El sistema sanitario del corazón de América del Sur no tiene respiro. La pandemia del COVID-19 llegó al territorio guaraní en marzo del 2020, poco después de que los médicos lucharan sin descanso contra una de las peores epidemias de dengue en el país.
Cuando el nuevo coronavirus arribó, el país se paralizó para “prepararse” y enfrentar con mejores armas la virulenta y mortal pandemia, que ya había puesto de rodillas a los países más desarrollados del mundo, con mejores sistemas sanitarios y bolsillos más abultados. La estrategia del Gobierno fue buena, pero terminó mal por la corrupción imperante. Como muestra, vale un botón: Paraguay se ubicó como el segundo país más corrupto de la región, un escalón abajo de Venezuela, en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) elaborado por Transparencia Internacional.
Pero volvamos al tema central. El ministro de Salud Pública, Julio Mazzoleni, anunció hoy un descenso en el nivel de contagio en Asunción, la capital del país, mientras que en el departamento Central el índice se mantiene relativamente estable. La preocupación actual vuelve al departamento de Alto Paraná, que experimenta un incremento importante de casos, al que calificó como “la segunda ola”.
A esto se suma la ocupación casi total de las camas disponibles. “Las camas ya están ocupadas en un 99%. Tuvimos un número importante de fallecidos. Tenemos uno o dos fallecidos por día. Eso deja una mella en los trabajadores de blanco”, lamentó hoy el doctor Carlos Pallarolas.
Mirá también: Alerta: aumentan a más de 500 las notificaciones por sospecha de dengue
La situación también empieza a complicarse en otros distritos del interior del país, como Caazapá y Coronel Oviedo, donde volvieron a acudir a los llamados de emergencia sanitaria y retorno a restricciones más estrictas para tratar de mitigar la expansión del COVID-19 dentro de sus límites municipales.
En el caso de Coronel Oviedo, su sistema de salud con ocupación total de camas motivó a la Junta Municipal a solicitar urgentes limitaciones de actividades sociales. Por el lado de Caazapá, una ciudad donde relativamente hubo casos controlados hasta el año pasado, se registraron brotes y contagios masivos debido a irresponsables fiestas clandestinas callejeras en la ruta.
El total de casos confirmados desde el inicio de la pandemia en el país es de 130.917. Hasta ayer se registraban 106.109 paraguayos que vencieron al virus y el número de víctimas mortales se elevaba a 2.681.
Dengue, otra amenaza
En este contexto, crece otra amenaza: el dengue. La enfermedad es transmitida por un mosquito que, por lo general, nace y se cría en la mayoría de los hogares paraguayos, en los que lastimosamente, y pese a las campañas de concienciación anuales, se acumulan recipientes ideales como residencia para el vector.
La epidemia se inició en noviembre del año pasado. En las últimas cuatro semanas se contabilizaron 1.668 notificaciones de casos sospechosos, con un promedio de 417 por semana. El departamento Central registra más de 500 notificaciones en sospecha, en tanto que Asunción acumula 200 y Concepción 100; Alto Paraguay, Presidente Hayes, Paraguarí, Caaguazú y Alto Paraná contabilizan entre 51 a 100 notificaciones. El 52% de los demás departamentos presenta entre 10 y 50 notificaciones, a diferencia de Boquerón, que cuenta con menos de 10 notificaciones, según datos de Salud Pública.
La enfermedad avanza de manera acelerada y el 22 de enero pasado ya se cobró su primera víctima fatal, un joven de 19 años, oriundo del departamento de Ñeembucú. Pero el pico está lejos de llegar atendiendo a lo que había señalado el director de Vigilancia de la Salud, Guillermo Sequera, en diciembre del año pasado: el pico de infecciones por dengue se daría entre abril y mayo de este año.
Para ese entonces, la otra enfermedad, el coronavirus, seguirá latente en el país, ya que solo una ínfima parte de su población estará vacunada. Esto atendiendo al programa de inmunización de la cartera sanitaria.
Así, la ciudadanía, con un sistema sanitario precario y con profesionales médicos cansados, se enfrenta prácticamente sola a ambas enfermedades. Solo queda seguir con las medidas, que en el caso del COVID-19 son usar tapabocas, mantener el distanciamiento físico y lavarse las manos; en el caso del dengue, eliminar periódicamente los criaderos de mosquitos.
La corrupción y la poca previsión de las autoridades hacen que mantener la salud y conservar la vida esté en manos de uno mismo. Cuidémonos entre todos.
Podés leer: COVID-19: Salud confirma que segunda ola se está dando en Alto Paraná