Pizzas, hamburguesas, lomito árabe, papas fritas, empanadas y croquetas a su sazón son los menús que se repiten a diario en “La Cocinita de Clau” y que nunca dejan de llevarse tan rápido como van saliendo para la venta. La historia de Claudia, de 40 años, cambió de manera radical, pasando del modelaje publicitario, el negocio de ropas y un comercio de comidas a cumplir una condena de 12 años.
Ella creó un emprendimiento gastronómico al cual llamó “La Cocinita de Clau”, donde utiliza la mejor receta para preparar comida rápida a sus clientas que se encuentran también privadas de libertad en el Centro Penitenciario para Mujeres Casa del Buen Pastor.
Vínculo emocional
El apego que tienen las personas a la comida rápida fuera de casa es el estrecho vínculo emocional que se repite en la mayoría de las mujeres privadas de libertad, siendo el motivo que animó a Claudia hace 9 meses a montar su cocina dentro del penal y preparar comida rápida.
“Yo vendo felicidad desde mi cocina, es como comer fuera de casa, pero en el Buen Pastor”, empieza diciendo Claudia, que nota que en el tiempo en que están comiendo sus clientas ni se acuerdan que están sin libertad porque era lo que habituaban hacer afuera.
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Diariamente, desde las 7:00, debe controlar los insumos para preparar sus productos que les son enviados por encomienda. Hay que agregar que existen otras tantas opciones de platos que salen humeantes de las manos de Claudia, tanto que cuesta decidirse por uno en los tres turnos de la rutina.
Pero ella no está sola para un trabajo tan satisfactorio como extenuante. La acompaña un equipo, con una asistente y una encargada de los repartos.
El día de visita
Para el desayuno y media mañana hay café, mixto con jugo de frutas o empanadas de pollo y carne. Mientras, a cocción lenta van despidiendo aromas para el almuerzo strogonoff de pollo con arroz frito, guiso de arroz o fideos, vori vori de pollo, peceto relleno o puchero bien paraguayo.
La comida rápida es para la tarde, aunque no faltan los caprichos de solicitar picaditas de chorizos, papa fritas y milanesitas. El día de visitas es el más esperado, porque es el momento de probar un buen bocado de asado o pastas.
Reconocimiento y sueños
Claudia tiene una gran pasión por la cocina y aprovecha su tiempo para hacer realidad la reinserción social, habiendo recibido el reconocimiento de profesores del Instituto de Gastronomía (IGA) en el curso que aprobó como parte de los programas implementados por el Ministerio de Justicia. Esto, sumado a su experiencia en el bar copetín en que trabajó junto a su madre y un restaurante en Barcelona, España, donde vivió 9 años.
Construir sus desafíos y reinventarse hacen parte de los sueños de Claudia que deja atrás su paso por las agencias publicitarias y el negocio de la moda, apuntando a un futuro en libertad para recuperar a su hijo Renzo (14), encontrar una pareja y hacer gala de buena comida en su propio bar/bistró, quizá en Paraguay, quizá en España.