Una devoción muy popular y de lo más hermoso y sublime es la que recuerda a Jesús, en su vida de infancia. En nuestro país, centenares de hogares realizan su respectivas novenas como previa al 20 de julio, y en la fecha lo celebran con rodeado de niños a los que ofrecen chocolatadas, globo loco y mucho más, en acción de gracias al Divino Niño Jesús. Este gran santo milagroso obra cosas maravillosas, en especial, para con los más pequeños.
“Mi hijo nació prematuro. Los médicos dijeron que tenía muy pocas chances de vivir. En esos días, en el hospital, celebraban la fiesta del Divino Niño. Me entregaron una estampa y no dudé ni un instante en encomendarle la vida de mi hijo. Hoy, él tiene 19 años y celebramos esta fecha agradeciendo por su vida. ¿Cómo no agradecer y cómo no creer en él? Los médicos dijeron que el no viviría y si lo hacía tendría muchos problemas. Pero el es joven bendecido que ya está en la universidad”, dice doña Lidia Díaz, oriunda de Sajonia.
Devoción de origen carmelita
Cuentan los antiguos narradores que la Devoción al Niño Jesús empezó en el Monte Carmelo, en Israel, según explicó el estudioso de los santos católicos, Jorge Catalino González. “Esta festividad es para honrar los 12 primeros años de Jesús en la tierra, los años de su infancia, y por los méritos que Jesús ganó en sus 12 años de niñez, pedir a Dios todos los favores que necesitamos”, comentó.
Según la leyenda, el monte Carmelo está cerca de Nazaret y allí iban frecuentemente el Divino Niño acompañado de sus padres; José y María, como también de sus abuelos Joaquín y Ana. Llegaban allí para pasear y rezar junto a los hombres piadosos de allí, quienes fueron tomando gran aprecio y respeto al amabilísimo Niño Jesús.
Después de que el Divino redentor subió al cielo, los religiosos moradores del Monte Carmelo siguieron recordando con gran cariño y devoción al Niño Jesús. Luego, los carmelitas extendieron la devoción por toda Europa llevando al Divino Niño, por todas partes.
En el año 1200, San Antonio de Padua, y en 1500 San Cayetano, le tuvieron mucha devoción al Niño Jesús, y por ese motivo, en los cuadros se pinta a cada uno de estos dos santos portando en sus brazos, al Divino Niño. Pero quienes enaltecieron más esta gran devoción fueron; Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz (1550), comentó González.
Aparición
De Santa Teresa se narra que subiendo por una escalera hacia un corredor le pareció ver al niño Jesús que la saludaba amablemente. Desde entonces, la santa llevo siempre en sus viajes una estatuita del Divino Niño y en todas las casas de su comunidad mandaba colocar y honrar una bella imagen del Niño Jesús, que casi siempre ella misma dejaba de regalo al despedirse. La santa gozaba componiendo y cantando villancicos al Niño de Belén.
En el año 1636, Jesús le hizo una promesa a una monja carmelita del convento de Beaune en Francia, conocida como la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento. “Todo lo que quieras pedir, pídemelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado”, fue la promesa. La monja, que falleció a los 29 años, recibió la misión de propagar especialmente la devoción a la divina infancia de Cristo.
Desde hace 300 años, la devoción al Niño Jesús se extendió rápidamente por Europa, América, Asia, África y Oceanía. Entre las representaciones más conocidas se encuentran: El Niño Jesús de Praga, en Checoslovaquia; el Santo Niño de Atocha, en México; el Divino Niño de Arenzano, en Italia y el milagroso Niño Jesús de Bogotá, en Colombia.
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