Actualmente se volvió casi normal calificar a una pareja como “tóxica” cuando existen celos y mentiras de por medio, pero a pesar de ello la relación continúa. Esta situación hace que el noviazgo o matrimonio no funcione como debería, ya que de a poco se va perdiendo el respeto uno al otro.
Ante los nuevos casos de feminicidios e intentos de asesinatos en parejas, profesionales del Hospital de Clínicas levantaron sus voces y recodaron a la sociedad que la pareja tóxica se maneja siempre intimidando al otro, con muestra de celos y a base de mentiras.
“Una vez afianzado, humilla o ridiculiza, destruye objetos personales; comienza con una pequeña cosa y termina dominando su vida hasta obtener las contraseñas de sus redes sociales, por ejemplo”, dijo la licenciada Patricia González, de la cátedra y servicio de Psiquiatría.
Resaltó que en un segundo nivel todo se agrava y empiezan los maltratos físicos y psicológicos como insultos, empujones o golpes.
“Puede llamarlo ‘jugando’, pero golpea; puede disponer de los bienes personales; en la intimidad obliga a mantener relaciones sexuales y prohíbe el uso de anticonceptivos en el caso de las mujeres; amenaza de muerte y encierra o aísla de los seres queridos”, resaltó.
Buscan el control
La profesional destacó que esto sucede cuando en las parejas una de las partes busca el control de la otra, “hasta lograr el dominio total en la relación”.
Aclaró que son las mujeres generalmente las víctimas, pero también hay muchos casos en los que son los hombres quienes pasan por esta situación en la que, si no recurren a profesional, puede desgastar por completo el noviazgo o matrimonio, “e incluso llegar a desenlaces fatales”.
Alegó que, en una relación tóxica, una de las partes o ambas empiezan a sufrir en forma cotidiana y viven bajo sometimiento. Esto genera un desgaste emocional, que muchas veces continúa con la esperanza de que todo va a cambiar.
“Todo puede desembocar en violencia verbal y física, como también llegar a desenlaces fatales; pero no todas las relaciones de este tipo tienen el mismo final”, aseguró.
Puede tener un final diferente dependiendo de cómo enfrente la situación la pareja, se puede salvar dependiendo de cómo estén relacionadas y acudiendo a profesionales que los pueden orientar.
“Ya que también depende de la reacción del organismo mismo ante estas situaciones y que ya se encuentra dañado, para continuar o dar un final”, expresó.
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No es una situación fácil
En otro momento, González destacó que no es una situación fácil de manejar ni terminar cuando uno desea, “ya que crea una dependencia debido a la manipulación que sufre la persona violentada, es importante escuchar lo que el cuerpo manifiesta”, indicó y agregó que por muy normalizado que ya sea el abuso, el cuerpo se da cuenta de que está siendo agredido y es cuando se debe reaccionar para dar fin a dicha situación.
“También es fundamental contar con la familia o con el entorno más cercano y socializar lo que está sucediendo, porque una de las primeras consecuencias de estas relaciones tóxicas es la pérdida de los grupos de apoyo, y ese aislamiento hace que después sea muy difícil salirse de ese tipo de relaciones, porque quien sufre no tiene a nadie en quien sostenerse o apoyarse”, aseguró.
Cultura patriarcal
La doctora Andrea García, especialista de la Cátedra y Servicio de Psiquiatría de la FCMUNA, también dio su punto de vista y refirió que más que un perfil psiquiátrico, lo que se debe cuestionar es la cultura patriarcal de nuestro país.
Sostuvo que vivimos bajo un sistema social construido donde el hombre tiene el poder, es el que manda en la casa y la mujer la que obedece.
“Las mujeres se ven sometidas a sufrir violencia de género, simplemente por ser mujeres, consideradas inferiores; si no nos alertamos ante la violencia verbal, simbólica y/o psicológica, avanza a agresión y violencia física: empujones, pinchazos, golpes, entre otros. Y esto es lo que conduce a un feminicidio”, sentenció.
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Deben sentirse seguras
Por su parte, el doctor Julio Torales, jefe de la Cátedra de Psiquiatría del Hospital de Clínicas, argumentó que las víctimas de violencia de género deben sentirse seguras para consultar en un espacio de salud mental accesible y acompañadas de profesionales formados en la materia, que sean compasivos y con enfoque de derechos.
“Cuando una persona víctima es consciente de su estado, debe buscar ayuda en su entorno cercano y soporte profesional”, manifestó y enfatizó que en estos casos deben ser tratadas por un equipo multidisciplinario, que puedan proporcionar respuestas del tipo legal, laboral y social, pero sobre todo psicológico para el proceso de recuperación.
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Primer paso
Los profesionales coincidieron en que el primer paso es una evaluación psicológica, donde se acuerda el consentimiento informado. Se detalla qué tipo de información se va a recoger y la medida en que otras personas van a tener acceso a esa información revelada debido a que las implicancias legales de maltrato deben tener un tratamiento jurídico.
Cabe destacar que durante el proceso se tiene en cuenta que en medio de las revelaciones puede haber regresiones del miedo y el dolor emocional asociados con el incidente. Como así también, cambios cognitivos como desconfianza, miedo a intimar, depresión, ira, consideradas respuestas a un trauma; por lo que el equipo profesional determina la técnica más apropiada para la indagación y terapias de recuperación.