el super sin ningún control en la entrada, realizó su compra, por lo que incluso tiene el comprobante. “Una imagen vale más que mil palabras”, afirmó a nuestra redacción, enseñando el ticket de compra que comprueba que estuvo dentro de las instalaciones sin mayores inconvenientes y que solo al salir se produce el conflicto. “Solo estuve cinco minutos, ni abrí mi bolso en el interior del super ni tuve actitud sospechosa”, alegó.
A criterio de Alfredo, por su color de piel y porque llevaba un bolso, pensaron los encargados del supermercado que estaba robando algo y que ya se estaba marchando. En ese sentido, instó a la empresa a demostrar que supuestamente fue atajado por los guardias al momento de entrar y no al salir, como realmente ocurrió. “¿Por qué no muestran las cámaras?”, cuestionó.
Por último, Bonga lamentó que se sigan registrando hechos similares en el país pero manifestó que en sus años de estadía detectó que solo una minoría en nuestro país sigue realizando estas prácticas.