Durante la misa a puertas cerradas realizada este jueves, se desarrolló el sexto día del novenario en honor a la Virgen de los Milagros de Caacupé bajo el tema: “La eucaristía realiza la comunión con Dios y con los hermanos”. Monseñor Adalberto Martínez, obispo de Villarrica del Espíritu Santo, Guairá y Caazapá, criticó en duros términos el tráfico de drogas, el lavado de dinero y la corrupción imperante.
“El tráfico de drogas en una pandemia que destruye, que inutiliza, que mata a miles de niños, jóvenes y adultos que cayeron infectados por ese virus mortal y que produce mucho dolor comunitario y familiar. El tráfico de drogas es un pecado muy grave”, expresó monseñor Martínez.
Recordó que el papa Francisco ha dicho con toda claridad que “los mafiosos se fingen cristianos, pero de cristiano no tienen nada. Llevan la muerte en el alma y la dan a otros”. De esta manera, el religioso exhortó a las autoridades a que trabajen para erradicar el tráfico de “las mercaderías de muerte”.
“Las drogas ilícitas, cuyos réditos económicos se han filtrado en los distintos estamentos de la sociedad. A esto se agrega el tráfico de dinero, de fondos generados en actividades ilícitas e ilegales, etiquetado como lavado de dinero y con agravantes de evasiones y evasores en el territorio nacional”, manifestó monseñor Martínez.
Igualmente, instó a las autoridades a actuar en contra del lavado de dinero a lo que también considera una “pandemia de ilícito”. “El virus de la corrupción es causa de grandes males para el Paraguay, pues carcome los recursos que son esenciales para el desarrollo integral y el bienestar de la gente”, manifestó el religioso.
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Señaló que el compromiso es de todos, sea cual sea el cargo que ocupe en la vida pública, privada religiosa o comercial es condenar los abusos y maltratos. ”Honrar el cuerpo de Cristo es proteger a los menores y personas vulnerables de la pandemia de los abusos y maltratos que han aumentado considerablemente durante los meses de cuarentena, y sucedidos en el entorno de los núcleos familiares”, afirmó.
En otro momento, recordó a los secuestrados Edelio Morínigo, Félix Urbieta, Óscar Denis y a sus familiares, y señaló el clamor del pueblo. “En nombre de Cristo, levantamos nuestra mirada al cielo y rogamos, pedimos, exigimos: ¡Liberen a los secuestrados!”, expresó.
Por otro lado, el obispo indicó que el amor al prójimo necesita traducirse en acciones concretas por parte de los fieles. Asimismo, manifestó que la Iglesia enseña que la eucaristía debe llevar a un compromiso con los pobres.
No bajar la guardia ante el COVID-19
El religioso pidió no bajar la guardia ante la pandemia del COVID-19 y agregó que la eucaristía es fuente de alegría porque realiza en nosotros la comunión con Dios, aun en circunstancias de distanciamiento social, que requiere mayor responsabilidad de cuidado mutuo entre nosotros.
Recordó que a causa del coronavirus se celebra la eucaristía con la limitación de la presencia física en la Basílica. Señaló que se trata de una exigencia del amor cristiano poner empeño y esfuerzo en reducir contagios por COVID-19, que ya causó tanto dolor y luto. “Oramos por todos aquellos que han fallecido a consecuencia de este virus y también por otras enfermedades”, expresó Martínez.
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Una vez más, destacó desde la Iglesia que en época de pandemia, el pueblo paraguayo hizo relucir su solidaridad para compartir del pan con los más necesitados a través de las ollas populares.
“Me permito destacar, reconocer y agradecer el servicio sacrificado de todo el personal sanitario, de las fuerzas policiales y militares, de las parroquias, con sus sacerdotes y agentes de pastoral, así como de los voluntarios; no podemos olvidar a los comunicadores, periodistas, camarógrafos, cronistas; en fin, agradecemos a todos aquellos que han puesto su vida en riesgo por amor a los demás”, afirmó Martínez.