Estudiantes de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) realizaron entre la mañana y mediodía de este jueves una olla popular en el asentamiento Ñu Porã de la ciudad de San Lorenzo e hicieron entrega de ropas en carácter de donación.

Emilio Aquino, de la Dirección General de Extensión Universitaria de la UNA, convocó a los estudiantes, egresados y ciudadanos en general interesados en formar parte de las actividades solidarias a que se inscriban como voluntarios en la página web de la institución, www.una.py.

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Añadió que esta iniciativa se lleva a cabo en el marco del programa UNA Solidaria, en particular el proyecto Ñemoirû, con el que pretenden sumar voluntarios de las 14 facultades de la universidad que están distribuidas en 12 departamentos y 20 ciudades del país. El llamado es para estudiantes, egresados, docentes y ciudadanos interesados en general que quieran brindar su apoyo en este difícil momento por el que están atravesando muchas familias paraguayas.

“El objetivo es dar un apoyo desde el punto de vista de la seguridad alimentaria a través de dos componentes: un componente que hace a los estudiantes de las carreras de grado de la UNA en lo que hace a los que están en situación de vulnerabilidad y el otro componente que es el apoyo comunitario, que estamos iniciando a través de ollas populares y kits de alimentos para las comunidades indígenas”, expresó.

Luego detalló que en la primera jornada se sirvieron más de 100 platos y la meta en esta primera etapa es llegar a los 600 platos para apoyar en la asistencia alimentaria a personas que viven en asentamientos y que fueron especialmente afectadas por el cese de las actividades en el marco de la cuarentena para combatir la propagación del coronavirus.

De su lado, Eduardo Enciso, habitante de la comunidad, agradeció el apoyo del sector universitario, que les permitió seguir con la iniciativa de las ollas populares que se iniciaron hace tres semanas, pero los recursos ya estaban escaseando, por lo que la continuidad de la ayuda a las familias estaba comprometida.

Detalló que en el asentamiento viven unas 55 familias, que totalizan más de 300 personas, y que la mayoría de las cabezas de hogar se dedican a la albañilería y pintura, que en su mayor parte se quedaron sin ingresos a raíz de la paralización de las actividades por la crisis sanitaria.

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