La Educación a Distancia ganó protagonismo en tiempos del COVID-19. Sin embargo, no es una modalidad nueva en Paraguay. Su historia se remonta a 30 años atrás, según Carla Decoud Canale, directora de E-learning de la Facultad Politécnica de la Universidad Nacional de Asunción (FP-UNA). Si bien no es algo nuevo, Decoud dejó en claro que la educación a distancia no es trasladar los mismos contenidos de las clases presenciales a esta modalidad.

Para este tipo de clases, lo importante es pensar en las competencias básicas y aquellas específicas que requiere el estudiante, por lo tanto, los temas que deben desarrollarse también pueden trabajar en forma integrada a través de actividades más globales con distintos niveles de complejidad que permitan desarrollar las capacidades o logros esperados, precisó.

El estudiante debe aprender a desarrollar habilidades como: la colaboración, búsqueda de información, interacción con docente y estudiantes. Foto: Archivo.

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Sobre la cantidad de actividades, dijo que muchas veces estas pueden sobrecargar al estudiante. Agregó que siempre son preferibles aquellas que le permitan el desarrollo de las habilidades requeridas y también la colaboración para la búsqueda de información, interacción con docente y estudiantes.

“La educación a distancia presenta muchos retos a los docentes para cambiar el paradigma educativo. Implica un cambio en la cultura docente, un paradigma que se centra en el aprendizaje del estudiante, y requiere de nuevas metodologías de enseñanza que fomenten el autoaprendizaje, colaboración, una comunicación constante e interacción entre docente y equipo de estudiantes, el seguimiento al proceso y progreso de las actividades y logros”, explicó.

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La interacción entre los distintos elementos que configuran el entorno virtual, como los contenidos, medios de comunicación y actores son esenciales en la modalidad. El trabajo colaborativo también entre pares docentes logra un mayor acercamiento e integración entre las asignaturas.

¿Qué contenidos deben priorizarse?

“Educación a distancia no es trasladar las clases presenciales a una plataforma; no se puede replicar el aula como tal en la plataforma. No es lo mismo diseñar clases para formar a distancia que hacerlo para clases presenciales”, aclaró Decoud.

Esta modalidad representa la transformación, un modelo diferente de enseñanza y aprendizaje, lo que conlleva a revisar las prácticas pedagógicas de la presencialidad y transitar hacia la implementación de “pedagogías digitales”, centradas en el desarrollo de las capacidades y habilidades del estudiante con la mediación de las TIC, favorecer el aprendizaje autónomo de los estudiantes y el rol docente de guía en el apoyo del aprendizaje.

Una gran ventaja que tiene el trabajo en la modalidad a distancia es la organización del tiempo, tanto del estudiante como del docente. Foto: Gentileza (Ilustrativa).

¿Cómo se planifican las clases?

Decoud sostiene que un elemento fundamental es la planificación. “Qué queremos lograr con los estudiantes, cómo lo vamos a conseguir y qué rol tendremos como docentes. A partir de este primer momento de reflexión y decisión, se establece el camino para diseñar los contenidos”, indica al recomendar que hayan formatos variados, cápsulas de no más de 10 minutos, materiales de lectura, audiovisuales que permitan aclarar los conceptos en forma breve y preparar actividades complementarias, sostiene.

Agregó que no solo se trata de planificar las actividades sincrónicas o videoconferencias de una hora de duración, replicando clases presenciales, sino además se deben desarrollar las clases. “Siempre que establecemos actividades de este tipo, es importante registrar o grabar a fin de que aquellos estudiantes que no han podido participar puedan tener acceso”, detalló.

Ventajas del desarrollo a distancia

Una gran ventaja que tiene el trabajo en la modalidad de distancia es la organización del tiempo, tanto del estudiante como del docente. En el caso del docente es necesario dedicar un tiempo para el seguimiento al proceso de aprendizaje de los estudiantes. “No es estar 24 horas al día, es planificar el tiempo de dedicación para esa tarea y que los estudiantes conozcan esa información”, aseguró.

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A la hora de evaluar es importante considerar que no se puede dejar de determinar los conocimientos, ampliando la evaluación hacia las capacidades, habilidades, aptitudes que deben tener los estudiantes en relación con un ámbito de conocimiento y en relación con un contexto profesional.

“La mejor forma de evaluar es ampliar las estrategias evaluativas y tener una mayor mirada de peso en el proceso, más que en la evaluación final. Plantear también distintas formas de evaluar, entre ellas: autoevaluación (evaluación a uno mismo), coevaluación o evaluación entre pares y la heteroevaluación entre varios docentes, integrando a otros especialistas.

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