Las autoridades del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS), a cargo del doctor Julio Borba, se reunirán para analizar el protocolo de utilización de las denominadas fosas comunes ante el crecimiento exponencial de los casos de COVID-19 en el país y la saturación del sistema de sepelios.
Al respecto, fuentes del sector médico señalaron que estaba prevista una reunión esta semana para actualizar las decisiones sobre el llamado “punto de quiebre” que supone el momento en que el sistema de sepelio tal como se conoce ya no puede funcionar normalmente por el desborde de los cementerios y la alta demanda de los servicios funerarios.
En principio se había argumentado que la sostenida reincidencia de un número de cincuenta fallecidos por día podría provocar tal desborde, lo cual reavivó el debate cuando se difundió en la fecha el dato de 49 muertos por coronavirus.
No se trata de una decisión fácil, reconoció la fuente consultada, teniendo en cuenta el impacto que ello provoca, pero deberá analizarse si las cifras actuales siguen constantes.
No es la primera vez que desde la cartera sanitaria se habla de recurrir a las fosas comunes. De acuerdo a los antecedentes, a principios de la pandemia el pasado año ya se discutió sobre la posibilidad de recurrir a dicha alternativa. Incluso en ese entonces iban a mantener encuentros con los intendentes para ubicar lugares apropiados en sus respectivas comunidades.
“La cremación no es la primera opción. En caso de muertes masivas se utilizarán fosas comunes que también tienen su forma de hacer. Hay una profundidad, tiene que tener una distancia y un tamaño adecuado. Para que posteriormente la gente sepa dónde está su familiar y poder ir después de pasado un tiempo para llevar una rosa”, había indicado en esa oportunidad el médico forense Pablo Lemir.
Sus declaraciones surgieron ante lo planteado en el mes de abril del 2020 por la Secretaría Nacional Antidrogas, institución que puso a disposición del Ministerio de Salud un horno pirolítico ubicado en Villa Hayes para la eventual cremación de fallecidos por COVID-19 en caso de que se presente el peor escenario.
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