Por Lourdes Pintos
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El mundo está atravesando una de sus peores crisis sanitarias, en menos de seis meses la pandemia se cobró la vida de más de 372.000 personas. El COVID-19 no perdona, edad, sexo, religión, raza, nacionalidad y menos condición económica.
Sin embargo, existe un sector en la sociedad aún más vulnerable, quizás invisible ante los ojos de muchas personas, pero están ahí, clamando por una ayuda, por una mano amiga, luchando en silencio no sólo contra la pandemia del coronavirus, sino también contra un mal que durante años los tiene amenazados “el abuso sexual”, ellos son los niños, nuestros niños.
Hoy 31 de mayo Paraguay conmemora el Día Nacional Contra el Abuso Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes, uno de los peores males que amenaza a los más pequeños.
Esta fecha está marcada por el dolor y las lágrimas de una niña, Felicita Estigarribia, ¿quién no la recuerda?, es la pequeña que al salir de la escuela tomó su canasto y salió a vender mandarinas, con apenas 11 años ni siquiera habrá imaginado la pesadilla que estaba por vivir.
Felicita ya no volvió como los otros días, su cuerpecito fue hallado con rastros de un sadismo desmedido de parte de su agresor que hasta hoy sigue prófugo de la justicia. Hoy se cumplen 16 años de su muerte, 16 años de haberse apagado la luz de una inocente vida. De Felicita sólo quedaron sus recuerdos, su canasto y sus mandarinas esparcidas en la vera del único testigo de semejante bestialidad, el cerro Yaguarón.
En Paraguay entre el 2017, 2018 y 2019, se registró un total de 822 condenas por abuso sexual de un total de 2.361 casos ingresados, tanto en el Juzgado Penal de Garantías como en el Juzgado Penal Adolescente, según datos proveídos por la Dirección de Estadísticas Judiciales del Poder Judicial.
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Casos y condenas
En el 2017 la mayor cantidad de casos ingresados en el Juzgado Penal de Garantías se dio en la circunscripción judicial de Central, con un total de 218 casos y 63 condenas, le sigue San Pedro con 87 casos y 25 condenas, luego está Alto Paraná con 79 casos y 43 condenas.
En el 2018 la mayor cantidad se dio en la circunscripción judicial de Central, con un total de 222 casos y 89 condenas, le sigue Itapúa con 98 casos y 53 condenas luego está San Pedro con 88 casos y 10 condenas.
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Mientras que en el 2019 Alto Paraná registró 122 casos y 50 condenas, Itapúa 120 casos y 5 condenas y Asunción registró un total de 68 casos y 11 condenas con pena privativa de libertad.
A los números mencionados más arriba debemos agregar los casos recepcionados en el Juzgado Penal Adolescente. En el año 2017 la circunscripción de Central registró la mayor cantidad de casos, 28 en total y 7 condenas, le sigue Alto Paraná con 8 casos y 8 condenas y Ñeembucú y Misiones con 6 casos cada uno y ninguna condena. En total en el año hubo 75 casos y 20 sanciones con medida privativa de libertad.
En el 2018 Central tuvo 23 casos y 8 condenas, Itapúa y Alto Paraná tuvieron 8 casos cada uno y 2 y 5 condenas respectivamente, mientras que Misiones y Canindeyú registraron 5 casos y 3 y 1 condena. En total fueron 71 casos y 27 sanciones con medida privativa de libertad.
Finalmente en el 2019 Central tuvo 25 casos y 9 condenas, Asunción 12 casos y 2 condenas y Cordillera 8 casos y 3 condenas. En total ese año se registraron 72 casos y 20 sanciones con medida privativa de libertad.
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El trabajo del MINNA durante la pandemia
La ministra de la Niñez y la Adolescencia Teresa Martínez, en contacto con La Nación explicó que desde la cartera a su cargo, en colaboración con otras instituciones, realizan distintas campañas a modo de prevenir el abuso sexual en el país, más aún teniendo en cuenta la situación actual de confinamiento en la que prácticamente todos los niños se quedan en sus casas.
Si bien explicó que se torna complicado realizar las actividades presenciales como antes lo hacían, lo que buscan es que la persona se anime y denuncie cualquier sospecha o conocimiento de violencia o abuso sexual hacia un niño, niña o adolescente.
“Normalmente en mayo estamos a full con el tema de la campaña para prevenir el abuso, este año lo hicimos en el contexto de la pandemia. Con apoyo de otras instituciones vimos cómo contextualizar porque en la mayoría de los casos denunciados, en un 80% el abuso llega en el contexto más próximo, la familia o alguien de ese núcleo. Nos preocupaba mucho que la pandemia principalmente confina a los niños, no se van a la escuela, no se les ve, no salen a la plaza y eso hace que no se pueda visualizar tampoco los casos de violencia y abuso”, explicó Martínez.
Agregó que en ese sentido, lo que hacen es incentivar a la ciudadanía en general a que todos hagan su parte observando, ya que más que nunca se debe estar alerta y denunciar los casos de este tipo.
“Por sobre todas las cosas estamos buscando la seguridad de los niños, no podemos sacarlos en un espacio seguro como lo veníamos haciendo porque no podemos aglomerar gente, pero con los programas que tenemos con apoyo de los familiares vemos que los niños puedan jugar y tener información. También instamos a las comunidades a que denuncien si tienen sospechas de estos hechos, porque el que está al lado es el que sabe. Es problema de todos, de lo contrario somos cómplices de lo que está ocurriendo”, mencionó.
Recordó que los vínculos habilitados para las denuncias son el 147, línea gratuita, además del sistema 911 de la Policía Nacional y otras instituciones como el Ministerio Público y/o la comisaría más cercana.
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¿Qué es el abuso sexual y cuáles son sus consecuencias?
El psicólogo infantil, Cristhian Ayala, explicó que el abuso sexual en menores, se refiere a la conducta sexual entre un adulto y un niño, niña o adolescente, sin embargo, resaltó que entre el 10% al 20% de los casos de abusos son cometidos por otros menores.
“Mas allá de la diferencia de edad, sea el factor fundamental que distorsiona toda posibilidad de relación libremente consentida, pero ante todo, no está demás mencionar que el 10% al 20% de los abusos son cometidos por otros menores. Abuso sexual se aplica generalmente en niños y personas con discapacidad”, mencionó.
El profesional agregó que existen ciertas diferencias entre violación y abuso sexual. “En una escena de abuso sexual no precisamente debe existir el coito. En otra escena de violación es necesaria el uso de la violencia y la fuerza física, ya que estos se oponen a tal acto, en abusos sexuales muchas veces la persuasión o el desconocimiento de ciertos actos pueden ser factores determinantes para tal hecho, por ejemplo: ´solo le estoy dando cariño, no sabía que eso era algo malo, es mi manera de consentir´. El 90% de los casos suele darse en el primer anillo de la familia”, manifestó.
En cuanto a las consecuencias del abuso sexual, sostuvo que los niños más pequeños pueden no ser conscientes del alcance del hecho en las primeras fases, lo que puede mostrar la compatibilidad de este tipo de culpas, por lo tanto, muchos en el transcurso de los años van normalizando este acto.
“Existen dos tipos de consecuencias, a corto y a largo plazo. A corto plazo: El 80% de las víctimas sufren consecuencias psicológicas negativas. El alcance y la gravedad dependerá mucho del grado de ´culpabilización´ del niño, así como de las estrategias de afrontamiento. En general las niñas suelen presentar acciones ansiosos- depresivos. Los niños, fracaso escolar, dificultades para socializar, comportamientos sexuales agresivos. Respecto a los niños muy pequeños (en la etapa preescolar) pueden mostrar negación de lo ocurrido, por la falta de alternativas y herramientas psicológicas. En los niños con edad más avanzada, es más frecuente el sentimiento de culpa y de vergüenza ante el suceso”, dijo.
Además resaltó que el abuso sexual en adolescentes presenta una especial gravedad porque el agresor puede intentar el coito, lo que representa un riesgo real de embarazo y la adolescente toma conciencia de la relación incestuosa, por ello se reflejan conductas como: Huidas de casa, consumo de alcohol y droga, promiscuidad sexual en incluso en la gravedad de los casos, suicidios. Las consecuencias a largo plazo son menos frecuentes y más difusos pero pueden afectar al 30% de las víctimas.
“Los problemas más habituales a largo plazo son las alteraciones en la vida sexual del afectado, disfunción o incapacidad de que disfrute. La depresión y el trastorno de estrés postraumático así como un control inadecuado de la ira, en el caso de los hombres, volcada al exterior en forma de ira, violencia hacia mujeres y comportamientos autodestructivos”, finalizó.