Culminar una carrera universitaria requiere de tiempo, dedicación y dinero, no es una tarea fácil para nadie, pero con constancia y sacrificio se puede concluir esta etapa importante de la vida. Así lo hizo Jorge Ramón (41), alias “Hormiga”, una persona privada de libertad que cursó la carrera de derecho a distancia y está próximo a desarrollar su tesina de grado para obtener el título de abogado.
Otra de las pasiones de Jorge Ramón, a parte del derecho, es la carpintería, oficio que le permitió trabajar desde la cárcel y vender sus trabajos, con lo que pudo costear las altas inversiones que supone una carrera universitaria en una institución privada.
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Es oriundo de la ciudad de Caaguazú, tiene 13 hermanos, está casado y tiene dos hijos varones adolescentes. A los 14 años empezó a estudiar el oficio y aprendió carpintería, trazado, armado y terminación de muebles, reciclaje de madera, lectura de planos y croquis, entre otras habilidades. Viajó trabajando por todo el sur de Argentina y emigró a Madrid para probar suerte, pero retornó a Ciudad del Este para abrir su empresa “Estilo Amoblamiento”.
“Me considero un artista porque me inspiro en la madera. Puedo amoblar casas con muebles rústicos o de estilo y hasta construir navíos marítimos. Viajé, aprendí y me da satisfacción enseñar a otros para que tengan un modo de ganar plata”, manifestó Jorge con mucha sencillez; además de todo, comentó que formó a sus compañeros, dos de ellos ya cobraron vuelo propio.
El hombre, conocido entre rejas como “Hormiga”, se ganó ese alias por ser una persona que se mueve mucho, inquieto, siempre con ganas de hacer algo, de crear y así lo hace con la madera. Entre los trabajos que realiza citó: conservadoras forradas en palets, muebles de cocina, placares, roperos, modulares y mesas porta champañeras.
También prepara puertas para casa, juegos de mesa, muebles rústicos o piezas de arte, son el resultado del moldeado en madera de ybyrapytã, lapacho y cedro con que lucen sus trabajos salidos para la venta sobre pedido desde el taller de carpintería donde otras dos personas privadas de libertad le ayudan y el Ministerio de Justicia da soporte a la actividad con el montaje del taller que cuenta con sierra circular, lijadora, router de cortes, taladros y otros.
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“Voy a levantarme otra vez, a demostrar mis fuerzas. Estoy muy dolorido por la imprudencia que cometí. No solamente estoy privado de mi libertad, sino que perdí mi negocio y extraño a mi familia. Pero trabajaré, tendré mi título universitario y luego veré qué hacer”, indicó Jorge Ramón, quien pese ha haber cometido errores que lo llevaron tras las rejas, lo reconoce y anuncia que mejorará en calidad de vida y como persona.