Nuestra mujer destacada de la fecha es amante de la educación y su meta es lograr que cada escuela o colegio de Paraguay tenga una mejor calidad educativa. Se trata de Karina Fabiana Hugo Domínguez, empresaria de la educación y especialista en educación del país. Trabajar con niños, jóvenes y docentes con sed de un mejor aprendizaje la motivó a ofrecer ayuda a los educadores nacionales.
Desde hace 20 años Karina viene trazando un camino mediante su propia consultora, que busca ayudar y orientar a docentes para mejorar la enseñanza de quienes son el futuro del país y de esa manera impulsarlos a lograr el éxito.
“Descubrí mi vocación por la educación desde muy joven, a los 16 años. Recuerdo que tenía una vecina con una hija de 5 años y siempre venía a la casa de mis padres. Siempre la ayudaba con sus tareas y fue ahí que nació mi amor hacia los niños. Todos me decían que iba a ser maestra”, comentó la especialista en contacto con La Nación.
Indicó que ella no aceptaba la idea de ser docente por el solo hecho que todos veían en ella ese don de enseñar y demostrar a los demás el amor hacia los niños.
“Pero la vocación me ganó y elegí la carrera de Licenciatura en Letras, elegí una carrera que me une fuertemente con la docencia”, manifestó.
Siempre para mejorar
Karina destacó que no solo tenía la vocación de enseñar y trasmitir sus conocimientos a los estudiantes, sino que había en ella esa necesidad de mejorar la educación no solo en los lugares donde enseñaba, sino que a nivel país. “Siempre tuve una inquietud por mejorar la educación del país. Eso sigue en mí hasta ahora”, resaltó.
Recordó que enseñó desde los 19 años y su primer grupo de estudiantes fueron jóvenes de entre 15 y 18 años.
“Tenía alumnos que eran un año menores que yo. Empecé a dar mis primeras clases antes de terminar la carrera”, dijo y agregó que todo fue gracias a su asesor de cátedra Carlos Martini, quien le otorgó una constancia para poder enseñar en el colegio.
“Muy temprano empecé a enseñar, yo decía que solo haría para terminar la universidad. Finalmente me quedé”, puntualizó la profesional. Indicó que terminó la carrera con calificación cinco, nota máxima que le fue otorgada por el célebre escritor paraguayo Ramiro Domínguez y el mismo año que terminó ya estaba asesorando a otros estudiantes.
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Migró a Canindeyú
Una vez terminada su carrera, formó una familia y se mudó a Canindeyú con su marido. “En Canindeyú descubrí un Paraguay muy distinto, conocí escuelas muy carenciadas y docentes con sed de nuevos aprendizajes. Eso me llevó a comprometerme más con la educación y la cultura”, expresó.
Resaltó que trabajar más de cerca con los docentes indígenas, profesores sin rubros que trabajaban ad honorem y en comunidades rurales muy carenciadas hizo que la vocación por mejorar la educación aumentara durante esos siete años que vivió en el interior.
“Estuve como directora académica de la Universidad Nacional de Canindeyú y como asesora pedagógica de la gobernación, donde recorrí todos los distritos capacitando a maestros”, dijo.
Fundó su propia consultoría
Tras su larga travesía por el interior del país, Karina volvió a Asunción, donde por impulso de su padre nació Creta Consultoría en Educación. “Yo tenía una visión y me independicé, tenía que empezar con algo propio. Ahí elaboré mi primer proyecto que era una revista de cinco fascículos denominada Aula Hoy, pero fue mi papá, que es escritor, quien me impulsó a desarrollar un plan maestro sobre metodología de la investigación”, refirió.
Recordó que no fue nada fácil llegar con el proyecto, recorrió supervisión por supervisión para lograr su objetivo.
“Desde allí Creta ya no paró”, aseguró. Explicó que lo más fuerte de su empresa es el asesoramiento e innovación pedagógica. “Tengo en mi haber 330 libros publicados propios, textos pedagógicos, libros de escuelas y colegios, textos para profesionales, textos míos como autora y editora, otros como correctora y me tocó ser correctora del autor Helio Vera”, sostuvo.
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Su preocupación por la calidad educativa
Por un tiempo la experta tomó el cargo de directora en el Colegio María Auxiliadora de Asunción. Le preocupó mucho la calidad educativa y el resultado pedagógico que arroja el sistema de enseñanza nacional.
“Ahí fue que decidí especializarme en Uruguay y Chile. En estos países hice una pasantía educativa en aula y conocí el manejo educativo en esos niveles. Yo traje esa experiencia aquí y la adapté al currículum nacional del país”, resaltó.
Puntualizó que cualquier docente puede mejorar el sistema educativo del país y dio como ejemplo a Ramón Cardozo, quien era un maestro de aula y es el pedagogo más importante a nivel nacional. “Me considero una maestra y el aporte que puedo dar es por amor a los niños y jóvenes”, sentenció.
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En educación nos falta visión y gestión
En otro momento, Karina dijo que a la educación del país le falta más visión y una buena gestión. “Tenemos que soñar más grande, porque nos falta todo. Nos falta infraestructura, capacitación, formación para los docentes, empoderamiento en el ministerio de área académica, nos falta tecnología, buena alimentación para nuestros niños. Todo esto falta a nivel país y a nivel general nos falta calidad educativa”, resaltó.
Señaló que falta mucho más para ayudar a los docentes y alumnos del interior. “Nadie que esté en una oficina en Asunción sabrá lo que se necesita en el interior del país”, lamentó. Indicó que también trabaja muy de cerca con el arte y la cultura, con las personas que se dedican a estas ramas.
Su mensaje para los docentes fue: “No tengan miedo a crecer. El mayor miedo del ser humano es el miedo a su grandeza. Muchas veces sabemos que somos capaces de hacer las cosas, pero no nos animamos. Es como que ese capullo no quiere convertirse en mariposa, salir de la zona de confort y aceptarnos desde nuestros talentos. Como dijo el papa Francisco, si recibimos un regalo, no podemos guardarlo bajo la cama, tenemos que compartir ese don”.
Karina Hugo es hija de don Wilfrido Hugo y doña Gloria Margarita Domínguez. Hace 23 años está casada con Víctor González, con el que tiene tres hijos: Sergio (22) estudiante de medicina –también trabaja en Creta–, Nicolás (18) –también trabaja con su madre– y Bruno (16).