En la lucha contra el cáncer de mama, lo más importante es la detección temprana así como se necesita el acompañamiento de toda la familia, además de profesionales capacitados, que ayuden a sobrellevar esta situación tan dolorosa. Esa situación se refleja en el testimonio de Bettina Cuevas, que tuvo que sobrellevar la enfermedad, aunque con la fortuna de conocer a médicos que le dieron confianza durante el tratamiento.
Bettina Cuevas, vicepresidenta de la Asociación de mujeres de apoyo contra el cáncer de mama (Amacma), relató que la detección para ella fue bastante particular, ya que tras un accidente con un bache al que no dio importancia empezó a sentir malestar. “Al ir al médico me confirmaron que casi desprendí la cervical y estuve en cama por un mes. Cuando empecé el proceso para levantarme yo sufro una parálisis facial por las bajas defensas que me provocaron toda la medicación que me dieron”, dijo en contacto con canal GEN.
La detección
Indicó que todo esto pasó en el mes de octubre del 2011, pero luego en noviembre volvió a tener otra parálisis facial que la llevó a internarse durante todo ese tiempo hasta diciembre donde le practicaron todo tipo de estudios para detectar la causa de este síntoma. “Antes de salir me dice la doctora que me estaba atendiendo que me realizaría el chequeo completo de pap, mamografía y ecografía. Ahí es cuando en la mamografía detectan microcalcificaciones y también con la ecografía comprobaron ese diagnóstico”, expresó.
Bettina destacó que una vez que tuvo los resultados a mano, fue a consultar con un ginecólogo, que la derivó a un mastólogo, quien debería guiarla en cuanto al tratamiento y los pasos a seguir para hacer frente a esta enfermedad.
“Ya en enero hice las consultas pertinentes y el mastólogo recomendado por el profesional no estaba. Entonces vuelvo a consultar si busco otro mastólogo y este me dice que espere que eso no es nada. Esperé que volviera y eso hizo que pasara más el tiempo”, manifestó.
Falta de empatía
Afirmó que una de las características más importante para poder arrancar con el tratamiento del cáncer es que el profesional demuestre empatía con sus pacientes y que se involucre, para que el paciente se sienta seguro de que todo va a salir bien. “Bueno. Este señor, porque no tiene nada de empatía con los pacientes, nada de nada, me dice: Hay que hacer una punción. Uno se somete a lo que piden, en mi caso esa punción fue innecesaria, porque otros profesionales me confirmaron que el cáncer estaba a la vista y en mi caso era muy visible que era maligno”, detalló.
Agregó que desde el accidente, que fue en octubre a enero, ella no volvió a trabajar, pero que luego de la punción le llaman de su trabajo para decirle que se presente, ya que tenían una reunión general. “Era una reunión general, pero también una bienvenida y agasajo de todo lo que había superado, que era el accidente y la parálisis facial. En ese ínterin, suena mi teléfono y era el mastólogo que me dice que ya tenía los resultados de la punción y me dice: Salió maligno y tenés cáncer”.
Bettina quedó en el aire tras esa llamada, ya que de un momento de alegría por la que estaba pasando tras la bienvenida de sus compañeros, pasó a un baldazo de agua fría. “Este señor en ningún momento me preguntó a qué me dedicaba, yo soy psicóloga. Tras esta noticia me quedé en el pasillo, una noticia así golpea. Me dije es otra cosas más y salí. Le llamé a mi esposo para que me acompañara en la consulta”.
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La propuesta de tratamiento
Una vez que llegó al consultorio y tras la terrible noticia que recibió por teléfono, el médico le dio una sola opción de tratamiento, que era extirpar todo el seno y la colocación de una prótesis para la estética. “Yo le dije: a mí no me preocupa lo que me saques, yo no tengo tetas y no me preocupa no tener teta ahora. Lo que me preocupa es lo que me vas a colocar y lo posterior que es el tratamiento”, resaltó.
A lo que el profesional le destacó que lo ideal es la cirugía y le entregó todas las órdenes de análisis para practicar la misma cuanto antes, ya que no podía demorarlo más. Una vez que logró hacerse todos los estudios volvió a consultorio para fijar una fecha para la cirugía. “Cuando vuelvo él me pone las prótesis en frente, a lo que le digo a mí no me importa lo que me vayan a poner, sino que quede alguna célula cancerígena y que me lo pongan encima”.
Resaltó que cada cáncer es distinto, no importa que esté en el mismo lugar, pero que todo depende del trato que te dé el profesional, que te sientas segura del tratamiento. “No existe un cáncer de mama igual al otro, por eso es importante no quedarnos en una sola mirada. El profesional miraba más como una cirugía plástica que el cáncer en sí”, indicó.
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Una segunda mirada
Tras todo este proceso fijan una fecha para la cirugía y tuvo que volver a notificar en el trabajo que debía ausentarse por una cirugía, además de cuál era el motivo de la misma, que era por un cáncer. “En eso se entera una alumna mía, que se comunica conmigo y me dice: ‘mi papá es mastólogo, te pido que consultes con él’. Yo le expliqué que ya tenía todo preparado para la cirugía, pero ella insiste. Entonces accedí y fui a consultar, este médico me dice que podía hacerme la cirugía que era una opción, pero que en mi caso no era necesario. Que podía optar por una cirugía conservadora, que consiste en conservar lo máximo posible la mama y me confirma que es maligno”.
Dijo que tras hablar con el papá de su alumna, le comentó que se realizaría la cirugía que ya tenía programada y le confirmó que sí se podía realizar el procedimiento y también podía esperar para la colocación de la prótesis como ella proponía. “El lunes, un día antes de la cirugía, me llama y me dice: ‘Bettina, lo que van a hacer contigo es una carnicería. No dormí todo el fin de semana pensado en lo que te iban a hacer y por eso me atrevo a llamarte. Hay yo lloré, de la rabia, de la parte profesional’”, puntualizó.
Ángel de la guarda
Ante esta circunstancia, Bettina decidió buscar otros profesionales para tener la certeza de todo, logró concretar cuatro citas en un solo día. Dos de los profesionales le manifestaron que debían realizarse el procedimiento porque conocían al primer mastólogo. “Pedía 2 a cero, pero luego consulté con una mujer, la doctora Magdalena, porque quería saber y me dijo que era maligno, además agregó que la punción era innecesaria, que podía disparar todo, hablé mucho con ella. Transmitía una paz y empatía. En eso me vuelve a llamar el doctor Blas González Saldívar (papá de su alumna) y me dice: ‘Bettina, te operás conmigo, por los gastos ni te preocupes, el seguro cubre todo, fue un ángel de la guarda’”, dijo, muy emocionada.
Tras la cirugía, Bettina se sometió a tratamiento de radioterapia, para culminar su tratamiento, hoy está recuperada y sigue ayudando a otras mujeres que están pasando por la misma situación mediante Amacma. Además de instar a todas las mujeres a la realización de todos los chequeos anuales para la detección precoz de esta enfermedad.
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