Al momento de ser redactado este artículo, oficialmente en el mundo se habían registrado 100.270.602 casos de COVID-19, datos proveídos por los organismos de salud de todos los países afectados. Los científicos suponen que los datos reales podrían ser varias veces más que estos números presentados en sitios web y que se actualizan de manera dinámica cada segundo.
En Paraguay, hasta la fecha se registraron cerca de 130.000 casos positivos de COVID-19 y los datos oficiales estiman que cerca de 105.000 personas superaron la afección. Existe una gran cantidad de variables alrededor del COVID-19 para que este pueda llegar a transformarse en una situación tan grave como fatal o en otros casos pasar de manera desapercibida, como sucede con los asintomáticos, aquellos que no presentan síntomas.
Dentro de las estadísticas de los recuperados, se encuentra JJ, una persona de alrededor de 55 años y cuya pasión es la pesca, la cual la practica como deporte y también de manera profesional en otras variantes. Él conoce todos los secretos sobre esta actividad así como cuáles son los mejores lugares para practicarla en el río Paraguay y en los riachos que en él desembocan.
Una reunión de amigos
Él cree que fue en una de esas tantas reuniones siguiendo todos los protocolos sanitarios recomendados, en la que los pescadores y amigos se congregan a celebrar la amistad y la vida, donde pudo haberse contagiado, a partir del contacto con un familiar asintomático, quien días después daría positivo al análisis que se hizo por precaución.
En el caso de JJ, algunos días ya habían transcurrido luego de aquel contacto y si bien era pleno octubre del año pasado, un mes que a diferencia de otros años se convirtió en uno de los más calurosos y secos de las últimas décadas, él comenzó a tener síntomas característicos de un resfriado.
El hisopado diría posteriormente que se integraba a las estadísticas de casos positivos de COVID-19 en el país. Lastimosamente, antes de tener este resultado, también habían sido contagiados su hijo mayor y un amigo cercano, con quien compartía horas de pesca.
Camino al Ineram
Es aquí donde las variables que rondan los casos de contagios salen a relucir. Ambas personas tuvieron solo síntomas leves, atribuidos quizás a una baja carga viral, al contrario de JJ, quien ya se encontraba camino al Ineram, donde ingresaría a sala normal, luego a la Unidad de Terapia Intensiva, y allí permanecería internado por casi un mes, de donde saldría porque, como dicen nuestros abuelos, todavía no era su hora.
Recuerda JJ, luego de estar 27 días internado, que una de las situaciones que más le generaba dolor eran las extracciones de sangre para los análisis que se realizaba casi diariamente. Las muestras de sangre de estas extracciones se realizan dentro del músculo, en el antebrazo o en la muñeca, a diferencia de las que se realizan para un análisis de sangre convencional.
Cuando ya iba mejorando, durante una de las tantas sesiones de extracción de sangre, el enfermero que le realizaba el estudio le dijo: “No te quejes, JJ, por el estado en que llegaste, no te dábamos más de tres días aquí”.
“Kóa lístoma”
Eso lo llevó a recordar una de las peores noches que pasó durante su internación, allá por mediados de octubre. Tenía tanta fiebre y sentía escalofríos por todo el cuerpo, que utilizó todas sus ropas de abrigo, además de enroscarse hasta la cabeza con las frazadas que tenía a su alcance en esa noche.
Recuerda que durante la madrugada, no sintió su cuerpo y tenía la sensación de que comenzaba a flotar en el aire. Entre sonrisas y lágrimas que no puede contener al recordar ese momento, cuenta que se dijo a sí mismo: “Kóa lístoma”. En realidad lo que le había sucedido es que con la fiebre y el abrigo la cantidad de sudor lo había empapado al punto de no sentir contacto con nada que lo rodeaba.
Curado, pero con secuelas
Fue el momento en que comenzó su recuperación. Luego de permanecer 27 días internado y como bien lo diría él, “a 5 minutos de ser intubado”, le dieron de alta y ya se encuentra de nuevo trabajando, rodeado de su esposa, hijos, nietos y amigos. Pero acarrea secuelas del virus.
Hoy es diabético, sufre de hipertensión y aunque al principio tuvo problemas pulmonares y cardiacos tras ser dado de alta, estas dos últimas complicaciones las superó con tratamientos recomendados.
La Organización Mundial de la Salud explica que aquellos pacientes que desarrollaron un cuadro clínico grave de COVID-19 tienen como principal secuela el desarrollo de fibrosis pulmonar. Durante la fase aguda de la infección, el daño pulmonar causa edema y entre la segunda y quinta semana los pulmones muestran signos de fibrosis. Esta sería la otra pandemia que deben sobrellevar los casi colapsados sistemas de salud.
Lea también: Ocupación de UTI en el Ineram se mantiene alta, pero no en situación de desborde