Nicolás Almada (nicolas.almada@gruponacion.com.py)

Casi dos décadas se cumplen este 11 de setiembre del peor ataque terrorista sufrido por los Estados Unidos a lo largo de sus 244 años de vida independiente. La tragedia de las Torres Gemelas, sede del World Trade Center, quedó impregnada en la retina de todos alrededor del mundo y más aún en las personas que vivieron de cerca la serie de cuatro atentados terroristas suicidas.

Según datos oficiales, esta serie de ataques causó la muerte de 2.996 personas, incluidos los 19 terroristas, la desaparición de 24 víctimas y más de 6 mil heridos. Una de las sobrevivientes, que logró salir de una de las torres antes de que se hiciera para abajo, fue la compatriota Lourdes Frutos, quien para dicha ocasión se encontraba trabajando en el piso 78 de la Torre 1.

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La connacional, hoy a 19 años del hecho que marcó para siempre su vida, accedió a contarnos en exclusiva su desgarrador testimonio, en atención a que hablar sobre lo ocurrido le despierta sentimientos que le generan una tristeza inmensa, pero a la vez un profundo agradecimiento a Dios por poder hoy contar la historia.

Era un día como otros hasta que sintieron un temblor

Un hombre cae directo a su muerte tras arrojarse de una de las torres gemelas luego del impacto de los aviones. Foto: Getty Images/AFP/José Jimenez.

Eran entre las 8:30 y 9:00 de aquel martes 11 de setiembre del 2001. Lourdes Frutos se encontraba en compañía de sus compañeros de oficina George Rivera y Elina Truelsen. Ellos trabajaban en una de las oficinas ubicadas en el piso 78 de la Torre 1, o Torre Norte, en donde impactó el primer avión.

“Mis compañeros y yo pensamos que se trataba de un terremoto por la forma que se movió el edificio. Seguimos trabajando como si nada porque en nuestra oficina funcionaba todo, tal es así que los heridos del piso nuestro acudían a nuestra oficina por la luz y la gente entraba quemada en los cabellos, brazos y manos”, relata.

Frutos comenta que observó también a otras personas que querían aventarse por la ventana diciendo que era la única forma de salvarse. “Nosotros no dimensionábamos lo que estaba pasando hasta que después sonó la alarma de incendio y vimos el desastre del lobby del piso 78. Todo estaba destruido”, recuerda.

El ataque terrorista causó el colapso de ambas torres; un pedazo de una de ellas se puede observar en el cuadro. Foto. AFP/Doug Kanter.

Es así que Lourdes en compañía de sus colegas empezaron a bajar por las escaleras con el resto del grueso de oficinistas. Mantuvieron la calma, sin tanto pánico y más bien con tranquilidad, para bajar de forma lenta, pero segura, los 77 pisos restantes.

“A medida que bajábamos los bomberos subían a auxiliar a las personas que quedaron atrapadas en los pisos superiores. Llegamos a lo que quedó del lobby en el entrepiso 1 y allí vimos el terror. Ahí vimos a las personas que se habían arrojado de los pisos de arriba. Estaban sin cabeza, sin piernas. Era una escena desgarradora”, expresa.

Lourdes continúa su relato mencionando que procedieron a descender por los últimos escalones, a pasos de tortuga pues había vidrios rotos por doquier. “Tratamos de salir con mis compañeros George y Elina, todos tomados de las manos. Ya estábamos divisando la salida cuando sentimos un ruido horroroso, como un estruendo. Era el edificio derrumbándose por dentro”, indica.

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“Después de mucho humo, vi una luz”

Lourdes Frutos, de blusa roja y llena de polvo, se aferra de una mujer desconocida para seguir avanzando una vez que salieron del edificio. Detrás de ella le sigue su compañera Eline, que logró salir con vida igualmente del derrumbe de la torre. Esta imagen fue captada por la cadena norteamericana de televisión NBC. Foto: Gentileza.

Con esta presión por encima, Lourdes y sus compañeros se separaron y se perdieron entre el humo y las llamas que azotaban la estructura que se venía hacia abajo. “Después de caminar mucho, por fin vi una luz que se acercaba hacia mí. Era un bombero ensangrentado, tan víctima como yo de esta horrible pesadilla. Él me ayudó a salir del infierno del horror. Corrí muchísimo hasta que por gracia de Dios, volví a encontrar a mi compañera con vida, Elina”, continúa su relato.

Después de mucho caminar en dirección contraria al epicentro del ataque, pues lo más urgente en ese momento era despejar el radio de alcance del derrumbe de las torres, ambas llegaron a la casa de Eline. “Allí recién pude llamar a mi familia”, comenta más aliviada Lourdes.

“Todo ocurre en un segundo y debemos estar preparados”

Lourdes manifiesta que toda esta terrible experiencia registrada le ayudó a valorar la vida cada segundo, a disfrutar con los suyos y a dar gracias a Dios por cada instante que tiene por delante.

Peatones caminan entre el polvo y los restos del edificio del WTC, luego del impacto de dos aviones secuestrados por terroristas. Foto: Doug Kanter/AFP.

“Todo pasa en un tronar de dedos, en un suspiro y debemos estar preparados”, nos explica Lourdes, notablemente afectada cuando vuelve a reproducir aquella trágica película en su mente. “Pido a Dios todos los días, por las almas que allí quedaron, sin poder haber dado el último adiós”, concluye.

Además de Lourdes Frutos, otro compatriota que logró salir con vida del mismo edificio fue Héctor Denis Jojot. Lastimosamente, la misma suerte no corrieron otros dos paraguayos que perdieron su vida aquel fatídico día: Obdulio Ruiz Díaz (44) y Carlos Alberto Samaniego (29), cuyos nombres pasaron a formar la nómina de las miles de vidas que fueron segadas.

El 11 de setiembre del 2001, Estados Unidos sufrió el peor ataque terrorista de su historia, cuando dos aviones secuestrados por Al-Qaeda impactaron contra las Torres Gemelas en Nueva York, otro contra el Pentágono en Washington y un cuarto se estrelló contra el suelo en Pensilvania.

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