El obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, ofreció una carta al pueblo paraguayo por la especialidad de estas fiestas en plena pandemia, recordando que hace años, monseñor Juan Sinforiano Bogarín también había hecho lo mismo en una situación similar, en ocasión de la suspensión de la celebración mariana por la gripe española.

La larga misiva no solo habló del momento que se vive como sociedad y que llevó a cumplir las medidas sanitarias, sino además lamentó la precaria situación de los hospitales del país y se compadeció con los médicos que no cuentan con los elementos mínimos para continuar con la lucha contra la enfermedad. También criticó que continúen flagrantes ilícitos como la narcopolítica, la corrupción e injusticia.

“El Paraguay –en todos los estamentos– necesita líderes lúcidos, bien formados, con espíritu de servicio, mente amplia, honestos y verdaderamente patriotas; en otras palabras, ‘hombres nuevos’, capaces de conducir a su pueblo hacia un destino de grandeza, dijo.

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Añadió que no se debe seleccionar a los guías de la sociedad por simple afecto, simpatía o conveniencia particular. “Selecciones de este tipo tienen su impacto y consecuencia negativa”, aseveró.

Año cargado de incertidumbre

“Va llegando a su término el 2020, año complicado y difícil de olvidar en el futuro. Se vino cargado de incertidumbre, un año marcado por la amenaza a la vida por causa de una ‘pandemia’ que, a pesar de los admirables avances de la ciencia y de la tecnología, sigue su curso de invasión incontenible, irrumpiendo en todas las esferas sociales, desde las humildes paredes a los muros más infranqueables de los palacios más vigilados e impenetrables del mundo”, expuso

Mencionó que este mal –que afecta a la salud pública– se suma al rápido deterioro de la moral pública y privada que involucra, últimamente, incluso algunas investigaciones científicas que prescinden de la ética para orientarse hacia el bien. “En esta misma perspectiva, se observa el interés económico insaciable de algunos líderes que buscan sacar rédito de esta situación, razones que arrojan dudas respecto a diversas explicaciones ensayadas, aun aquellas aparentemente fundamentadas”, criticó.

El obispo expresó que los episodios de dolor son inevitables en estos casos de contagio fácil por falta de una vacuna preventiva. “Por eso, hacemos llegar nuestras más sentidas condolencias y oraciones para todas las familias que soportaron –y siguen sufriendo– la partida de sus seres queridos como consecuencia de este virus de circulación planetaria”, dijo.

Precariedad y corrupción

Comentó también que observan desde la Iglesia con tristeza tantas muertes, tanta precariedad de infraestructuras en la salud púbica, a pesar de la cantidad de nuevas unidades sanitarias habilitadas por causa de la pandemia.

“Tantos profesionales de la salud sin suficientes elementos de trabajo y bajo salario; tanta corrupción en medio del dolor; tanta impunidad en torno a la narcopolítica, que aprovecha la concentración de la opinión pública en la agenda única de la pandemia para que políticos recluidos recuperen no solamente sus libertades, sino también sus bancas en el Congreso de la República, y todo tipo de privilegios, despreciando el Estado de derecho y desafiando las palabras del Señor”.

“La narcopolítica es lastre y pesada carga para nuestro sufrido país. El papa Francisco suele exclamar: ‘¡Pecadores sí; corruptos no!’ Porque todos somos pecadores llamados a la conversión, pero el corrupto es aquel que hace del pecado, del fraude, del contrabando, de la injusticia y del uso y abuso del poder un sistema endémico como un cáncer que hace metástasis”, fustigó.

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“Hombres nuevos y líderes lúcidos”

Por otra parte, el obispo refirió que el Paraguay –en todos los estamentos– necesita líderes lúcidos, bien formados, con espíritu de servicio, mente amplia, honestos y verdaderamente patriotas; en otras palabras, “hombres nuevos”, capaces de conducir a su pueblo hacia un destino de grandeza.

También se refirió sobre la injusticia reinante y recordó a los secuestrados por el grupo terrorista EPP. “No habrá paz mientras no tengamos justicia, proba que garantice nuestros derechos, ni habrá seguridad mientras modestos trabajadores son despojados de sus humildes pertenencias en la vía pública ante la mirada de las fuerzas del orden, como no hay paz hace tiempo en los hogares de Edelio Morínigo, Félix Urbieta y Óscar Denis”, afirmó.

Por último, con relación a la proximidad de las fiestas, pidió evitar las grandes aglomeraciones, los imprudentes contactos y cuidar la salud de los demás, cuidándonos nosotros mismos. “Teniendo presentes las palabras del papa Francisco: ‘El único contagio que vale la pena es el contagio del amor’. Que Dios Padre, Nuestro Señor Jesucristo su Hijo, el Espíritu Santo y la Virgencita de los Milagros de Caacupé iluminen nuestros corazones y nuestros pasos del próximo año. Mi abrazo fraternal a cada uno de ustedes”, concluyó.

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