Luchó por cumplir su sueño, gracias a la ayuda de algunas personas tuvo la oportunidad de hacerlo y se recibió de docente. Ahora se siente feliz y ayuda a su comunidad.
Oriundo de la comunidad indígena Tekohamiri de San Joaquín, Caaguazú, Emérito Flores tuvo claro desde pequeño lo que quería: estudiar una carrera universitaria y ser alguien en la vida, tal y como él lo describe.
Tiene 32 años y tras un largo camino de estudios y sacrificios, se recibió de docente y desde hace un par de años es director de una escuela en la comunidad donde vive y trabaja.
A pesar de sus ganas y luego de estudiar hasta el noveno grado en el colegio Juan Sinforiano Bogarín, tuvo que hacer una pausa en sus estudios por la situación económica de su familia.
“Por la situación económica dejé ese colegio allá por el 2008 y buscaba otra forma de estudio porque la situación a veces para nosotros como indígena es difícil, somos muy pobres y mis padres no tenían recursos. Por eso decidí dejar, pero después de 2 años me llamaron de la zona de Campo 9, el ingeniero indigenista Andrés Ramírez, trabaja con pueblos indígenas y me preguntó si es que quería seguir estudiando. Se enteró que fui mejor egresado”, comentó a La Nación.
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Emérito recordó que todos le motivaban para seguir adelante. “Algunos quienes me conocían me decían que era ‘vale’ y que tenía que esforzarme para estudiar. Yo siempre tuve en mi cabeza que quería estudiar, quería ser alguien en la vida”, apuntó.
Nuestro entrevistado relató que recibió una propuesta para estudiar a distancia en una comunidad indígena en el colegio Mbarigui 19, en la zona de Campo 9 y en el 2012 terminó su bachiller. Fue entonces cuando se puso como meta ingresar y estudiar en la universidad.
Una ayuda para llegar a la meta
El joven docente mencionó que fue el ingeniero Juan Báez, de la pastoral indígena de Coronel Oviedo, quien lo ayudó a cumplir su meta de ser un profesional. “Él empezó a buscar la forma para que yo estudie. Primero estudié seis meses informática en Caaguazú, después terminé eso y regresé a la universidad gracias a Dios porque ese era mi sueño, ingresar a cualquier carrera", comentó.
Agregó que entró a la carrera de docencia por tres años y después le llamaron de la supervisión del indígena para informarle que ya tenía posibilidad de trabajar en la escuela. "No sé cómo voy a agradecerle por procurar conmigo también para cumplir mi sueño”, expresó muy contento.
Emérito se recibió en Caaguazú, en el “Instituto de Formación Docente Santa Matilde” y como vieron que él se esforzaba y procuraba, se ganó el lugar. “Le llamaron al líder de la comunidad y le dijeron que si yo quería, había forma de entrar ya a enseñar en la escuela. Después ya empecé a trabajar y hace unos cinco años mediante eso ando tranquilo y ayudo a mi comunidad”, aseguró.
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Seguir intentando
El docente indicó que muchas veces la situación de los indígenas para seguir con sus estudios es complicada, pero él quiere ayudar a sus alumnos para que sigan intentando. “Me gustaría motivarles para que ellos estudien también. A veces les cuento mi experiencia de cómo me iba al colegio, a veces me iba caminando lejos, sin pasaje, pero les cuento para que puedan seguir intentando. Sin estudio ahora ya no hay oportunidad”, sostuvo.
Emérito contó emocionado que ahora ya es el director de la escuela donde enseñaba. “Hace dos años me dieron la oportunidad de ser el director de la Escuela Básica Nº 6.516 Tekohamiri, que significa un lugar chico, en idioma nativo”, finalizó.