Juan Carlos Dos Santos (juancarlos.dossantos@gruponacion.com.py)
Los hechos noticiosos del pasado, sobre todo en el ámbito local, generalmente nos llaman la atención por lo parecido a lo que se vive en la actualidad. Es el caso de las noticias publicadas en medios impresos que circulaban en Asunción exactamente cien años atrás.
Algunos de estos hechos, replicados en este artículo, corresponden a publicaciones entre los meses de enero y febrero de 1921 de los diarios El Nacional, La Tribuna o El Diario y narran hechos cotidianos, en su mayor parte, olvidados en el tiempo.
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Fiesta en San Jerónimo
Una calurosa noche del 12 de enero de 1921, hace poco más de un siglo, se celebraba una fiesta en un domicilio particular en el barrio San Jerónimo, mientras a pocos metros del lugar, en la zona conocida como Loma Clavel, cerca de la plaza Doctor Francia y la actual capilla Stella Maris, de la Armada Nacional, el subcomisario de la Primera Sección, de apellido Vega, se encontraba con el oficial Brangen realizando una recorrida rutinaria.
Eran las 22:45 cuando un marinero pasó corriendo con dirección hacia San Jerónimo y avisó a los dos oficiales de Policía que una casa estaba siendo apedreada por los furiosos vecinos del barrio.
Con pistolas Mauser
Presurosos los tres se dirigieron hacia el lugar, al mismo tiempo que varios marineros más, pero estos armados con pistolas Mauser, procedentes de la Capitanía de la Armada. Acudieron al llamado de otros oficiales de la Marina que se encontraban participando de la fiesta en el barrio San Jerónimo.
Apenas llegaron al lugar y notaron que la fiesta ya había cesado, pero aun así comenzaron a revisar rancho por rancho para averiguar más de lo sucedido.
En ese momento, los dueños de la casa donde se llevó a cabo la fiesta se despedían de los oficiales y repentinamente, sin saber de dónde procedían, se escucharon varias detonaciones de arma de fuego. Una de ellas hirió al marinero, quien dio aviso del hecho al oficial Bransen.
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Feroz intercambio de tiros y piedras
La respuesta fue inmediata por parte del subcomisario Vega, así como de los otros marinos intervinientes, quienes desenfundaron su Mauser y comenzaron así un feroz intercambio de disparos hacia todas las direcciones, siendo contestados con más disparos y pedradas.
Finalmente, los disparos y las pedradas cesaron y resultaron heridos Rufino Gómez y Demetria Bogarín, quienes desde sus hamacas observaban tranquilamente lo sucedido a metros de su rancho.
Más de 300 disparos
Un oficial de apellido Ocampo fue el herido de mayor consideración, pues recibió una pedrada en la cabeza al momento de despedirse de los dueños de casa donde se realizó la fiesta, mientras que otros dos oficiales, de apellido Candia y Schaerer, resultaron levemente heridos por los disparos de arma de fuego.
El informe policial, recogido en la crónica del diario El Nacional, menciona que fueron hallados en el lugar alrededor de 300 casquillos de bala y una gran cantidad de piedras y cascotes, producto de un enfrentamiento que al principio no se supo entre quiénes fue y tampoco los motivos, pero tras las investigaciones se aclaró que fue entre huelguistas del puerto y los marinos que llegaron al lugar.
Truco, alcohol, puñales y armas
Otro hecho violento en el mismo mes de 1921 es relatado también por el diario El Nacional. Narra lo acontecido en la localidad de San Lorenzo del Campo Grande, donde un hombre llamado Marcos Martínez de 39 años, casado y con 10 hijos, se encontraba participando de un juego de truco en la casa de su amigo Germán Garreague, a 5 cuadras de su domicilio.
“Nos hallábamos jugando al truco en el lugar con una persona de nombre Francisco Pereira, quien tiene fama de ‘trampero’ y yo ya le había ganado varios ‘toros’ y sabía que se iba a armar irremediablemente una trifulca”, relata el detenido.
“Como ya era hora avanzada, mi señora me hizo llamar por uno de mis hijos, de nombre Del Pilar, quien después de darme el recado que la comida ya estaba preparada se sentó a mi lado a observar el juego, esperando que terminara la última partida, y, en ese momento, le eché a Pereira una ‘falta envido’ y noté que él intentó hacer trampa. Lo demás ya vino solo”, explicó Martínez en su declaración.
En ese momento, su oponente de truco se levanta y saca un puñal que tenía guardado en sus prendas, mientras que Martínez reaccionó a mayor velocidad y desenfundó el arma de fuego que llevaba en la cintura realizando un disparo contra Pereira.
“Cha japi niko taita”
“Mi hijo del Pilar se interpuso entre mi arma y Pereira y fue él quien recibió el primer disparo en su costado izquierdo, sin orificio de salida. Al notar que mi hijo fue herido, sin saber que fui yo quien lo hirió, dirigí contra Pereira tres disparos más que dieron en el blanco, dos en el cuello y uno en el vientre, cayendo instantáneamente”, confesó.
Luego se acercó a auxiliar a su hijo de tan solo 12 años y este le dijo “che japi niko taita”, para luego desvanecerse entre sus brazos. “Mi hijo contaba con solo 12 años, era uno de los más queridos de la casa y murió poco después en la asistencia pública y Pereira en el Hospital Nacional, y los maté con mi pistola Smith Colt, calibre 32″, confesó Martínez luego de entregarse a las autoridades en la ciudad de San Lorenzo.
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