El distanciamiento físico, el uso de tapabocas, el lavado de manos constante y la instalación de lavatorios en comercios e instituciones públicas y privadas como medidas de prevención para la no propagación del COVID-19 fueron totalmente olvidados por los pobladores del distrito de Santa María de Fe, Misiones, así como por turistas y familiares que visitan el lugar, según denuncian algunos pobladores preocupados por la situación generada por la irresponsabilidad ciudadana.
La preocupación por una posible circulación comunitaria del coronavirus está latente en esta zona del departamento de Misiones. Esto, atendiendo a que dos personas repatriadas de Argentina fueron dadas de alta sin conocerse el resultado de las pruebas que se le practicaron en el momento de ingresar al país. Aseguran que Santa María es un pueblo chico, pero si el virus explota, la situación sería infernal.
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Los dos portadores de COVID-19 guardaron cuarentena en el albergue de la Escuela Agrícola de la compañía de San Antonio, distrito de Santa María, Misiones, y fueron sometidos a la prueba del hisopado para la detección del COVID-19 el pasado 31 de julio. Abandonaron el recinto el 12 de agosto pasado, sin saber si dieron positivo o no a las pruebas. Finalmente, ayer 17 de agosto el Centro de Salud local recibió los resultados que dieron positivo.
Los repatriados firmaron un acta de compromiso de seguir guardando aislamiento en sus domicilios; sin embargo, varios vecinos dan cuenta de que estas personas realizaron en sus casas actividades sociales, aglomerando a vecinos y familiares, violando así las restricciones impuestas por las autoridades, según denuncias.
Igualmente, los pobladores denuncian que los más irresponsables son los jóvenes que se juntan en los paseos centrales de las principales calles a tomar en grupos grandes, ante la mirada de la Policía, que no hace nada para evitar este tipo de situaciones.
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Aseguran también que los mismos padres llevan a pasear a niños por supermercados y comercios sin siquiera usar tapabocas u alcohol en gel al tener contacto con espacios u objetos públicos, lamentan.
“Acá el piquivóley, el partido de fútbol, las reuniones para jugar tragamonedas o loterías no están suspendidas. Todos están viviendo una vida como si fuese que no existe el COVID-19. Tememos por la vida de nuestros abuelos, de nuestros bebés, de nuestros enfermos, que son los más vulnerables en la escala de riesgos. Pedimos a las autoridades locales que actúen y acompañen las disposiciones del gobierno central”, expresó una de las pobladoras en contacto con La Nación.
Otro de los denunciantes asegura que el uso de tapabocas no es obligatorio en esta zona del país. “Gente sin tapabocas, nadie se lava las manos para entrar en una despensa, falta educación de parte de las mismas autoridades locales. Hay piqui y vóley, por la compañía sucede de todo. En la caminera fiesta y alcohol, mientras que en el Kurusu Cerro vienen de todos lados a tomar y más cosas”, aseguran.