La celebración del Te Deum por la Independencia Nacional se llevó a cabo a las 8:00 en la Catedral de Asunción por el arzobispo metropolitano de la Santísima Asunción, Edmundo Valenzuela, quien invitó a unirse espiritualmente en una jornada de oración, ayuno y obra de caridad, para ayudar a la humanidad a superar la pandemia del COVID-19.
El mensaje general se centró en que la actual crisis puede ser tomada como una oportunidad para renacer y replantear el estilo de vida de todos, así como las autoridades deberían tratar de forma urgente la reforma del Estado, que debe ser orientada bajo la luz de la verdad, la justicia, bajo la base sólida de la Constitución Nacional y el estado de derecho, que debe velar por la distribución justa y equitativa de los bienes públicos.
Cabe mencionar que este año, teniendo en cuenta la pandemia, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, y otras autoridades del Estado decidieron no asistir al Te Deum para evitar la aglomeración de personas. Benítez siguió la celebración vía televisiva.
Antes de comenzar la homilía, se leyó el mensaje del Santo Padre, el papa Francisco, dirigido al mandatario Mario Abdo, en ocasión a la fiesta aniversario del país. Envió un cordial saludo, a la vez de elevar sus plegarias al todopoderoso por intersección de la Virgen de Caacupé, para que sostenga y bendiga a los hijos de este país, en este momento difícil que está atravesando toda la humanidad.
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Saludo y agradecimiento
El arzobispo saludó a todas las autoridades nacionales, civiles, militares, policiales, así como a los religiosos y fieles en general, y a todos los que acompañaron la celebración, elevando una oración por la patria, por los 209 años de independencia nacional, utilizando las palabras del apóstol San Pablo: “Fortalézcanse con el Señor y con su fuerza poderosa”.
Dio gracias a Dios Padre, en nombre de toda la República del Paraguay y la historia, por la iglesia que pudo acompañar al pueblo en todas las circunstancias históricas, de una patria que nació y sigue hasta hoy con las raíces profundamente cristianas, y por las autoridades que lideran las fuerzas públicas de salud en el combate al enemigo invisible del virus, que ensombreció a la sociedad mundial con alientos de miedo y de muerte.
“Paraguay es un pueblo que surgió en la libertad y soberanía bajo el símbolo de la cruz de Cristo, la patria siempre fue acompañada por sus fieles y pastores. El clero ha estado al lado de su pueblo para enfrentar todas las circunstancias prósperas y adversas”, expresó.
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Por otro lado, señaló que la crisis sanitaria puede ser una oportunidad para renacer, para replantearnos la vida agitada, el consumismo, la destrucción de la naturaleza, las amenazas de las ideologías contra la vida, el matrimonio, la sexualidad; las desigualdades sociales, la pobreza y la marginación de gran sector de las familias paraguayas carentes de lo básico para su vida digna, con educación y salud muy precarias, con viviendas endebles.
También para realizar un replanteamiento sereno y crítico, dando prioridad social y política a las familias del campo, a los cinturones de las ciudades y departamentos del país más carenciados, ya que son los pobres en quienes hay que pensar para su futuro digno.
Ciencia, como auxilio
Valenzuela agregó que se trata además de un duro aprendizaje, ya que durante el tiempo de confinamiento social se pudo apreciar que la ciencia es un auxilio importante para el bienestar del hombre, pero a la vez para responder a las preguntas más profundas del ser humano sobre el destino de su vida, al sentirse impotente ante ella. No obstante, la ciencia debe de estar abierta a otras realidades, más allá de lo verificable estadísticamente, indicó.
Así también, tocó el tema de la crisis educativa, sugirió considerar a la familia y a la educación como la futura protagonista de un nuevo país para salir de la emergencia educativa, que como un tsunami se viene arrastrando hasta hoy.
“Hagamos participar a las familias, quienes son los primeros educadores de sus hijos. Es urgente priorizar en todos sus niveles las instituciones educativas escolares y universitarias por parte del MEC y del Cones, dedicándose a lo pedagógico, y apenas puedan institucionalmente, dejando para otros organismos estatales la construcción de aulas o la distribución de kits de alimentos”, sentenció.
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Reforma del Estado
En cuanto a la sugestión de la reforma del Estado, el arzobispo señaló que la doctrina social de la iglesia acompaña a la sociedad en dos principios fundamentales: el bien común y la dignidad de la persona humana.
"Sería bueno que los políticos y patriotas asuman la urgente reforma del Estado, que debe ser orientada bajo la luz de la verdad, cuyo fin debe ser la justicia y su fuerza motivadora, el amor a Dios y al prójimo, bajo la base sólida de la Constitución Nacional y el Estado de derecho que debe velar por la distribución justa y equitativa de los bienes públicos”, aseveró.