En los últimos meses, hemos contemplado y vivido el drama que genera la pandemia del COVID-19, ya sea en persona como en nuestras familias, grupos de amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos, famosos o simplemente nos enteramos del dolor ajeno y las tragedias personales a través de los medios de comunicación y, en especial, por redes sociales.
A diario en los centros hospitalarios se producen historias desesperantes, dolorosas, tristes, pero también felices y hasta milagrosas. Un joven de 26 años, de nombre Christian, afirma que la suya se encuentra probablemente en esta última categoría, según lo narrado por él mismo.
Ingresado a UTI
Tras presentar los primeros síntomas de COVID-19, a finales de febrero, el joven se realizó el test y a partir de ese momento comenzó a formar parte de las estadísticas de casos positivos en el país.
Sin embargo, los síntomas comenzaron a acentuarse a medida que transcurrían los días y fue internado en sala normal del Hospital Ingavi, el 3 de marzo pasado, pero a pesar de los cuidados tuvo que ser ingresado a la Unidad de Terapia Intensiva (UTI).
Baja saturación
El problema que presentaba el estado de salud de Christian era la baja saturación de oxígeno, algo muy característico en las situaciones graves de COVID-19 y ante la falta de respuesta de su organismo, los médicos decidieron intubarlo para intentar salvar su vida.
Fue testigo de cómo las dos personas que se encontraban a su lado fallecieron mientras él continuaba el proceso de deterioro de su estado.
“No llegaba a ver el valor de la saturación que tenía cuando me mantuvieron con el sistema de oxígeno de alto flujo, solo recuerdo que decían que estaba muy bajo”, recuerda Christian.
Camino a la intubación
Pero sí recuerda que el día 13 de marzo, tras la decisión de intubarlo, le sacaron el oxígeno de alto flujo y le colocaron el balón de oxígeno para luego conectarlo al dispositivo de intubación.
“Lo que sucedió en ese momento no lo puedo explicar, no sé si fue un milagro, pero apenas me colocaron el balón de oxígeno la saturación de oxígeno comenzó a subir”, explica.
Cuenta que junto a él estaban dos médicos, cuatro enfermeros y el maquinista, prestos para realizar el proceso de intubación y quedaron tan sorprendidos y en silencio entre ellos.
Se miraron sin saber qué hacer
“Se quedaron en silencio mirándose unos a otros y luego de unos segundos, me dejaron y fueron junto a otros pacientes”, recuerda Christian, quien recobró las fuerzas y hasta se atrevió a tomar una fotografía a la máquina que en ese momento comenzó a mostrar un valor de 98 en su saturación de oxígeno.
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Comenzó a recobrarse desde el momento en que le cambiaron el oxígeno de alto flujo por el balón de oxígeno y permaneció tres días más en la UTI, antes de pasar a sala normal, para luego abandonar el Hospital Ingavi.
Vi morir gente a mi alrededor
“Estuve internado 22 días en ese hospital y mi recuperación va muy lenta porque tengo los pulmones muy dañados, también algo de taquicardia y no hago mucho esfuerzo aunque ya puedo hablar bien y caminar rápido”, cuenta Christian, para luego dar gracias a Dios por no llegar a ser intubado y por salir con vida de una situación que se estaba complicando.
“Volví a nacer, pasé muchas cosas en ese lugar y vi gente morir a mi alrededor. Creo que si uno tiene problemas del corazón o presión alta, no va a aguantar”, dijo el joven, quien guarda estricto reposo, pero ha retornado de a poco a sus actividades laborales desde su casa.
Posible explicación
El doctor Guido Caballero, jefe de terapia de un sanatorio privado, explicó respecto a este caso en particular que algunos pacientes toleran mejor la máscara que el alto flujo, por lo que al serle colocada la máscara, mejoró y de esa manera se evitó la intubación.
Por su parte, el doctor Óscar Bottger, médico terapista del Hospital de IPS de la ciudad de Encarnación, expresó que para poder comprender este caso en particular era importante tener todos los detalles del caso y de la evolución, así como los dispositivos que se utilizaron.
Agregó que, de todas maneras, le parece poco frecuente y hasta inusual una recuperación tan favorable en tan poco tiempo y que eso solo cabría esperar en un paciente joven y sin comorbilidad como Christian.