Un interno de la cárcel de Villarrica logró superar su adicción a las drogas y actualmente se dedica a pintar cuadros y ya tiene un centenar de obras vendidas. Ahora, su objetivo es obtener la libertad para reinsertarse a la sociedad.

Se trata de un reo identificado como Isaías, de 31 de años de edad. El hombre anteriormente se dedicaba a la profesión de guardia de seguridad y nunca en su vida había pintado una obra, lo aprendió en la penitenciaría.

Isaías proviene de una familia humilde de un asentamiento en la zona de Salado, ciudad de Limpio, donde convivió con sus tres hermanos. En un momento dado cayó en la adicción de las drogas y posteriormente terminó en la cárcel.

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Uno de los cuadros creados por Isaías, que integra el proyecto Latente.py, "voluntad que transforma". Foto: Ministerio de Justicia.

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Pero el encierro le aguardaba con una sorpresa, cuando en unos exámenes psicológicos practicados notaron que dibujaba y pintaba talentosamente bien, de acuerdo a un informe del Ministerio de Justicia. Los trabajos pueden encontrarse en la web www.latente.gov.py o contactando al (+595 984) 348-944.

En julio del 2018, con un proyecto de reinserción social del Ministerio de Justicia que ofrecía un curso de pintura con el maestro José Alfredo “Cacho” Resquín, profesionalizó su arte y no paró de pintar, también mediante el impulso brindado por Zulma Ibáñez, personal de Enlace del penal.

Lienzos al acrílico u óleo, abstractos o realistas, retratando emblemas turísticos de Paraguay, naturaleza, religiosidad o la preferencia del cliente hacen su día a día. Los tamaños oscilan con los precios, que van de entre G. 150.000 y G. 500.000. Otros dos compañeros suyos están aprendiendo sus técnicas.

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“Me apasiona esto. Estoy aquí desde las 8:00 hasta las 12:00 de la noche o más, desde hace dos años. No hay motivos suficientes para rendirse ante la adversidad, todo tiene solución. Alguna vez tendré que salir de este lugar y volver a ser una persona de bien”, señaló el talentoso interno.

Isaías hasta tiene un pequeño negocio, habilitó la venta de gaseosas y helados e insta a los demás internos a “no perder el tiempo” con las drogas y buscar aprender un oficio en busca de la reinserción social.

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