Esta mañana a tempranas horas, como todos los días, don Miguel Coronel, taxista de la parada N° 67 del barrio San Vicente, se disponía a prestar el servicio a una usuaria habitual, pero fue sorprendido al caer con el vehículo en un tremendo pozo.
El móvil de GEN y Universo 970 AM estuvo en el lugar, específicamente en la calle Obispo Maíz y Picuiba, cuando el conductor se estaba recuperando del susto. Alegó que se trataba de una desgracia con suerte y lo importante es que él estaba bien.
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“Empecé como un día normal, tomé el pedido de una usuaria de la zona y al girar en la calle no me percaté ni me di cuenta de la existencia de un hueco, aunque tampoco sé bien si ya estaba ahí, o se hundió solo cuando atravesé por ahí con el auto”, expresó.
Mencionó que estaba esperando el servicio de grúa para poder sacar el vehículo del hoyo, pero recalcó que le estaba costando sacarse el susto. “Fue impresionante, se me subió el corazón a la cabeza prácticamente”, agregó.
Ante la consulta de cómo hizo para salir del taxi hundido en el hoyo, mencionó que recibió la ayuda de un vecino, quien había escuchado el fuerte ruido de la caída del auto y pudo abrir la puerta del lado del acompañante, le pasó la mano y le ayudó a subir al exterior desde el enorme pozo.
Agregó que es una zona habitual de trabajo, ya que prácticamente todas las mañanas lleva a una usuaria frecuente al mercado y que todos los compañeros de la parada suelen realizar el servicio o a quien le toque, pero nunca ocurrió algo similar ni se habían percatado de la existencia de un pozo tan grande, que podría llegar a ser tan perjudicial.
Velocidad prudencial
Transitaba a una velocidad prudencial, ya que venía por la calle Casanello y cambió en segunda el vehículo para poder girar, y ni bien frenó sintió que la punta del auto se hundía, ya no pudo evitar caer por completo al gigante hoyo.
Don Miguel lamentó que justo había vencido su seguro, ya que el vehículo es de su propiedad; no obstante, eso es lo de menos, ya que lo importante es la vida, recalcó.
También un vecino del lugar que reside desde hace 50 años, Antonio Hermosa, comentó que si bien había un pequeño hueco, no era alarmante, ya que incluso los basureros siempre pasan con mucho peso. Entiende que el agujero se fue haciendo más grande con el tiempo, pero que no era visible y que lo más probable es que el empedrado y una capa asfáltica le cubrían hasta que no aguantó más.
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En la zona existen otros pozos que suelen ser rellenados con escombros, pero nunca pensaron que podría ocurrir el hundimiento, incluso, minutos antes del taxi pasó una grúa, acotó el vecino del lugar.