El COVID-19 ya tocó la puerta de varias familias a nivel país, así como en casi todos los barrios de cada ciudad por lo menos se ha registrado una persona que fue contagiada. Muchos tuvieron que guardar aislamiento, ser internados o inclusive perdieron la vida durante esta dura batalla que enlutó a varias familias paraguayas.
Así como se reportan más de 50 fallecidos por día, también más de 1.500 personas son las que logran vencer al nuevo coronavirus, pero para lograr ganar la batalla pasan por una serie de retos, como lo es en el sistema de Salud Pública y también los sanatorios privados. “Una vez que contraes el virus es muy difícil. Tengo entendido que son muy pocos los que se recuperan sin ningún tipo de secuelas”, dijo en contacto con La Nación María, paciente que recibió el alta médica, pero que sigue en la lucha.
Manifestó que desde el día uno todo fue muy difícil, porque en el Centro Asistencial de Areguá, donde fue atendida al tener los primeros síntomas, solo pudieron ofrecerle zmol y salbutamol. “En mi familia tuvimos yo y mi pareja, lo peor de todo es que tenés que estar aislado. Ambos teníamos dificultad para respirar; no sentimos sabores ni olores, eso permanece hasta ahora”, afirmó.
Destacó que una vez pasados los 10 días muchos se recuperan y vuelven a su vida normal, como pasó con su pareja. Pero que ella sigue con los dolores constantes de cabeza, mareos y aún no puede oler o degustar nada.
“Yo hasta ahora no puedo alzar a mi bebé y caminar al mismo tiempo, tengo juku’a constante. El dolor de cabeza y mareos es continuo, tomo algo, se me pasa un rato y luego viene de vuelta el dolor”, aseguró.
En su desesperación volvió a consultar en el Centro de Salud de su zona en la cuidad de Areguá, pero le dijeron que esos síntomas son normales, que debe tomar mucho líquido, reposar y dormir mucho, pero ella ya tuvo que volver a trabajar.
“El dolor de cabeza es terrible y lo peor no tengo ni apetito, apenas tomo agua, por eso creo que bajé 15 kilos, también tengo diarrea. Yo quiero que me hagan estudios para saber cómo tratarme y recuperarme de verdad”, puntualizó.
Aseguró que el domingo al término de su aislamiento todo iba bien e incluso creyó sentirse mejor, pero tuvo una recaída. “Yo pensé que al término del tiempo de aislamiento iba a mejorar de a poco, pero volvió el dolor de cabeza. El martes al alzarle a mi hija del piso me descompensé y me caí con ella. Por suerte mis vecinos me auxiliaron”, contó.
La mujer fue trasladada por sus vecinos hasta el Hospital Distrital de Areguá, donde fue asistida, pero los profesionales le dijeron que es normal y le volvieron a dar zmol. Así también, le recomendaron que vuelva a guardar reposo, pero que si necesita para su lugar de trabajo debía pedir a los médicos que hicieron el seguimiento durante el aislamiento.
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“Mi seguro privado no cubría una mierda”
Es otra la historia que cuenta Susana, que también tuvo COVID-19 en los últimos días. Ella también pasó por todo el sistema de salud burocrático y no logró ser asistida tanto por salud pública o privada.
“Fue todo un calvario”, comenzó contado en contacto con nuestro medio. Afirmó que desde el primer día que presentó síntomas pasó toda una odisea y que por su propia cuenta tuvo que gestionar todo para saber qué le pasaba.
“Yo presenté síntomas y lo primero que hice fue recurrir a mi seguro privado que pago con mi pareja, pero no cubre casos de COVID-19. Llamé a consultar, pero me dijeron que no atendían a pacientes con problemas respiratorios y que tampoco hacían los test para detección del coronavirus, no cubría una mierda”, relató.
Atendiendo a esta situación, decidió llamar al sistema 154 del Ministerio de Salud, pero la línea estaba saturada y cuando finalmente del puesto 180 pasó al 10 le cortaron la llamada, lo que la frustró aún más. “Eso fue un miércoles, no pude ir a trabajar y tampoco me sentía bien para hacerlo, tenía mucho dolor de garganta y cansancio extremo, no podía ni ir al baño. Ya que nadie podía brindarme asistencia empecé a tomar zmol e ibuprofeno”, dijo.
Resaltó que a muchos no les queda de otra que automedicarse, ya que uno trata de consultar, pero todos te cierran las puertas. “Para el sábado desde mi trabajo ya me preguntaban cuándo iba a volver a trabajar, pero los síntomas seguían empeorando. Entonces llamé a agendar una cita para realizarme un hisopado en otro sanatorio privado, que me costó 200.000 guaraníes, luego de dos horas me confirmaron que tenía COVID-19”.
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Susana recibió la noticia estando en su vivienda y teniendo en cuenta que los síntomas no mejoraban, recurrió a un médico que brinda atención a domicilio. “Este doctor nos salvó la vida, porque días después mi marido también dio positivo. Entonces él (doctor) llegó con todos los equipos de bioseguridad y nos realizó todo un control para poder medicarnos”, señaló.
Aclaró que cada paciente es diferente y que tanto ella como su marido no recibieron la misma medicación, por lo que es de suma importancia tener la recomendación de un profesional. “Las consultas a domicilio nos costaron 250.000 guaraníes por consulta y llegó a venir tres veces. La medicación nos alcanzó más de 1 millón de guaraníes para los dos. La medicación que recibió otra persona no te sirve a vos, cada uno es muy diferente”, puntualizó.
Afortunadamente Susana y su pareja ya recibieron el alta médica, además ninguno quedó con algún tipo de secuelas que los aqueje en estos momentos. “Estamos bien, pero es muy difícil sobrellevar la enfermedad solos, sin una contención o persona sana que esté a tu lado. Los dos sufrimos mucho solos la falta de respiración, la fiebre y dolor de cabeza. Además, no podés salir a ningún lugar, hasta pasamos hambre porque no teníamos qué comer”, concluyó.
El 50% queda con secuelas
Según el neumólogo José Fusillo, entre las principales molestias que quedan como secuelas del COVID-19 se encuentran la fatiga y las dificultades respiratorias. “Prácticamente el 50% de los pacientes quedan con molestias, fatiga, dificultad para caminar, pérdida de cabello, insomnio o hasta deterioro neurológico”, dijo en contacto con 1080 AM.
Aseguró que se cuenta con un protocolo de seguimiento pos-COVID, dependencia que se tiene en Salud Pública para el control de los pacientes que quedan con estas molestias luego de vencer al virus.
“El seguimiento al paciente se hace después de la primera o la segunda semana y el primer control tomográfico se debe hacer a los 2 meses para saber si quedaron algunas secuelas. Las pruebas pulmonares son fundamentales, pero por lo menos los pacientes tienen que hacerse una radiografía para ver cómo quedó el pulmón”, señaló.
En otro momento, resaltó que en el caso de que las molestias persistan por dos o tres meses pueden resultar en dificultades cardiacas o fatigas muy severas a consecuencia del virus.