La palabra Pentecostés proviene del griego y significa cincuenta días después de la Pascua.
Jorge Catalino González, un estudioso de las fiestas católicas explica que la fecha se conmemora porque “el Señor aparece a sus apóstoles y los cubre con el Espíritu Santo, que les había mencionado en la Última Cena. Valerosos y con mucha alegría, salen a predicar las enseñanzas adquiridas por Jesús. En esta fiesta nace la Iglesia Católica; Misionera y Peregrina”, comenta a La Nación.
Su origen está basada en una fiesta de la siega, una celebración campesina que se remonta probablemente al aislamiento de Israel en Palestina y que tenía origen cananeo. El centro del rito consistía en la ofrenda a Dios de las primicias de la cosecha (cf Lv 23 15,21), sostiene González.
La Promesa del Espíritu Santo
La nueva celebración católica se tiene origen durante la última cena, cuando Jesús promete a sus apóstoles: “Mi Padre os dará otro abogado, que estará con vosotros para siempre, el Espíritu de Verdad.” También, les dice: “Les digo estas cosas, mientras estoy con ustedes, pero el abogado, el Espíritu Santo; que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo, les he dicho”, recuerda el estudioso.
En el calendario litúrgico, posterior a la Ascensión, a los 50 días de la Resurrección de Jesús, se celebra la fiesta de Pentecostés. La tercera celebración más importante de la Iglesia Católica, después de Pascua y Navidad.
Según la Biblia, tras la ascensión de Jesús, María y los discípulos estuvieron encerrados por el término de 9 días. Estaban temerosos y repentinamente, un soplo de viento; fuerte y chocante se les acercaba. En ese mismo instante, posó sobre cada uno de ellos, pequeñas lenguas de fuego. El Espíritu Santo les inundó con sus dones, y mediante eso, se llenaron de mucha fuerza, para salir a predicar el evangelio y bautizar a todos los hombres.
Desde ese momento, nació la Iglesia Católica, dice González.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, y es el gran amor que existe entre el Padre y el Hijo.
Los símbolos son del agua, la unción, el sello, el fuego, la nube y la luz, las manos, la Paloma, el viento. La aparece durante el bautismo de Jesús.
Los nombres del Espíritu Santo
González explica que durante la última cena, Jesucristo lo llamó: el Abogado. Además, se le conoce como; el Espíritu de Verdad, el Espíritu de la Promesa, Espíritu del Señor, Espíritu de Gloria, Espíritu de Dios, el Paráclito, el Consolador y el Santificador.
Su misión es santificadora y lleva a la verdad plena. También fortalece a todo ser bautizado, para que se pueda llegar al Señor. Manifiesta la riqueza del mensaje cristiano y así, poder ser testigos y evangelizadores de la Verdad, sostiene.
Los Dones del Espíritu Santo
Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu. Estos dones son: ciencia, consejo, fortaleza, inteligencia, piedad, sabiduría, y temor a Dios
En cuento a los frutos: Amor, alegría, paz, paciencia, perseverancia, benignidad, bondad, mansedumbre, fidelidad, modestia, templanza y castidad,
Oración al Espíritu Santo.
Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.