La reinfección del COVID-19 se puede dar luego de transcurrirse 90 días desde la infección primaria, cuando se presenten los mismos síntomas. Existen evidencias de reinfección a nivel local e internacional; por ello, la Dra. Viviana Degea, de la Dirección de Vigilancia de Enfermedades Transmisibles (DIVET), afirmó que según estudios recientes la inmunidad al virus conocido como SARS-CoV-2 que produce la enfermedad del coronavirus puede durar hasta ocho meses.
La inmunidad es un estado de resistencia natural o adquirida que poseen los organismos frente a una enfermedad o al ataque de un agente infeccioso. En este sentido y para derribar los mitos actuales sobre la inmunidad frente al COVID-19 en las personas que ya padecieron la enfermedad, consultamos a la Dra. Degea por cuánto tiempo –luego de convivir con la enfermedad– uno se vuelve inmune al virus.
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“Un criterio para sospechar reinfección es que hayan transcurrido al menos 90 días desde la infección primaria. Un estudio recientemente publicado habla de que la inmunidad puede durar hasta 8 meses”, indicó la Dra. Degea ante la consulta de La Nación.
El estudio del que habla Degea, “Memoria inmunológica para SARS-CoV-2 evaluada hasta por 8 meses después de la infección”, fue desarrollado por el Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas y Vacunas del Instituto de Inmunología de La Jolla, EEUU, el Departamento de Medicina, Universidad de California, San Diego (UCSD), el Departamento de Microbiología, Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, Nueva York, EEUU, entre otras instituciones dedicadas a la investigación del comportamiento del virus.
“La inmunidad es actualmente frente a todas las variantes. Además de la variante de Reino Unido, también hay otras variantes circulantes que no representan riesgo frente a la protección que ofrecen las vacunas. Sin embargo, se debe tener en cuenta que justamente un criterio que confirma reinfección es volver a presentar síntomas 90 días después de la primera infección, y que por secuenciación genética se demuestre que se trata de una cepa distinta”, detalló la profesional.
Igualmente, refirió que no hay relación entre la severidad de los síntomas y la reinfección; es decir, una persona que ya se infectó de la enfermedad, pero que fue asintomática, sigue expuesta al virus. “Hay una amplia variabilidad en los casos que son sospechosos de reinfección. Algunas personas presentan síntomas más leves, y otros cuadros que requieren hospitalización”, señaló.
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Inmune, pero portador
Pese a que las personas ya infectadas con COVID-19 tienen una inmunidad de entre tres y ocho meses, la Dra. Degea manifestó que estos pueden ser portadores del virus sin que esto le afecte e infectar a otros por el contacto de manos u objetos compartidos. Por ello, advirtió la importancia del uso de tapabocas pese a ya haber contraído la enfermedad, ya que todos podemos portar el virus en las manos, pies y objetos de contacto.
“La persona que haya desarrollado inmunidad puede aún contaminar su entorno si no sigue las medidas sanitarias. Por ejemplo, si toca una superficie contaminada y no se lava las manos, puede contaminar su entorno. Lo mismo ocurre cuando no utiliza tapabocas, puede entrar en contacto con el virus, pero no enfermar”, indicó al ser consultada sobre el mito de que el tapabocas ya no sirve para aquel que ya padeció la enfermedad.
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Agregó que las partículas virales (SARS-CoV-2) que colonizan en la nasofaringe pueden contagiar a otras personas, pero que esta vía de contagio sigue siendo discutida en la sociedad científica del mundo.
Por otro lado, afirmó que los anticuerpos generados por el coronavirus mantienen inmune a la persona incluso de la nueva cepa del COVID-19 que apareció en Reino Unido hace poco, así como otras que están circulantes.