Un expolicía de nombre Sixto se encuentra en pleno proceso de rehabilitación mientras continúa cumpliendo una condena de 13 años en la Penitenciaría Regional de Coronel Oviedo, en el departamento de Caaguazú. El hombre de 46 años relata que creció en un contexto muy duro y de adolescente quiso escapar de la pobreza a costa de la delincuencia, que casi le costó la vida.

“Viví al filo de la muerte y el peligro, muchos amigos murieron y los demás están tras rejas. Toqué fondo y decepcioné a todos, pero la vida me dio otra oportunidad y no voy a fallar”, expresó Sixto, emocionado, anhelando los días en libertad y a su familia.

Un reflexivo hombre que hasta ahora suma 6 años tras las rejas trata de ser mejor persona, habilitó una panadería y una cantina intramuros que da trabajo a otros 12 compañeros. Además, ofrece a la venta termos revestidos de perlas.

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El interno está a cargo de una cantina que expende lo básico como yerba, galletitas, café, sardina, fideos, arroz, jabón y dentífrico, y una panadería que vende pan casero, bollos, tortas y empanadas, con empleados a su cargo. Asimismo, lleva un año haciendo termos, jarras, guampas y yerbateras decorados con delicadas perlas y strass. Para pedidos de termos pueden contactar al (0991) 967-707.

Mientras le restan 7 años de condena, apunta a su reinserción social. Fue escogido como encargado de su pabellón e intramuros estudió refrigeración mediante el SNPP y electricidad a través del Sinafocal.

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Ya a muy temprana edad, a los 13 años, las calles de Coronel Oviedo le impregnaron de rencor ante la actitud prepotente de la gente que le hacía de menos por vender diarios y lustrar zapatos. “Nací en Santa Rosa del Mbutuy donde en los mejores días nos tocaba guiso de butifarra. Nunca me llegó la bici de Reyes, aunque fui el mejor alumno de la escuela”, confesó Sixto, apodado Enano.

Sixto deseaba ser ingeniero agrónomo, pero sus familiares le conectaron a la carrera policial, en la que tuvo 11 años de servicio. Luego fue dado de baja, por lo que trabajó en una granja en cría y engorde de animales. Luego se mudó a Pedro Juan Caballero y en la frontera seca pronto pudo despilfarrar en autos del año y costosos lujos que desaparecieron de la noche a la mañana ni bien lo detuvieron.

El hombre privado de libertad se refiere al submundo al que nunca desea volver entre el dolor y el arrepentimiento. Busca contar el camino torcido que escogió en su afán por el dinero para que otros no se equivoquen.

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